Ficha n°89
DUEÑAS, Francisco
Cargo: Vice-Presidente de la Republica de El Salvador (1841), Senador (1856).
Caso: el 8 de febrero de 1866 en San Salvador con Teresa Dárdano, v. de N. Orellana.
Nació: el 3 de diciembre de 1810 en San Salvador .
Murió: el 4 de marzo de 1884 en San Francisco, Estados Unidos.
Padres: Miguel José Dueñas Burgos nativo de San Salvador> y Secundina Josefa Díaz Solórzano nativa de Sonsonate.
Resumen: Hizo sus estudios primarios en esa ciudad y después viajó a Guatemala, bajo la tutela de un tío suyo que era religioso del Convento de Santo Domingo. Dueñas optó por el sacerdocio y profesó a los 17 años de edad. Luego siguió sus estudios de derecho y se recibió de abogado en 1836. Cuando regresó al Estado de El Salvador, fue nombrado por el General Francisco Morazán como Sub-secretario General. Este fue el inicio de su larga carrera política.
Unos años después, cuando ejercía el poder nacional el General Francisco Malespín, Dueñas fue acusado de conspirar contra el gobierno, razón por la que se ordenó su destierro en compañía del presbítero Isidro Menéndez. Sin embargo, la disposición no se llevó a cabo por la intervención del Supremo Tribunal. Después del derrocamiento de Malespín, Dueñas fue nombrado Ministro General y posteriormente electo Senador. El presidente Eugenio Aguilar (1846-1848) lo nombró Ministro de Relaciones Exteriores. En el gobierno de Doroteo Vasconcelos tuvo de nuevo el cargo de Senador y debido a la guerra que de 1951 contra Guatemala, quedó a cargo de la presidencia como Senador designado.
Después de la derrota de Vasconcelos en la batalla de La Arada, el gobierno liberal entró en crisis, al grado que después de una serie de maniobras políticas, en 1952 la presidencia quedó en manos de Francisco Dueñas que gobernó hasta el 1 de Febrero de 1954. En 1856 fue declarado Vice-presidente. El año siguiente, cuando regresaba de Nicaragua, después de la campaña contra los filibusteros, Gerardo Barrios se rebeló contra el presidente Rafael Campo. Al parecer tenía algún entendimiento con Dueñas y lo llamó a aceptar la presidencia. Sin embargo, Dueñas fue a reunirse con Campo y negó su apoyo a Barrios, quien ante el rumbo que tomó la situación fue obligado a someterse. (buscar más información)
Este fue el inicio de un largo conflicto entre Dueñas y Barrios, que culminaría con el fusilamiento del último en 1865. En 1858, bajo la presidencia de Miguel Santín del Castillo, Barrios fungía como Comandante General; esta oportunidad la aprovechó para cobrarle a Dueñas el no haberle apoyado el año anterior. Barrios promovió un juicio contra Santín, con esta maniobra buscaba apoderarse de la presidencia y sabiendo que no contaba con el consentimiento de Dueñas lo expulsó hacia Guatemala. En ese Estado Dueñas intentó montar un movimiento contra Barrios, pero no contó con el apoyo de Carrera, por lo que se fue a Nicaragua, regresando después a El Salvador. Estando allí fue acusado por Gerardo Barrios de conspirar para asesinarlo, siendo encarcelado. Sin embargo, cuando fue llevado a juicio no se pudo comprobar nada en su contra. Aun así, Barrios ordenó su expulsión, yendo nuevamente a Guatemala. Esta situación se complicó con la posterior disputa entre Barrios y el clero, en el año de 1862 y que culminó con la salida de El Salvador del obispo Pineda y Zaldaña y de los curas que se negaron a aceptar las disposiciones anticlericales de Barrios. En Guatemala se unieron con dueñas y apoyados por Carrera comenzaron a conspirar contra su enemigo común.
En 1863, la situación política se complicó sobre manera contra Barrios. Junto con el nicaragüense Máximo Jerez se embarcó en un nuevo intento de reunificación centroamericana que fue mal visto por Rafael Carrera, quien invadió El Salvador, pero fue derrotado por Barrios en la batalla de Coatepeque. Dueñas y Carrera regresaron a Guatemala, pero no desistieron de sus objetivos, pocos meses después volvieron a atacar. Esta vez Barrios no pudo manejar la situación. Su gobierno enfrentaba una fuerte oposición en el interior, y además se había involucrado en una guerra contra Nicaragua. La ciudad de Santa Ana estaba guarnecida por las fuerzas del General Santiago González, hasta entonces hombre de confianza de Barrios, pero cuando González se dio cuenta de que la oposición contra Barrios crecía optó por abandonarlo, aunque no se pasó inmediatamente al bando de Carrera, quien lo atacó y venció fácilmente.
