Ficha n°47

ALVAREZ Y ESTRADA, José Maria



Cargo: Presbítero, Catedrático de Instituciones en la Universidad San Carlos de Guatemala.

Nació: el dos de febrero de 1777 en Santiago Guatemala.

Murió: el 26 de noviembre de 1820 en el puerto de Trujillo.

Padres: Estevan Alvarez y Ocheita ( ..... -1784) y María Marcela de Estrada y Del Castillo.

Resumen: El historiador Carlos Alfonso Alvarez-Lobos Villatoro afirma que el poblador Alonso Alvarez de Vega se radicó en Guatemala en 1593. Su hijo tuvo dos hijos naturales incluyendo a Estevan, quien fue un artesano especialista de joyería. El hijo de éste último, abuelo de José María, siguió el mismo negocio. El abuelo Estevan Alvarez y Ocheita se casó en 1712 con Petrona Antonia Ocheita y tuvieron tres niños: Estevan, Miguel y María. Este último Estevan, que sería el padre de nuestro jurista tuvo una familia que vivió sin muchos problemas económicos. Don Estevan gozaba de una fortuna de 3000 pesos al casarse, y su esposa aportó una dote de 1100 pesos. Cuando murió don Estevan dejó a sus ochos niños un capital de 20.000 pesos constituido por un negocio de mercancías. Pablo José, José María y Darío ingresaron a la orden Franciscana y dos de sus hijas se retiraron al beaterio de Belén para ayudar a los enfermos. Según el inventario de sus bienes, compró dos terrenos en el barrio del Sagrario y edificó una casa “en la calle que va de los conventos de San Francisco y Santa Clara(...)” y que iba “(...) hacia la finca del administrador de alcabala”.
José María Alvarez fue apadrinado por don José Antonio Santa Cruz, presbítero de la Congregación de San Felipe Neri. Según su primer biógrafo, José Mariano González, el padre Alvarez recibió las primeras letras en la escuelita de Belén, donde pudo haber conocido al fraile Adrián de San José, quien introdujo nuevos textos para facilitar el aprendizaje de los alumnos. La escuela estaba muy cerca de la casa paternal. Recibió la prima tonsura y las cuatro primeras órdenes del arzobispo Juan Félix de Villegas, a los 17 años de edad. Le fue concedido el subdiácono en 1798 por el Obispo de Nicaragua José Antonio de la Huerta Caso, y en octubre de 1803 fue ordenado, cumplidos sus 25 años de edad. Cuando se ordenó de sacerdote gozó de dos capellanías que se fundaron con este prepósito en 1804. La primera era de 3000 pesos y había sido creada con la herencia de su hermana doña Josefa Micaela Alvarez. Ignacio Batres y Asturias tenía una parte del capital a usura pupilar. La segunda capellanía, de 2000 pesos, había sido fundada por el albacea del padre José Antonio Santa Cruz. Con estos dos capitales el cura podía aspirar a ser ordenado a título patrimonial sin cargo de alma. De hecho lo que le interesaba entonces era continuar sus estudios, que había comenzado desde 1792. Entre 1792 y 1806 sacó grado de doctor en Teología y el de licenciado en Leyes. Desde septiembre de 1804 desempeñó la cátedra de Instituta, siendo su fiador don Ramón de Ybarra; y después, en 1808, cuando se sometió nuevamente a oposición la cátedra, su fiador fue el licenciado don José Francisco de Córdoba. También fue catedrático de latín en la Universidad.
José María perteneció a la Congregación de San Pedro y sirvió como capellán de la Iglesia de la Concepción desde 1810 hasta su salida hacia el puerto de Trujillo, donde murió de un brote de cólera. En su testamento había nombrado al padre Antonio González, capellán entonces del monasterio de Capuchinas. En la misma época otorgó un poder a don Pedro José Amazareño, agente en Madrid. José Maria Alvarez murió de camino hacia España, después del alzamiento del general Rafael de Riego y Núñez en Cádiz, el primero de enero de 1820: Fernando VII tuvo que restablecer la Constitución Política de la Monarquía Española de 1812 y convocar nuevamente a las Cortes. Posteriormente, Alvarez resultó elegido por San Salvador mientras lo era el doctor don Matías Delgado por San Miguel. Como Diputado a Cortes en 1820 por el Ayuntamiento Constitucional de San Salvador, para que, entre otras cosas, se debia encargar de una enseñanza considerada fundamental : "De la agricultura madre fuente de las necesidades de un país son desconocidos sus principios y sería muy conveniente una Cátedra en la Capital de la Parroquia para instrucción en la juventud en tan importante ramo". Sobre su personalidad, el arzobispo Ramón Casaus y Torres decía de él que era “uno de los eclesiásticos que han merecido mi estimación y parecio por su virtud, juicio literatura e irreprensible conducta asi en lo moral como en lo político”.Se puede decir que su nombre pasó a la posteridad por el cuidadado que pusó en redactar un manual de derecho que sirvió para formar miles de abogados en España y en América.


Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

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