Ficha n° 1818
Creada: 08 febrero 2008Editada: 21 febrero 2008
Modificada: 10 febrero 2008
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Autor de la ficha:
Nadia PREVOST URKIDIEditor de la ficha:
Jordana DYMPublicado en:
ISSN 1954-3891BRASSEUR DE BOURBOURG, Charles-Étienne
- Cargo o principal ocupación:
- Americanista francés especializado en etnohistoria de México y de Centroamérica entre 1846 y 1874
- Nació:
- 8 de septiembre de 1814 en la ciudad de Bourbourg (Francia)
- Murió:
- 8 de enero de 1874 en la ciudad de Nice (Francia)
- Padres:
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1Charles François Joseph Brasseur (1775-1845) y Julie Pélagie Louise Joos (1787- 1839 o 1840) [casados el 2 de mayo de 1810]
- Resumen:
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1Nacido en una familia burguesa de Flandes, Charles-Étienne Brasseur hubiera podido escoger una carrera de comerciante para sustentarse pero sus sueños juveniles lo condujeron a tomar otros caminos. Su encuentro con el poeta Alphonse de Lamartine (1790-1869), que le facilitó su llegada a París, fue determinante en su elección de hacerse literato. En la capital francesa, frecuenta diversos círculos literarios y colabora como “redactor literario” en los periódicos Le Temps y Le Monde. En 1839, publica Le Sérapéon, primera de una larga serie de novelas teñidas de moral católica que escribió hasta 1853. Estas obras, principalmente destinadas a los conventos y a la juventud católica, conocieron un cierto éxito editorial que le aseguró ingresos puntuales durante toda su vida.
2Después de la publicación del Sérapéon, y por razones que quedan todavía oscuras, Brasseur decidió en 1840 entrar en el Seminario de Gante (Bélgica) donde sus padres habían emigrado en 1838. Cinco años más tarde, en febrero de 1845, fue ordenado sacerdote en Roma donde se había instalado desde 1843 para seguir los cursos de la Sapienza y del Colegio Romano. En Roma, encontró a León Gingras (1808-1860), un sacerdote canadiense, que con acuerdo de sus superiores lo invitó a poner su pluma y sus conocimientos al servicio del Seminario de Quebec (Canadá). La experiencia canadiense, que duró entre el otoño 1845 y la primavera 1846, marcó una ruptura en su trayecto: al oponerse abiertamente a la política religiosa “encogida” del Seminario de Quebec perdió todas sus posibilidades de hacer una gran carrera eclesiástica que requería calidades de conciliación y de diplomacia que entonces eran lejos de ser su privilegio. Al salir de Canadá, se refugió en la diócesis de Boston (Estados-Unidos) donde sus ideas ultramontanas y su oposición al Seminario de Quebec le aseguraron una recepción amistosa por parte de Monseñor John Bernard Fitzpatrick (1812-1866). Allá, por primera vez, descubrió The Conquest of Mexico de William Hickling Prescott (1796-1859) que trastornó el curso de su vida al apasionarle por la historia antigua de los amerindios que hasta entonces veía sólo como “salvajes”. En efecto, la lectura de esa obra le dio ganas de profundizar su conocimiento del pasado antiguo de las naciones indígenas que poblaron México y la América central antes de la Conquista, lo que para su época parecía una meta imposible. Así el año 1846 marca la entrada de Brasseur de Bourbourg en lo que unos años más tarde se llamaría el “americanismo”.
3De vuelta a Roma en noviembre de 1846, Brasseur de Bourbourg comenzó a estudiar no sólo las crónicas coloniales y la obra Antiquities of Mexico de Lord Edward King Kingsborough (1795-1837), sino también los documentos indígenas “originales” como el Códice Borgia o el Códice Ríos (hoy en día más bien conocido como el Códice Vaticanus A). Poco a poco se convenció de que la “llave” del pasado amerindio de la zona mexicana y centroamericana radicaba en el conocimiento tanto de las lenguas vernáculas como de la “literatura” amerindia. De la misma manera que existía en Europa una “filología oriental” ya institucionalizada en la Société asiatique (creada en 1822), y que era principalmente basada en el estudio de los idiomas y de los documentos en lenguas orientales, Brasseur de Bourbourg pensaba posible fomentar una “filología americana” que permitiría un nuevo acceso hacía el pasado americano. Fue con esa idea y ya con el plano del primer volumen de su Histoire des nations civilisées du Mexique et de l’Amérique-Centrale durant les siècles antérieurs à Christophe Coloma que planificó un viaje de estudio a México donde llegó en noviembre de 1848.