Una vez dominada Santa Ana, Dueñas fue proclamado presidente el 10 de julio de 1863. Sin embargo, Barrios se atrincheró en San Salvador, que fue sitiada por varios meses, hasta que Barrios se vio obligado a abandonar la plaza y huir hacia el oriente, embarcándose en La Unión y saliendo al exilio. Una vez consolidado en el poder, Dueñas convocó a una Asamblea Constituyente que confirmó su nombramiento como presidente. En enero de 1865 fue electo presidente constitucional. Ese mismo año falleció el general Rafael Carrera. Esta oportunidad fue percibida por los liberales como el momento propicio para acabar con Dueñas. Barrios de había trasladado de Nueva York a Costa Rica y desde allí mantenía contacto con sus aliados en El Salvador. El General Trinidad Cabañas se pronunció en San Miguel contra el gobierno, pero una fuerza al mando del General González lo derrotó fácilmente. Barrios que se dirigía a reunirse con los alzados fue capturado en Nicaragua y extraditado hacia El Salvador. Dueñas sabía que Barrios siempre sería un peligro para él y decidió aprovechar esta oportunidad. Barrios fue enjuiciado y condenado a muerte. La sentencia se cumplió el 28 de agosto de 1865.
Una vez libre de la amenaza de Barrios, Dueñas pudo dedicarse sin mayores sobresaltos a su labor de gobierno. Se le atribuye haber saneado el presupuesto nacional. Una parte importante de su gestión y que ha sido poco destacada es la referente a obras públicas. Construyó el Palacio Nacional, el Parque Bolívar y el antiguo Teatro Nacional. Introdujo el telégrafo, construyó una bodega en el puerto de La Libertad e hizo mejoras en los puertos de La Unión y Acajutla. Bajo su gobierno se introdujo el agua potable en Santa Tecla. En San Salvador se construyeron los puentes de Candelaria y Los Encuentros sobre el río Acelhuate. La apertura de carreteras fue otra de sus prioridades. En La Libertad se abrió la parte del “Guarumal” un difícil tramo de la vía hacia el occidente. Se abrió una carretera de Ilobasco a Sensuntepeque y se terminó la que va de San Salvador hacia el puerto de La Libertad. La estabilidad política de esos años ayudó para que se fortaleciera la economía y se expandiera el cultivo del café, actividad con la que Dueñas estuvo muy vinculado.
A partir de su reelección en 1869 aumentó la oposición contra Dueñas. Una revolución acaudillada por Santiago González, su antiguo aliado, lo sacó del poder en 1871. Dueñas fue apresado y sometido a juicio, del cual se libró con relativa facilidad, pues en el fondo González no estaba muy interesado en mantenerlo en prisión. Una vez libre salió al exilio, regresando al país para salir nuevamente en 1878, cuando se le acusó de conspirar contra el presidente Rafael Zaldívar. Murió en San Francisco California el 31 de marzo de 1884.
La vida política de Francisco Dueñas fue larga y llena de vicisitudes. Es evidente que mucho de lo que El Salvador llegó a ser estuvo relacionado con las acciones de hombres como Dueñas. Sin embargo, cuando se revisa los escritos historiográficos se nota un gran desbalance. Aquellos que de algún modo estuvieron vinculados con el llamado “conservadurismo” han sido marginados y cuando aparecen es para ejemplificar con ellos los rasgos más negativos de la práctica política de aquellos años de formación del Estado nacional. La historiografía salvadoreña de mediados del siglo XIX está marcada por las figuras de Gerardo Barrios y Francisco Dueñas. Sin embargo, mientras que Barrios ha llegado a ser considerado el “héroe nacional” desplazando al caudillo unionista Francisco Morazán y otros caudillos como Francisco Menéndez, Tomás Regalado y otros, a Dueñas se le ha visto como un conservador a ultranza, culpable de la muerte de Gerardo Barrios.
Estos juicios, hechos con las limitantes de una historia política estrecha y muy condicionada por los estereotipos del siglo pasado, ayudan muy poco a entender la forma como se fue construyendo el Estado salvadoreño y como se fueron desarrollando las distintas facetas de la vida social y económica. Mientras que para el caso de Barrios se tienen varias biografías (que en buena medida son panegíricos) en donde solo se realzan sus “méritos y virtudes”, dejando de lado sus debilidades y contradicciones; de Dueñas no existe, ningún investigación seria.
Asimismo cuando se tratan de establecer las obras llevadas a cabo en los años en que cada uno ejerció el poder, la balanza se inclina exageradamente a favor de Barrios, sin considerar aspectos tan elementales como el hecho de que, en realidad, Dueñas estuvo en el poder más tiempo que Barrios, y que cuando este ejerció la presidencia mucho de sus esfuerzos estuvieron dirigidos a conspirar contra sus enemigos, a enfrentar los conflictos con los países vecinos y a develar complots en su contra. Lo cierto es que mucho de lo que se dice fueron logros de Barrios (desarrollo de la caficultura, educación pública, reformas judicial, profesionalización del ejército, etc.) son producto de la mente de sus apologistas, o en el mejor de los casos, proyectos que Barrios quiso realizar, pero que la mayoría de las veces fueron pospuestos o truncados por otras prioridades.
Juan José Cañas afirma que el periodo de gobierno de Dueñas fue de mucho progreso económico para el país. “no ha habido ni habrá jamás en El Salvador una afluencia de dinero circulante como la de entonces”.1 Es muy difícil establecer cuánto hay de verdad en este juicio, pero pareciera que efectivamente esos fueron los años en los que se sentaron las bases del desarrollo de la economía nacional.