Ficha n°136
MÉNDEZ, José Mariano
Cargo: Párroco del Sagrario en la Ciudad de Guatemala.
Nació: 25 de septiembre de 1777,en Santa Ana Grande, El Salvador.
Murió: 30 de marzo de 1850 en el pueblo de Don García, Escuintla. .
Padres: Teniente coronel Francisco Xavier Méndez y Rosalía Cordero.
Resumen: Cuando en 1821 el diputado a las Cortes de Cádiz, José Mariano Méndez, presentó su « Memoria del estado político y eclesiástico de la Capitania General de Guatemala », sugirió una reorganización administrativa que debía desembocar en la creación de ocho provincias. Entre las reformas más revolucionarias, figuraba la creación de una nueva provincia de Santa Ana Grande, «que se debe separar de la Intendencia de San Salvador (...) y unirse à él como cabeza de Provincia, por estar en el centro, y ser de mejor clima, la Alcaldía mayor de Sonsonate». Para el propulsor de esta reforma representaba una doble ventaja. Primero, la concentración del poder, en máximo grado, en las manos de su familia de origen y, segundo, esto podía servir también a los intereses de las familias de poder de la capital del Reino, ya que el Salvador iba ser de hecho dividido en dos provincias equilibradas y con menos capacidad de competir políticamente con la región de la ciudad de Guatemala. Cuando en 1821, José Mariano Méndez redactó su “Memoria”, ya había alcanzado el prestigioso puesto de cura de la parroquia de El Sagrario, en la capital del Reino, que servía en propiedad desde hacía cinco años. Era un clérigo influyente, uno de los pocos que se pudo imponer a este puesto sin apoyo directo de la elite capitalina. Era nativo de Santa Ana Grande, hijo del teniente coronel que vivía en el pueblo, Francisco Xavier Méndez. La madre de José Mariano, Rosalía Cordero, era seguramente nativa de la ciudad de Guatemala. Esto se deduce del goce de los intereses de una capellanía que había sido fundada, en 1765, por el presbítero Florencio Cordero, vecino de esa ciudad. La capellanía estaba fincada a usura pupilar a favor del comerciante don Manuel de Gregorio y Pinillos. Aunque la familia Cordero no formaba parte de las elites primeras de la ciudad de Guatemala, José Mariano Méndez disponía con ellos de un vinculo permanente que podía ser muy útil en su carrera eclesiástica. De los cuatro hermanos que conocemos, fue el segundo en seguir la carrera eclesiástica: Pedro tomó el hábito de los Franciscanos, Fernando llevaba un título de capitán, mientras Ciriaco se quedó soltero y se encargó específicamente de su hacienda "San Cristóbal Yluminapa", cuya extensión era de más de 40 caballerías, cercana al pueblo de Tlescatempa. Tras el fallecimiento de su hermano Ciriaco, José Mariano Méndez tuvo que vender la hacienda a Francisco Xavier Sandoval, vecino de Santa Ana, por la suma de 5.600 pesos. Su familia contaba también con una hembra, María Dolores, quien se casó con el poco conocido José Tomás Martínez. Le dieron una dote bastante elevada, un poco menos de 6.000 pesos. Cuando falleció Francisco Xavier Méndez, Fernando tuvo en herencia la hacienda de San Jacinto, ubicada cerca del pueblo de Santa Ana Grande. Fernando se casó con Rosa Manuela de Figueroa y sabemos que una de sus hijas ingresó, en 1799, en el convento de las Clarisas de la Ciudad de Guatemala. José Mariano gozaba de una capellanía que había sido fundada en 1728 por un tal Gregorio Méndez. La capellanía era asegurada por la actividad de la propiedad "Santa Rosa el Gavilán", la cual pertenecía al padre Méndez, que se ubicaba en la región de Santa Ana. Además, la filiación de Francisco Antonio Méndez se aseguró con su elección, en 1803, como alcalde de la municipalidad de Santa Ana, lo cual se inscribió como una estrategia global de toma del poder local por la familia.
