Ficha n°87
ALVARADO, José Antonio
Cargo: Cura de Mazatenango, canónigo de Guatemala.
Nació: en Cartago.
Murió: 19 de junio de 1846 en la ciudad de Guatemala.
Padres: Antonio de Alvarado (Costa Rica).
Resumen: Entre las pocas figuras costarricenses que experimentaron una larga carrera en la provincia de Guatemala, figura sin duda alguna José Antonio Alvarado. En 1841, trás haber servido como cura en las diferentes parroquias de Guatemala durante veinte años, integró el cabildo eclesiástico de aquella provincia. Era una justa recompensa si se consideran los diferentes cargos que tuvo que desempeñar, y su acción pública anterior a este nombramiento.
Encontramos su presencia en Guatemala por primera vez en 1804, cuando se presentó ante el arzobispo de Guatemala para probar su nivel académico con el fin de ordenarse. Tuvo entonces que traducir un Brevario y ser examinado sobre varias materias morales en presencia de los señores examinadores sinodales. Su expediente de ordenación menciona también que el guardián de San Francisco, Francisco Antonio Velasco, lo vió hacer en su convento sus ejercicios espirituales por espacio de 10 días. José Antonio Batres, regidor del ayuntamiento, informaba que conocía al subdiácono José Antonio Alvarado, pues cuando era secular era uno de sus servidores en el almacén de su casa. En mayo de 1805, el obispo Luis Peñalver y Cárdenas lo ordenó presbítero en el oratorio de su palacio arzobispal … En 1810 fue nombrado cura interino de la parroquia de los Esclavos. Se encontraba todavía en esta parte muy caliente de Guatemala cuando se proclamó la Constitución Política de la Monarquía Española. Escribió en marzo de 1813 al arzobispo para dar cuenta del evento. Dijo que la constitución se había leído en alta voz en presencia de un gran número de vecinos de estos pueblos, que manifestaron su entusiasmo con vivas repetidas, repiques de campanas, luminarios, música y fuegos de pólvora. También menciona que él celebró una misa de acción de gracias, y que concluida la misa, los ayuntamientos y vecinos de estos pueblos prestaron juramento con asistencia del juez preventivo del partido. Fue después cura de Amatitlán durante 5 años, durante los cuales se preocupó del bien público propagando por ejemplo la la vacuna contra la viruela, gracias a lo cual la epidemia causada por esta infección no causó estragos en su curato.
En 1820 servía el curato de Mazatenango. Sus cartas al arzobispo o su actuación en los pueblos denotan un modo de pensar y un cierto dinamismo intelectual que se confirmó cuando aceptó de representar a la gobernación de Costa Rica, en calidad de vocal de la Junta Provisional Consultiva que se formó en la ciudad de Guatemala tras la Independencia de septiembre de 1821. En noviembre de 1822 aparecen más pruebas de su madurez política, porque una carta de Vicente Filósola al Obispo denuncia las palabras sediciosas del padre cura de Mazatenango, quien parece ser que aprovechó el púlpito para denunciar la campaña militar que se preparaba contra las autoridades salvadoreñas que se negaban a acceptar la Unión al Imperio de Iturbide. Alvarado se mantuvo muy activo políticamente, porque fue elegido como diputado a la Asamblea Nacional Constituyente, siempre como representante de Costa Rica – junto a los diputados y suplentes Luciano Alfaro, Juan Santos Madriz y Pablo Alvarado–, tras el derrumbe de aquel Imperio.
Durante la Federación parece que fue enviado a Londres para servir como ministro de Centro América, y fue uno de los que negoció con una sociedad privada inglesa un préstamo. Hablaba inglés y era capaz de traducir cualquier texto. Mientras que la vida política de la Federación se agitaba por el problema de la ereción de una diócesis en San Salvador, Alvarado empleó su pluma para intervenir en un asunto que no tenía que ver con el clero, a pesar de su condición de eclesiástico. Quiso intervenir en el debate político con un largo folleto asimilable a la propaganda, donde denuncia las irregularidades que llevaron a la elección de Manuel José Arce, conforme a la convocatoria del 5 de mayo de 1824 para el cargo de primer Presidente de la Federación. Para Alvarado el Presidente legítimo era José Cecilio del Valle, por lo cual publico en su defensa un largo folleto. El análisis de su posición política no es tan fácil, porque no cabe duda que el hombre formaba parte del partido liberal, que era favorable a la elección de Arce. Incluso los propios liberales le ofrecieron un espacio en su periódico El Liberal, trabajo títulado Alcance al número 23 del liberal, para presentar sus argumentos. Sus escritos fueron criticados por los editores del Indicador en el número 48. José Antonio no fue el único en denunciar las maniobras que se hicieron a raiz de esta elección. El día mismo de la eleccion, el diputado Pablo Alvarado se mostró inconforme, sin embargo fueron entonces escacas estas manifestaciones de una cierta independencia de espíritu y de legalismo. Sólo los diputados federales aceptaron reunir una comisión especial para analizar los puntos defendidos por Alvarado, pero según A. Marure fue la personalidad de Valle – su carácter dominante –lo que pesó más en el asunto e hizo que la elección de Arce fuera finalmente validada. Después de estos acontecimientos, pensamos que José Antonio Alvarado pudo sentir en su carne las flechas de las acusaciones que se hicieron en su contra dentro del bando liberal. Por esa razón tal vez decidió alejarse de la ciudad de Guatemala. En abril de 1827 estaba de vuelta en su parroquia de Mazatenango, pero tuvo que entablar un juicio contra el presbítero José Antonio Aguilar por deuda. En 1825 Aguilar fue encargo por Alvarado de la adminisitración de su curato en que se mantuvo el término de cuatro meses y algunos días. Aguilar había sido obligado a dar mensualmente a Alvarado la cantidad de 60 pesos de los productos que rendía la administración, es decir en total 240 pesos. Pero solamente verificó la entrega de 100 pesos. Los jueces eclesiásticos condenaron el padre Aguilar a pagar en un plazo de tres días. Tras la victoria militar de los liberales bajo el mando del general Francisco Morazán, José Antonio Alvarado volvió a la ciudad de Guatemala. Aceptó nuevos cargos que dan testimonio de la consideración bastante alta que supo conservar en el mundo político centroamericano. El 20 de septiembre de 1839, el cabildo eclesiástico informó al gobierno haber nombrado como canónigo al párroco de Mazatenango. Esta prestigiosa promoción recompensaba las múltiples responsabilidades que este padre costaricense había desempeñado para la Federación. Había sido también Senador y Director de la Academia de Ciencias de la Ciudad de Guatemala.