Ficha n°88
MARROQUÍN, Francisco
Cargo: Obispo de Guatemala.
Caso: Francisca de Palacios.
Nació: circa 1478 en Burgo de Osma, España .
Murió: 18 de abril de 1563 en Santiago de Guatemala.
Padres: Don Pedro del Valle y doña Juana Ruiz Marroquín del Pumar.
Resumen: El licenciado Francisco Marroquín fue el primer obispo de Guatemala. Obtuvo el grado de licenciado en Sagrada Teología en la Universidad de Osma y ascendido al sacerdocio. Antes de su ordenación se casó con Francisca de Palacios, de cuyo matrimonio nació Alonso Marroquín, quien en 1538 pasó a América, desde Berlanga, Extremadura, se casó con doña Mencia Hurtado de Mendoza y se avecindó y dejó sucesión en Santiago de Guatemala. El licenciado Francisco Marroquín coincidió con Pedro de Alvarado en la Corte española, en 1528, y vino a Guatemala junto con éste. El 03 de junio de 1530, Alvarado lo presentó en el Cabildo de la ciudad de Guatemala para que ejerciera el cargo de cura de la ciudad. Cuando Marroquín fue a México por la colación y canónica institución de su beneficio, el obispo no solamente le dio la colación, sino que lo nombró su provisor y vicario general en la gobernación de Guatemala, y por lo tanto, también se constituyó en juez eclesiástico de dicha jurisdicción. Estudió las lenguas nativas y las dominó al punto que las pudo enseñar a los ministros que vinieron después.
En 1533 fue presentado, por la Corona, para el obispado de Guatemala y el Papa Paulo III (1534-1549), por medio de la bula del 18 de diciembre de 1534, lo nombró tal obispo y, al mismo tiempo “protector de los indios”. El obispo Juan de Zumárraga lo consagró en México el 07 de abril de 1537, y el 20 de octubre del mismo año, siempre en México, hizo la erección de la Iglesia de Guatemala.
Cuando recibió la bula de su nombramiento de obispo no habían sacerdotes, sino solamente 4 ó 6 clérigos, así que uno de sus primeros afanes fue de traer ministros para la administración de los sacramentos de la Iglesia Católica. Siendo cura estableció la primera escuela para las primeras letras, y ya como obispo logró que el rey proveyera una cátedra de Gramática Latina en la ciudad de Guatemala, sin embargo, no logró que se erigiese Universidad ni que se fundase un Colegio de la Compañía de Jesús. Por lo tanto, en su testamento dejó 2.000 pesos y varias tierras que poseía en Jocotenango, para que se fundara un Colegio. Edificó el hospital llamado Santiago para atender a los pobres, y un Colegio para niñas huérfanas. Tampoco pudo lograr establecer un monasterio para religiosas. Construyó la iglesia parroquial de Ciudad Vieja y el edificio de la catedral. En 1555 solicitó del Papa Julio III que la catedral de Guatemala gozara de todas los privilegios que se le concedieron a la Iglesia de Santiago, en Galicia.
En 1546 asistió a la Junta que convocó en México el visitador don Francisco Tello de Sandoval, inquisidor de Toledo. Y en 1555 envió un prebendado de la Iglesia de Guatemala —Diego de Carvajal— para que lo representara en el primer Concilio Mexicano. Murió el viernes santo, 18 de abril de 1563. Estuvo al frente de la Iglesia de Guatemala 33 años: 4 como provisor y vicario general del obispo de México, y 29 como obispo de Guatemala.
Como consecuencia de la muerte del adelantado Pedro de Alvarado, el ayuntamiento de la ciudad de Guatemala, el 17 de septiembre de 1541, determinó que mientras el rey nombraba gobernador para el Reino, lo fueran el obispo Francisco Marroquín y el licenciado Francisco de la Cueva, quienes ejercieron el cargo hasta el 17 de mayo de 1542.
El 01 de diciembre de 1551 fue testigo en la información recibida para la probanza de los méritos y servicios del intérprete de la Audiencia de Los Confines, Juan Fernández Najara, a quien conocía desde hacía 13 años, más o menos. Afirmó que Fernández Najara había servido de intérprete a Pedro de Alvarado, al licenciado Alonso Maldonado, a Francisco de la Cueva y a los oidores de la Audiencia de Guatemala.
El obispo Marroquín fue un personaje dinámico y un actor clave para la institucionalización del Estado español, cuya inestable administración pública en el territorio de la provincia de Guatemala era propia del período de transición de la conquista a la consolidación del sistema hispánico en América. Esto es fácilmente comprobable por medio de una serie de cartas que escribió a los monarcas españoles donde les informó sobre los problemas y la situación del orden social, en formación, de Guatemala. Su preparación intelectual le permitió comprender el significado y alcance prospectivo de los hechos y problemas que refirió y, al mismo tiempo, sugirió la solución. Sus cartas, son una fuente de primera mano para la investigación histórica del Reino de Guatemala. Fue testigo y protagonista de los acontecimientos que relata en ellas, pues estuvo inmerso en todos los órdenes de la sociedad colonial de su tiempo y en su correspondiente problemática. Los temas que trató en sus epístolas son multitud: la situación de los eclesiásticos, el problema de los diezmos, la recolección de los tributos, la formación de reducciones, el trabajo de los indios, la actuación de las autoridades civiles, la conquista de tierras “nuevas”, el problema de las hijas naturales de los españoles, etc. Sus cartas constituyen una relación inmediata de los sucesos o acontecimientos y de la situación presente que vivía la colonia española recién fundada. [...] El contenido de sus cartas lo forman los hechos y situaciones de la sociedad guatemalteca, en formación, desde 1534 hasta 1563.
Su testamento es una prueba más del carácter dinámico de nuestro personaje, pues su lectura nos conduce por los recovecos de sus actividades en todos los ámbitos de la sociedad de su tiempo —principalmente como agente económico, social y espiritual— lo que le permitió amasar una gran fortuna. Lo vemos como hacendado, encomendero, dueño de esclavos, prestamista, comerciante, fundador de obras pías, arrendatario de diezmos, fundador de instituciones socioeconómicas, de beneficio popular y espirituales, etc. etc. Con esta infinidad de funciones es innegable que influyó, de forma determinante, en la estructuración institucional de aquella sociedad incipiente, lo cual permite agregarle una función política y administrativa secular.