En 1805, la parroquia de Santa Ana quedó vacante. Hacía tres años que José Mariano había sido ordenado —lo fue el 28 de octubre de 1802— por el obispo de Chiapas en la Iglesia del Convento de Santa Catalina, pero el concurso a curatos vacantes tenía sus reglas oficiales y otras menos oficiales. La familia Cárcamo, que tenía intereses en la región de Santa Ana, se interesaba también en esta parroquia y su red de poder en la curia de Guatemala estaba fortalecido. De hecho, Manuel Ignacio, hijo del notario mayor de la curia eclesiástica y ahijado del pudiente terrateniente Ventuja Nájera, obtuvo el servicio del curato. Esta dolorosa experiencia no fue inútil, ya que el padre Méndez se mantuvo en la ciudad de Guatemala y logró, poco a poco, imponerse; lo que no hubiera podido hacer desde el pueblo de Santa Ana.
De hecho, su carrera eclesiástica merece ser presentada detenidamente ya que refleja de una cierta manera los cambios socio políticos de su tiempo. Es una carrera « moderna », de un hombre que alcanzó un puesto de poder en la sociedad colonial, en parte porque era dinámico y porque supo enfrentar los fracasos. Había sido "Colegial pensionista en el Seminario Conciliar" donde ingresó el 25 junio 1794 y de donde salió 8 años y 9 meses más tarde. Según su relación de méritos y servicios, en octubre de 1803 servía como vice rector del seminario Tridentino. Se mostraba muy activo y tenía la confianza del arzobispo quien le encargó hacer la visita pastoral de la parroquia de Chalchuapa, organizar el archivo del Provisorato, y constituir un cedulario y un índice. En octubre de 1805 se graduó de Abogado, después de haber practicado cuatro años la práctica forense, lo que le permitió pretender, como abogado de la Real Audiencia, al puesto de comisario tercero de Expurgador Examinador y Calificador del Santo Oficio. Fue nombrado cura interino de Jocotenango donde residió de junio 1806 hasta enero de 1807. En febrero de 1808, fue nombrado cura interino de Retalhuleu con 50 pesos de contribución a la obra del palacio arzobispal. En noviembre de 1810, actuaba como juez ordinario de matrimonio para toda la diócesis. Se beneficiaba, entonces, del apoyo del deán Isidro Sicilia quien actuaba como gobernador de la diócesis en sede vacante. El mismo año fue electo "Ministro de la Orden tercera de Penitencia". En 1811, obtuvo su doctorado en Sagrados Cánones siendo entonces apadrinado por el pudiente comerciante Sebastian Melon. Fue comisionado para calmar los espíritus en la región salvadoreña. Se quedó en esa provincia hasta mayo de 1812, durante siete meses. Era entonces considerado, en los medios españoles, como un hombre de confianza hasta el punto que fue nombrado, en 1813, albacea del Ministro Principal del Ejército y Hacienda Publica, Juan Ortiz de Letona.
En mayo de 1805, redactó su testamento antes de emprender el único gran viaje de su vida, hacia España. Nombró albacea al cura propio de Santa Ana, Manuel María Zeceña; a su sobrino Jose Gabriel Martínez, a su hermana María Dolores Méndez y a su marido Tomás Martínez. Una vez en España, residió en Madrid, y puede ser que haya aprovechado el desorden político de aquel tiempo para quedarse allí por lo menos hasta el 12 de noviembre de 1824, cuando lo encontramos firmando una instancia en contra del papel del sacristán mayor en las actividades de su parroquia. Más tarde durante la guerra civil su actuación fue juzgada muy negativamente por los conservadores que encabezaba Mariano Aycinena. En un oficio del gobierno del estado de Guatemala se dice que “Por estimar de urgente necesidad atendida la de salvar al estado de los males con que le amenaza la guerra es necesario conservar incomunicada la persona del pbro Mariano Mendez, ha dispuesto el gobierno ponerla en tales conceptos en el convento de la Recoleccion.. José Mariano Méndez tenía entonces cerca de 60 años, y le quedaba todavía 20 años de vida que no podemos reconstituir por falta de fuentes y de investigaciones.