Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica

1Hacer énfasis en el papel que los allegados de una persona ejercen en su carrera no es verdaderamente nuevo en la historiografía hispanoamericana: en un estudio de 1951, que fue publicado en la Revista Mexicana de Sociología, François Chevalier subrayaba la importancia de estos actores cuando analizaba el sistema de antiguo régimen. Sin embargo, esos lazos son ahora analizados con más fineza y las bases de datos permiten cruzar la información sistemática y rápidamente. Aunque con cierta reserva, ya podemos tomar en cuenta la duración de la relación, su intensidad, las enemistades, etc., y reconstruir redes que incluyen vínculos particulares que sirven puntualmente para tal o cuales fines. El caso del arzobispo de Guatemala, Pedro Pardo de Figueroa, es ejemplar. Fue una de esas personas que gobernaron su diócesis por medio de un conjunto de personas que constituían un verdadero grupo de poder.

2De su juventud y formación los datos son escasos. Sabemos que entró a la Orden de los Mínimos en el hospicio de la capital peruana. En 1729 fue designado Superior del convento de Lima. Pasó a España, donde el Cardenal Aldo Brandini lo nombró teólogo y examinador de la Nunciatura.

3En septiembre de 1735, el monarca español lo presentó para el obispado de Guatemala. En diciembre de ese mismo año se emitieron las correspondientes bulas. Fue consagrado en México en septiembre de 1736 y el 22 de septiembre del año siguiente hizo su entrada pública en su sede de Santiago de los Caballeros.

4Tuvo varios enfrentamientos con las autoridades civiles por cuestiones de protocolo y de jurisdicción, especialmente con Tomás de Arana, Oidor decano de la Audiencia. John Browning narra los hechos en un artículo de la Historia General de Guatemala: según su testimonio un tal Francisco de Aragón denunció al arzobispo al Comisario del Santo Oficio por el relajamiento de costumbres que se notaba su diócesis.

5Concretamente hizo referencia que en una casa de descanso que tenía el arzobispo en las afueras de la ciudad, “había festejado su elevación a la sede eclesiástica con siete corridas, cuatro comedias y opíparos banquetes”.

6Al Arzobispo se le acusaba además de haber propiciado la muerte del Fiscal de la Audiencia, y de que posteriormente “se metió debajo del capote a la mujer del difunto, y se la llevó a su palacio, siendo las doce de la noche…”.

7Horacio Cabeza Carcache en un artículo de la misma Historia General de Guatemala cita el ejemplo del conflicto que se armó el 18 de noviembre de 1736 entre el Ayuntamiento y la Iglesia “a fin de conseguir que se respetara su derecho a un sitial de honor en la Catedral, el Ayuntamiento en pleno decidió no asistir a la toma de posesión del Obispo Pedro Pardo de Figueroa y desobedeció una orden expresa de la Audiencia en tal sentido”. Esta actitud de rebeldía abierta provocó una reacción muy fuerte de la Audiencia, que decidió deponer y encarcelar a los alcaldes comprometidos y organizar una nueva elección.

8Fray Pedro Pardo recorrió varias veces su diócesis. Dejó siete gruesos volúmenes que atestiguan del trabajo de inspección realizado (2.417 folios). Su secretario personal fue José Dávila Valenzuela. Su periodo de gobierno corresponde con un aumento notable de la influencia de los jesuitas, sobre todo en la capital del Reino. De hecho estuvo mucho tiempo en el poder -permaneció en Guatemala durante 14 años (1737-1751)- más que suficiente para organizar una clientela capaz de defender su política. Esta influencia de la orden de San Ignacio de Loyola se nota también a la hora de morir, pues en la misa funeral un jesuita, Miguel de Benjumea, pronunció un sermón titulado “El Pastor de ocho talentos que multiplicó, como ninguno, todos los talentos de Dios con los del mundo”.

9Su devoción al Cristo de Esquipulas – culto que recibió un reconocimiento oficial cuando Pardo de Figueroa dijo que este Cristo le había curado de una enfermedad contagiosa - le movió a emprender la edificación del santuario que alberga la imagen del mismo nombre. La construcción arrancó hacia 1740 bajo la responsabilidad del arquitecto Felipe de Porres aunque el diseño pudo ser de su padre Diego.

10A finales de 1743 se consiguió que la iglesia de Guatemala fuera erigida en Iglesia arzobispal, pasando Pardo a ser su primer arzobispo metropolitano, teniendo como sufragáneas las diócesis de Nicaragua, Chiapa y Comayagua. El 14 de noviembre de 1745 se celebró la función de recepción del palio arzobispal. El Licenciado Antonio de Paz y Salgado, Abogado de la Real Audiencia de Guatemala, en su libro “Las Luces del Cielo de la Iglesia Difundidas en el Emispherio de Guatemala”, describió con detalle las ceremonias y los festejos que se llevaron a cabo durante cinco días.

11Jorge Lujan Muñoz en la Historia General de Guatemala apunta que, en julio de 1747, contrató al maestro tallador Francisco Javier de Gálvez para realizar un retablo destinado a la Catedral de Guatemala por el precio considerable de 4.800 pesos, “y que tenía que ser entregado en blanco (sin dorar) en un año y cuatro meses”. Según el testimonio del hacendado Joseph Manuel de Jáuregui “Este diho Sr murio en el Pu. de Ysquipulas: el dia martes a los 4 de la mañana dia 2 de febrero año de 1751 de garrotillo: dia de mi Sra de la Purificacion y llevaba de su gobierno: 14 años 4 meses y 11 días”.

12Su sucesor en la mitra de Guatemala fue Francisco José de Figueredo y Vitoria .

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