Ficha n°116

AYCINENA, Miguel José de


Cargo: Provincial de la Orden de Predicadores.

Nació: 29 de octubre de 1786 en la Ciudad de Guatemala.

Murió: 23 de agosto de 1829 en la Ciudad de la Habana.

Padres: Juan FermÍn Aycinena e Irigoyen Caballero de la Orden de Santhiago, Vizconde de Aldecoa y primer marqués y de MarÍa Micaela Piñol y Muñoz.

Resumen: Dentro de la élite urbana de la Ciudad de Guatemala durante la segunda mitad del siglo XVIII y la primera parte del XIX, el grupo de la familia Aycinena formaba, de una cierta manera, un núcleo de poder. La política nupcial seguida por este grupo y el dinamismo económico de Juan Fermín Aycinena, el fundador del linaje, condujo a esta red, en la época de la independencia, a adoptar una posición de fuerza. El fraile Miguel José Aycinena y Piñol era una pieza del capital humano que constituía un entramado de relaciones familiares. Renunció a su herencia a favor de su madre con el deseo de profesar en la orden de Santo Domingo, y pronunció sus votos formalmente el 15 de agosto de 1805. Fue ordenado présbitero el 29 de septiembre – día de la fiesta del arcangel San Miguel – de 1809 por Rafael de la Vara de la Madrid, en el oratorio de su palacio. En la patente de ordenación del fraile Miguel Hoyos redactada en 1817, aprece su firma como lector en teología y como pro-secretario de su convento. Empezaba entonces a ganar una posición ventajosa en los puestos de gobierno de su orden, hasta tal punto que este mismo año el capítulo provincial de la orden lo nombró prior del convento de la Ciudad de Guatemala, cargo que asumió durante tres años. Al finalizar esta época de gobierno fue nombrado provincial de su orden. Mientras su hermano Mariano de Aycinena y Piñol asumía la jefatura del estado de Guatemala durante la Federación, Miguel defendió con el mayor celo y energía los derechos e intereses de la Orden, dando a luz a un opúsculo con este título : “Procedimientos de la Provincia de Predicadores de Guatemala en la exaccion del 7 % impuesto por la Asamblea Constitucional de las Provincias unidas del Centro de America, sobre el valor liquido de las fincas de Comunidades eclesiasticas, seculares y regulares, y sobre capitales de cofradias hermandades y obras pias”. En 1824 justificaba la esclavitud en los términos siguientes : “los Hijos de nuestro Padre Santo Domingo, verdaderos filantropos, jamás han desconocido los derechos legítimos del hombre. Compraron esclavos para el laboreo de su ingenio de San Geronimo, sus otras haciendas: en las que apenas han quedado unos pocos, en unos tiempos, en que escaseaban los brazos, y que casi era imposible el hacerlo de otro modo : compraron esclavos, no para traficar en ellos; y si en diversas ocasiones se vendieron algunos, fueron precisamente los discolos, en castigo y para escarmiento de los otros”. Por fin, Miguel José Aycinena llamaba la atención del gobierno sobre “el estado miserable, á que ve reducida esta corporación religiosa” y según sus declaraciones, “hace tres años que comenzaron a adeudarse para subsistir. En el dia lo estan en mas de 22.000 pesos la Provincia y su Convento grande, que los de Cobán, Kiche, San Salvador y Sonsonate tienen menos que nada por las mismas causas”. Esta defensa de su orden no se limtaba a los aspectos colectivos sino que reivindicaba también la defensa de sus frailes, cuando eran criticados por las autoridades del Estado : por ejemplo consideraba que el cura Fr Rafael Aguirre era muy recomendable por su zelo en el desempeño de su ministerio, así como por su conducta, y por ello las críticas que se hacían en su contra se explicaban por “la maldad e injusticia de los Joyabatecos que lo que han hecho todos sus antecesores”. En marzo de 1826, cuando las relaciones entre la Iglesia y el Estado se volvían muy tensas, publicó otro opúsculo explicando los motivos y fundamentos de su circular del 6 de febrero de 1825. Esta última había sido expedida a los religiosos de su provincia, y hacía referencia a los conductos por donde deberían ser presentados los decretos y ordenanzas de la comunidad.
El 10 de junio de 1829, apresado con los otros religiosos, fue desterrado. Enfermó de gravedad durante el viaje y al poco tiempo de llegar a La Habana, a pesar de todos los ciudados, murió el 23 de agosto de ese año, rodeado de sus hermanos en religión.



Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

El campo "fuentes" esta en acceso restringido e reservado a los colaboradores del diccionario biográfico centroamericano Para colaborar contactar los editores