Ficha n°127
VERA ORDÓÑEZ DE VILLAQUIRÁN, don Diego de
Cargo: alcalde mayor de Chiapas y adelantado de El Próspero.
Caso: (1) doña Juana Girón, (2) doña Jerónima Negrete Gilimón.
Nació: Madrid, 20 de diciembre de 1570.
Murió: Petenecté,Tabasco, Méx., abril de 1648.
Padres: don Andrés de Vera, natural de Madrid + doña Catalina Ordóñez de Vera (conocida también como doña Catalina Ordóñez de Villaquirán), natural de Tordesillas.
Resumen: Vecino de Madrid y caballero de la orden de Calatrava (1623), don Diego de Vera Ordóñez de Villaquirán sirvió en Italia como capitán de infanteríá y luego desempeño como alguacil mayor de la Inquisición de Cataluña, cargo del cual se encontraba jubilado a fines de la década del 1630. Contaba su familia con una larga tradición de servicio a la corona. Su padre, don Andrés de Vera, había sido gobernador del partido de los Musos y Colimas en el reino de la Nueva Granada, y su abuelo, Diego de Vera, había sido presidente de la audiencia de Santo Domingo y también de la de Panamá. Una tía de don Diego, dóna Casilda de Vera, estaba casada con Alonso Criado de Castilla, presidente de la audiencia de Guatemala, quien antes había sido oidor de Panamá. Un tío abuelo, Francisco de Vera, fue también presidente de Santo Domingo, mientras que otro, Santiago de Vera, lo fue no solamente de Guadalajara sino también de Filipinas.
Según declaración del propio don Diego de Vera Ordóñez de Villaquirán, "después de haber empleado parte de su niñez y el principio de su juventud en peregrinar los mares, y algunas de las más remotas tierras, aunque con infelices sucesos", sus padres lo enviaron a servir de paje al cardenal arzobispo de Toledo, don Bernardo de Sandoval y Rojas, "en cuyo palacio la educación, lenguaje, estilo y urbanidad se enseñaban y aprendían". Casándose pese a la oposición del cardenal, quien lo destinaba para una carrera eclesiástica, don Diego optó por la vida no solamente del soldado, sino también del poeta. Varias obras suyas llegaron a la imprenta y es mencionado favorablemente en el Laurel de Lope de Vega.
Alegando necesidades financieras, don Diego de Vera solicitó ante la corona una encomienda en el virreinato del Perú. No habiendo vacante en la citada jurisdicción, después de una demora de años finalmente en 1635 se le hizo merced de una renta de 1.000 ducados anuales en tributos del pueblo de Mita, en el oriente de Guatemala. Fuera por eso tal vez que se le despertó el interés en las posibilidades de adelantamiento que pudiera encontrar uno en el distrito de la audiencia centroamericana. En Madrid en esos años hizo el conocimiento del dominico fray Francisco Morán, recién llegado en España como procurador de su orden. Con el apoyo de éste, propuso don Diego encargarse de la conquista de las zonas del Chol y Lacandón en la frontera norte de Guatemala. Con la aprobación de la corona recibió no solamente el título de alcalde mayor de Chiapas, sino también el de adelantado hereditario del reino de El Próspero, como se pensaba denominar la nueva provincia a ser subyugada.
En 1640, acompañado de su esposa doña Jerónima Negrete Gilimón y de seis criados, llegó don Diego de Vera Ordóñez de Villaquirán a Chiapas, donde estableció su base de operaciones en Ciudad Real (hoy San Cristóbal de Las Casas). Llevados a cabo con la colaboración de los frailes de la orden dominicana en Chiapas, sus primeros intentos de reducir los indígenas de la zona lacandona dieron pocos resultados. Después de cerrar su período como alcalde mayor, don Diego decidió por mudar el enfoque de sus esfuerzos, desplazándose a la ciudad de Mérida,Yucatán. En 1646, con el apoyo del gobernador de dicha provincia, don Esteban de Azcárraga, y el de los frailes franciscanos del convento de Mérida, organizó una entrada hacia el valle del río Usumacinta, donde logró establecer una reducción exitosa en un lugar que se llamaba Noh-há, al sur del pueblo de Tenosique en el actual estado mexicano de Tabasco. Hubo sin embargo, conflictos de personalidad y, según algún historiador, cierta falta de resolución de parte del propio adelantado, de manera que después de un rato amotinaron los indígenas, quemando el pueblo y huyendo al monte. Llegó don Diego con un pequeño contingente de soldados pero fue demasiado tarde. Antes de que pudiera reunír fuerzas para reestablecer la reducción, cayó enfermo y se retiró al pueblo de Petenecté, donde murió en el mes de abril de 1648 y ahí fue enterrado.
Antes de su fallecimiento, don Diego de Vera Ordóñez de Villaquirán hizo testamento en que dejó los derechos de la conquista del llamado El Próspero al gobernador don Esteban de Azcárraga. Sin embargo, murió éste también el mismo año y por varias décadas quedó el proyecto abandonado. Habiendo perdido sus vestidos y joyas cuando los indígenas de Noh-há se alzaron, la viuda de don Diego se avecindó en Ciudad Real, donde falleció ella a su vez. Al parecer no tuvieron sucesión.