4La estancia de Brasseur de Bourbourg en la capital mexicana, entre noviembre de 1848 y julio de 1851, fue capital para la formación intelectual del personaje. Allí se puso muy rápidamente en contacto con los miembros de la elite mexicana versada en el estudio del pasado amerindio: entre otras personas, Isidro Rafael Gondra (1788-1861), conservador del Museo nacional desde 1835, Lucas Alamán y Escalada (1792-1853), historiador y político, Manuel Larrainzar (1809-1884), abogado, erudito y diputado originario de Chiapas, José María Lacunza (1809-1869), poeta y abogado, Basilio Manuel Arrillaga (1791-1867), jesuita, doctor de derecho canónico y profesor en la Universidad de México, José María Andrade (1807-1883), librero, editor y erudito, José María de Jesús Díez de Sollano y Dávalos (1820-1881), obispo de León, doctor de teología y rector del Colegio San Gregorio y José Felipe Marroquín Zaldivar (s.f.-1853), naturalista, le brindaron sus conocimientos y su ayuda. Entre las personas que tuvieron más influencia sobre el pensamiento brasseuriano, hay por otra parte que destacar la figura de Faustino Galicia Chimalpopoca (s.f.-1877), profesor de derecho en el Colegio San Gregorio y de nahuatl en la Universidad de México, que fue su profesor particular. Por otra parte, hay que señalar una particularidad del viajero francés: su participación activa y regular en los debates y trabajos de la Sociedad Mexicana de Geografía y Estadística durante los meses que siguieron su integración como socio corresponsal (el 21 de noviembre de 1850). Si el hecho de recurrir a los eruditos locales para tener acceso a sus bibliotecas privadas o a sus colecciones arqueológicas era bastante común entre los viajeros europeos que llegaban a México, parece más extraño el hecho de ver a un viajero europeo buscar el establecimiento de una verdadera colaboración “científica” con sus “colegas” mexicanos. Lejos de menospreciar el saber de la elite local, Brasseur de Bourbourg lo valoraba como iba a valorar más tarde la palabra indígena recogida durante sus viajes.
5Por otra parte, durante su primera estancia en México, Brasseur de Bourbourg armó tanto su “práctica sabia” (buscar y estudiar los documentos en lengua indígena, colectar las gramáticas y vocabularios escritos sobre esas lenguas, prestar atención a los costumbres y a las tradiciones orales, etc.) como su discurso leitmotiv sobre la imperiosa necesidad de desarrollar una filología americana (estudio de las lenguas y literaturas amerindias). Ese tema fue su caballo de batalla durante toda su carrera americanista, desde la publicación de sus Lettres pour servir d’introduction à l’histoire primitive des nations civilisées de l’Amérique septentrionale (México, 1851), pasando por las publicaciones de los textos en quiché del Popol Vuh (París, 1861) y del Rabinal Achi (París, 1862), hasta la publicación del Manuscrito Troano (París, 1869-1870), obras que en su conjunto tuvieron mucha importancia en el desarrollo de un “americanismo científico” en Francia. Íntimamente convencido de la existencia de antiguas “anales” amerindias en los pueblos indígenas de México y de Centroamérica, ponía el trabajo de terreno al centro de su actividad científica, lo que era muy raro para su época. Así, en total viajó 6 veces a México y/o a Centroamérica entre 1848 y 1871. Su sencillez, su erudición como su dedicación completa al estudio del pasado amerindio le aseguraron los apoyos de muchas personalidades locales. Entre los apoyos más destacados que recibió, hay que subrayar por una parte los del médico y erudito José Mariano Padilla (1810-1869) y de Monseñor Francisco Paula García Peláez (1785-1867) en Guatemala, y por otra parte los del gobernador liberal Ángel Albino Corzo (1816-1875) y del obispo conservador Monseñor Carlos María Colina y Rubio (1813-1879) en Chiapas. Todos se mostraron muy sensibles al trabajo brasseuriano de rehabilitación de la América amerindia en la Historia mundial, rehabilitación que muchas veces hacía de la figura indígena del pasado ya no un “salvaje” sino un ser guapo, emocionante, valiente y noble. Más allá del rescate o de la publicación de numerosas anales amerindias ya bien conocidas, fue sin duda alguna este aspecto del trabajo brasseuriano que tuvo más impacto en su época. Al final de su vida, el aporte del personaje fue ocultado por una serie de polémicas activadas por sus teorías casa vez más fantasiosas sobre el origen de la población del continente americano.
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