Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica

1No cabe duda que, bajo el Antiguo Régimen, la vinculación sacerdotal y religiosa haya sido regida por leyes no escritas: el capital social y el nivel de riqueza de los candidatos eran los criterios más eficaces para ser aceptados entre los servidores de Dios. La vida de Tomás de Beltranena del Llano es en este campo ejemplar de las vocaciones religiosas heredadas de su condición misma de cadete en una familia de la élite social. De acuerdo con la mentalidad de la época, para el padre de familia la vocación de su hijo era prueba de que su propia acción pública y privada en la Capitanía General de Guatemala era apreciada por Dios. De hecho el grupo Beltranena cuadra bien con este tipo de familia de poder con un alto nivel social alcanzado en muy poco tiempo; podían agradecer al Señor por la rapidez de este destino social.

2Una familia, de cierta manera “electa” por Dios, porque cuando Pedro de Beltranena dejó Irurita en Navarra era un niño de 18 años que, si se hubiese quedado en España no habría tenido esperanzas de promoción social. Gracias a un conjunto de factores - que ampliaremos en otra ficha biográfica sobre la vida de Pedro de Beltranena – este criado supo consolidar un núcleo familiar que tenía un cierto reconocimiento social cuando murió en 1821. Un estatus que los hijos supieron utilizar para desempañar un singular papel político: Manuel fue intendente de Nicaragua y Mariano fue Vicepresidente de la Federación Centroamericana. Claro que este éxito es inseparable del de la pudiente familia Aycinena con la cual su padre estaba ampliamente asociado. Esta alianza estratégica explica que Juan Fermín Aycinena haya sido en 1779 el padrino de nacimiento de Tomás. La presencia del canónigo Antonio Alonso Cortés, Comisario de la Santa Inquisición, quien celebró el bautizo, prueba el prestigio que había adquirido la familia Beltranena en la sociedad colonial. Su madre María Josefa del Llano y Delgado de Nájera era además una mujer influyente, porque su padre había ocupado durante muchos años el puesto de Tesorero de las Cajas Reales y se había casado con una hija que provenía de la vieja aristocracia criolla.

3Tomás desarrolló una carrera clásica que le permitió ocupar puestos de responsabilidad dentro de la Iglesia. Alrededor de 1801 era miembro del cuerpo de abogados de la ciudad a pesar de las disposiciones canónicas que tendían a limitar esta doble actividad. El arzobispo Rafael de la Vara de la Madrid lo ordenó sacerdote el 26 de junio de 1808. Vivía entonces en la capital gozando de sus ingresos patrimoniales en el ambiente protegido de la casa familiar de los Beltranena. Vivía de manera lo suficientemente confortable para permitirse, por ejemplo, la compra en subasta pública de los 37 tomos de “L’Histoire eclésiastique par Fleury”. Un buen negocio si se piensa que el conjunto estaba entonces avaluado en 70 pesos. En esta época trabajaba en los despachos de la curia diocesana como juez de Capellanías. Demostró independencia, como cuando se negó a otorgar un préstamo de 2000 pesos al pudiente comerciante Manuel Peinado porque este último no presentaba suficientes garantías financieras. En 1813, cuando tenía solamente el título de bachiller, el claustro de la Universidad lo encargó de impartir cursos de derecho canónico en ausencia del titular de la cátedra. El 15 de marzo de 1814 fue electo en representación de la provincia de Comayagua, junto con Manuel Pavón, a la diputación provincial de Guatemala, Chiapas, San Salvador y Comayagua pero no tomó posesión de su cargo. Este año sirvió la parroquia de Chinautla. Al mismo tiempo sus ingresos le permiten practicar la usura: por ejemplo sabemos que el presbítero Antonio Corral le pidió 1000 pesos.

4No tenemos mayor información sobre su destino y actuación política durante los años cruciales de la Independencia y de la vida federal. Es bastante extraño si tenemos en cuenta que estaba todavía vivo en 1842. Mientras sus otros hermanos ocupaban ampliamente el espacio político, él no se involucró en política ni tomó parte activa en la vida pública (aunque sobre ésto habría que realizar un estudio más profundo sobre un periodo federal que sigue siendo poco estudiado). En esa fecha de 1842, estando el gobierno dispuesto a gestionar ante santidad la designación de un obispo auxiliar para Guatemala, el cabildo eclesiástico lo propuso en la terna junto con el presbítero Francisco Paula García Peláez y el presbítero José María Barrutia.