Ficha n°34

DAVILA, Fernando Antonio


Cargo: Párroco de Chimaltenango.

Nació: en 15 de mayo de 1783 en Antigua Guatemala.

Murió: 25 de julio de 1851 en la Ciudad de Guatemala.

Padres: Hijo de don Fernando Davila, hijo de Francisco Antonio Davila y de Narcisa Sofio y Chico vecino de Madrid Y de Maria Josefa Sotomayor ( -1813) hija de Jacinto Sotomayor y de Catalina Alvarado.

Resumen: Sólo podemos presentar los grandes razgos de la vida de Fernando Antonio Dávila, una de las figuras intelectuales más importantes de principios del siglo XIX en Guatemala, y quien espera todavía su biógrafo. Nació en 1783 en la parroquia de San José de la Antigua Guatemala, donde se puede sospechar que sus padres se resistieron tenazmente a mudarse a la Nueva Guatemala en construcción, tras el terremoto de 1773. El padrino fue el fraile José Fernández de Córdova de la Orden de Predicadores. Su padre vino al Reino de Guatemala como ayudante mayor de las milicias de Nueva Segovia y era hijo de don Francisco Dávila y de doña Narcisa Fofillo, vecinos del lugar de Carabanchel de Abajo, en las cercanías de Madrid. La madre de Fernando, María Josefa Sotomayor, era la hija de Jacinta Sotomayor y de Catarina Alvarado. Fernando Antonio tuvo tres hermanos, Mariano, Juan Miguel, Juan Ramona, y dos hermanas, Rafaela y Juana. El padre se casó en segundas nupcias con Narcisa Sotomayor, hija de Apolonio Sotomayor y de María Fernández de Córdova. De este segundo matrimonio tuvo como hijo a Basila que, en 1813, quien estaba confiado a Rafael Vances, Juana, Patrocina, Cleta, Marcelina, Manuel José, Bernardino de Jesús. Se trata sin duda de una familia de la élite de la sociedad colonial aunque de rango subalterno, porque las informaciones notariales revelan algunas dificultades económicas. El testamento del padre nos informa que en el primer matrimonio su mujer introdujo 500 pesos y una casita en la esquina de la azucarería de Santo Domingo por un valor de 1500 pesos, gravada de 400 pesos de capellanía al mismo convento de Santo Domingo. Precisaba que no hubo ganancias directas en el primer matrimonio y que el sueldo fijo del Rey no le permitía sostener a su prole. Tuvo que involucrase en actividades comerciales para pagar algunas deudas, en particular con el presbítero José Calletano Vallejo. La segunda esposa introdujo la Labor nombrada San Ysidro labrada con milpas, 30 cargas de dulce que dieran 300 pesos y algunas piezas de ganado. Según les fuentes notariales, en 1806 padecieron de un robo importante en la Hacienda. En la villa de Madrid tenía un hermano, Atanacio, quien se encargaba de gestionar un vínculo (exactamente en la villa de Carabanchel de Abajo). El vínculo fue asignado a Fernando. Todos estos detalles de corte social no son inútiles, porque nos ayudan a identificar el nivel social de Fernando Antonio, que creció en una familia que pertenecía a las élites secundarias.
Fernando hizo sus estudios en la Universidad de San Carlos y se mudó a Ciudad Real como profesor del colegio seminario. Lo encontramos en 1813 cura de la parroquia de Tila en la provincia de Chiapas. ¿Cómo fue que un sacerdote tan joven y sin muchos vínculos con esta zona logró ser elegido diputado a las Cortes como sucesor del presbítero José Mariano Robles ? Sabemos que mantenía una relación privilegiada con el obispo de Chiapas, Ambrosio Llano, lo que puede explicar su posición. No cabe duda que también pudo influir su precoz talento como orador y escritor. Tomó su papel de representante con mucho celo y redactó sobre la provincia muchos informes que revelan un diagnóstico crítico, con sugerencias precisas para desenclavar la entidad y solucionar los problemas de indios, clero, educación –en particular formó un expediente para obtener el derecho de fundar una Universidad en Chiapas- , circunscripciones administrativas, corrupción, finanzas. Su familia no parece haber sido el pilar de su ascenso social, sino más bien una voluntad difusa de aprovecharse de las nuevas formas de sociabilidad que aparecieron al surgir la dimensión pública de lo social, con el despliegue de las ideas del siglo de las luces. De hecho en un viaje que hizo a Madrid demostró su afán de cambio. Denunciaba la acción pública del corregidor de Quezaltenango, Francisco Chamorro, que utilizaba los fondos de comunidades para su comercio, y ni él ni sus herederos habían sido incriminados.
En febrero de 1815, había regresado a la Capitanía y actuaba como cura vicario rector del Sagrario de la Cathedral de Ciudad Real de Chiapas y era secretario de Cámara del Obispo. Fomentó lo que Chartier llama la « politización de la esfera pública literaria », siendo el fundador nato de la Sociedad de los Amigos del País en Chiapas; también fue miembro fundador de la Sociedad económica de los Amigos del País de la Ciudad Real de Chiapas. Fue después elegido diputado proprietario por la intendencia de la Ciudad Real ante las cortes ordinarias, para el período 1820-1821, y viajó nuevamente a Madrid, en donde se encontraba cuando se proclamó la Independencia centroamericana. Convencido de que los días del régimen de Iturbide estaban contados, decidió viajar a Guatemala en donde animó la vida política local hasta tal punto de que fue nombrado presidente de la Junta Preparatoria del Congreso Nacional, que debía resolver el asunto de la independencia absoluta de España y de México. Poco después llegó a ser Vice-Presidente de la misma Asamblea Nacional Constituyente.
Con un padre español que hizo su vida en Guatemala y con una carrera hecha en Chiapas, Fernando Antonio Davia tenía el perfil del ciudadano centroamericano, y de hecho fue un promotor ardiente de este nacionalismo : en una sesión de julio de 1823 a propósito del pabellón nacional, intervino con una moción « para que se designase su forma y señalar que debería de ser usado "desde luego", por la tropa permanente y las milicias nacionales que deberá enarbolarse en las funciones, y darse a conocer oportunamente por nuestros enviados a las naciones extranjeras ». A pesar de su condición de cura, sus convicciones políticas lo llevaron a defender numerosas medidas de corte bastante anticlerical. También adoptó posturas opuestas a los intereses a la oligarquía, cuando por ejemplo pidió otorgarle al tesorero de la Asamblea Nacional 60.000 pesos pertenecientes a la testamenteria del padre Don Domingo Juarros. A partir 1827 y durante la guerra civil Davia se mantuvo en su parroquia de Santo Domingo Xenacoh, donde había sido nombrado en 1823. En agosto de 1828 obtuvo del arzobispo Ramón Casaus y Torres la licencia para abrir un cementerio cerca del oratorio de Yampic en su parroquia. Poco después recibio el curato de Chimaltenango. Sin embargo, tras la victoria de Morazán fue considerado como reo de estado por haber sido elegido diputado durante la guerra civil. Sería interesante conocer mejor qué papel desempeñó en esta época. Años más tarde, en 1839, los conservadores le otorgaron el nombramiento de canónigo honorario, y murió poco después en la ciudad de Guatemala.


Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

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