Ficha n°29

CORTES Y LARRAZ, don Pedro



Cargo: Arzobispo de Guatemala.

Nació: En seis de julio de 1712 en Belchite, Zaragoza, España.

Murió: En siete de julio de 1787 en Zaragoza, España.

Padres: Don Pedro Cortes y Doña Espinosa Larraz.

Resumen: El arzobispo Pedro Costés y Larraz es sin duda alguna la figura más famosa del clero centroamericano durante la época colonial. Esta fama se debe a varios factores. Primero, dejó una minuciosa visita pastoral que lo llevó durante casi dos años por los fragosos caminos de la diócesis y que sigue siendo una de las fuentes más utilizadas para el estudio social y cultural del siglo XVIII. No cabe duda que fue un sacerdote enérgico, prolixo, trabajador y con un carácter afirmado. Se hizo conocer por su actitud rotundanmente opuesta a la decisión de la Corona de trasladar la ciudad de Guatemala destruida tras varios terremotos en 1773.
Sabemos muy pocas sobre su formación. Oriundo de Belchite, algunas leguas al sur de Saragoza, obtuvo su doctorado en esta última ciudad en 1741 a la edad temprana de 29 años. Se sabe un poco más de la familia porque Valero Cortés y Engracia Cortés (sus hermanos), su sobrino Ramón Salas y Cortés le fueron confiados por los padres: «es hijo legitimo de Sr Mathias de Salas y de la Engracia del primer matrimonio que contrajo con este. Nieto por linea paterna de don Francisco de Salas y de Maria Herrera y por la materna de don Pedro Cortes y de doña Espinosa Larraz, visnieto de Don Bartolomé de Salas y Isabel Saadis». El nivel social es difícil de determinar. Era probablemente una familia de Hidalgos. Agustín Estrada Monroy nos informa que después fue ordenado de sacerdote y sirvió en diferentes cargos hasta llegar a ser párroco de Hijar. Se dice también que ganó el concurso para el cargo de canónigo penitenciario en Zaragoza.
Viajó hacia América, en 1767, con una familia numerosa : un secretario, un vicario general, un mayordomo y un maestro de pages, cuatro pages, dos capellanes y un ayudante de campo. Se trataba de Manuel y José Sandoval, de Juan Gaya y Pedro Torres ; su nieto de 12 años era page, y aparecía también en los documentos de embarque Patricio Robles, Miguel Gerónimo Quintana, Andrés Saturnino Pérez. El ayudante de campo era Antonio Gutiérrez de Menges.
La historiografía tradicional juzga con mansuetud la actitud del arzobispo Pedro Cortés y Larraz durante la crisis provocada por la destrucción y el traslado de la ciudad de Santiago. Su postura habría sido dictada por el buen sentido común. La realidad es seguramente más compleja y merece un acercamiento micro-social que no cabe aquí.
Parece que el conjunto de las decisiones que tomó Pedro Cortés y Larraz nos conduce al cuerpo de las doctrinas galicanas . Su voluntad personal era « hacer » una gran Iglesia respetada por todos y dirigida a todos. Su primer enfrentamiento político fue con los funcionarios reales. En mayo de 1768 escribía al Rey para que la plaza ubicada en frente de la Iglesia catedral dejara de ser el teatro de ejecuciones capitales. También pedía que las corridas, que se llevaban a cabo en el mismo lugar, fueran trasladas a otro sitio. Parece claro entonces que quería hacer respetar su autoridad y la de su Iglesia. En 1770 el Capitán General Salazar se quejaba de él porque no había pedido permiso para nombrar a Fr Miguel de Acosta como cura interino de la Iglesia de San Cristóbal Totonicapán. Algunos meses más tarde, entró en conflicto con su cabildo. Obligó entonces a los canónigos a respetar un nuevo reglamento para el funcionamiento del coro de la catedral, imponiendo más observancia y limitando el derecho a vacancia de tres meses a 60 días. Al final del año de 1770, enviaba una larga carta al Consejo de Indias con un informe detallado de 100 hojas, donde daba cuanta de la inspección que había hecho en la catedral. Su severidad provocó una protesta airada contra su autoridad por parte de la mayoria de los canonigos.
A pesar de sus roces con los miembros del cabildo eclesiástico, supo reconciliarse con ellos algunos años después, cuando tuvo que enfrentarse con el capitán general Martín de Mayorga sobre el asunto del traslado de la arruinada ciudad de Santiago Guatemala. Durante seis años luchó con todos los recursos a su disposición – inundó verdaderamente Madrid de cartas para defender sus opciones - para oponerse a una decisión que consideraba sin ninguna justificación económica. Basta sólo un ejemplo para darse cuenta de la intensidad del conflicto que hubo entonces : en 1777 el Presidente insistía ante el Rey en decir que era “ vien difícil el poder pintar a V llma, los extragos que ocasiona la inflexibilidad, con que se maneja este caballero, y el empeño que se ha contrahido, en atraer a las gentes a su opinion”. Recibió en vano el apoyo de buena parte de las viejas familias criollas. Al final de cuentas el arzobispo tuvo que dejar la diócesis ante la resolución de la Corte. Regresó a España para servir la diocésis de Tortosa y murió en la ciudad de Zaragoza.


Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

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