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AFEHC : diccionario : CASARES Y OLAVARRIETA, Mariano : CASARES Y OLAVARRIETA, Mariano

Ficha n° 1896

Creada: 26 abril 2008
Editada: 26 abril 2008
Modificada: 27 abril 2008

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Autor de la ficha:

Christophe BELAUBRE

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Publicado en:

ISSN 1954-3891

CASARES Y OLAVARRIETA, Mariano

Capellanías y comisiones diversas en la Iglesia permiten entender como Mariano Casares y Olavarriera pudó pasar toda su vida en la Capital del Reino de Guatemala sin servir ningún curato en la diócesis.
Cargo o principal ocupación:
Capellán, administrador de los bienes del beaterio de Santa Rosa (1816-1826)
Nació:
9 de octubre de 1759 (bautizo) en Santiago Guatemala
Murió:
Después de 1827
Padres:

1Don José Salvador Casares Berra (1721-1774) oriundo de Alza en Guipúzcoa y doña Manuela de Olavarrieta y Retana (¿-1794)

Resumen:

1Según su expediente de ordenación conservado en el archivo de la curia diocesana de la Ciudad de Guatemala, Mariano Casares y Olavarrieta fue bautizado en la parroquia de San Sebastián por el cura Marcelino Antonio Palacios. Su madrina, Maria Retana, era posiblemente pariente suya y familiar del cura don Gregorio de Retana, quien había desposado en 1750 a sus padres, don José Salvador Casares y doña Manuela de Olabarrieta.

2La familia alcanzó un cierto grado de influencia social y económica en la segunda mitad del siglo XVIII por la alquimia de las estrategias matrimoniales y por la posición social del padre, quien llegó a América central para ocupar el cargo de alcalde mayor de Tegucigalpa, el cual desempeñó entre 1747 y 1755. Se instaló después en Santiago Guatemala donde ostentó el titulo de capitán de las milicias de la ciudad. Fue también un funcionario de aduana posiblemente hasta su fallecimiento en 1774.

3Sin embargo, sus dos hijos mayores y únicos, aparentemente gemelos, entraron en la Iglesia y no permitieron la consolidación de la familia Casares entre los grupos de poder de la Ciudad de Guatemala. Joaquín fue durante muchos años cura de Nahuisalco y nuestro biografiado se ordenó también y vivió de sus rentas y de comisiones para la Iglesia. De la documentación consultada se desprende que hubo en el seno de la familia cierta escasez de dinero, pero lograron constituir dos dotes: María Josefa (1756-1825) y María Manuela (1758-1808) celebraron bodas prestigiosas. La primera se casó con el pudiente comerciante Gregorio Ignacio Urruela y Angulo, oriundo de Retes en la provincia de Ávala, pero radicado en Guatemala. La segunda, después de un periodo de soltería bastante largo, que bien pudo estar relacionado con la dificultad de reunir una dote, escogió en 1804 al letrado José Isidro Marín Martínez. Mariano gozaba en 1805 de dos cuantiosas capellanías colativas: la primera de 5600 pesos (90 misas) fundada el 4 de julio de 1634 por el capitán don Pedro de Ara (nombre poco legible en el documento). La capellanía estaba fincada en dos haciendas de la provincia de San Vicente y sobre dos oficios a usura pupilar uno a favor del Marqués de Aycinena y de don Rafael Ferrer y otro, de 400 pesos, a favor de don Francisco de Arce, director del estanco del tabaco y de don Antonio Virto, ex- vecino de la Ciudad de San Salvador. La segunda era de 2666 pesos 5/6 reales (44 misas) y había sido fundada el 20 de junio de 1791 por la monja del Convento de la Concepción, Petrona de Olavarrieta; dicha capellanía estaba fincada sobre una hacienda del Marqués de Aycinena y sobre una hacienda de don Antonio Virto.

4En mayo de 1776, dos años después del fallecimiento de su padre, ingresó Mariano en el colegio seminario tridentino de la ciudad de Guatemala con una beca por nombramiento del arzobispo. Dejó la beca el primero de octubre de 1786. Su hermano Joaquín ingresó en el colegio el mismo día para salir más tempranamente, el 21 de diciembre de 1780, y siguió el mismo camino ordenándose sacerdote poco tiempo después.

5No es difícil imaginar lo que fue la vida cotidiana de Mariano. Se mantuvo en la capital del Reino (seguramente en la casa de la familia, la cual estaba ubicada cerca del mesón de Dolores y de la casa de los Guerra Marchán en el barrio del sagrario) viviendo de diversas comisiones a favor de la Iglesia. Entre 1802 y 1811 fue miembro de la junta de gobierno de la hermandad de Caridad de los Reales Hospitales y se puede suponer que se mantuvo activo incluso más tiempo en la consolidación de dicha institución al lado del cura Pablo José Jáuregui. Era también capellán del Hospital de San Juan de Dios, por lo menos entre 1802 y 1810. Asumió durante más de diez años el cargo de administrador de los bienes del beaterio de Santa Rosa (1816-1826). Los dominicos supieron agradecérselo por esa tarea: en 1823 lo nombraron capellán de una capellanía que rezaba el presbítero Esteban José Pérez y Folgar, para entonces ya fallecido. Se trataba de un capital de 2000 pesos que fundó Alonso de Cuellar, reducido a 1600 pesos, que estaban impuestos y cargados a censos en el trapiche y tierras de Cornejo que poseían los herederos de Don Pedro Herrera en jurisdicción del pueblo de San Martín Jilotepeque. Mariano era también notario eclesiástico desde muchos años antes, pero el comisario del Santo Oficio Bernardo Ramírez se quejaba de que no quisiese servir el puesto de notario del mismo Santo Oficio (seguramente porque era un trabajo pesado y poco retribuido), que finalmente aceptó servir en 1807. En 1823 obtuvo del prelado Casaus y Torres el permiso de vender por 50 pesos el beaterio arruinado de Santa Rosa en Antigua Guatemala. Más allá de esas gestiones financieras no se sabe mucho de su propia personalidad. Gastaba en los libros porque compró durante la almoneda de los bienes de Tomas Wading, el diccionario de la lengua castellana por 10 pesos, la Biblia en 8 tomos del padre Sicio por 35 pesos. Mantuvo relaciones privilegiadas con su hermano Joaquín; por ejemplo, en 1795 le otorgó ante notario un poder general.

6En 1819 Mariano Casares estaba en pleito contra los herederos de Rafael Ferrer, casado a su vez con Rosa Barrutia y Echeverría. Rosa tenía un hermano, José María Barrutia, quien era patrón de una capellanía fundada por Pedro de Lira de Cárcamo de 500 pesos (con gravamen sobre la hacienda Moscoso en Sololá) que Mariano servía desde 1784, pero que ahora era reclamada por los herederos de Ferrer. Dicha capellanía había sido reconocida por el comerciante Rafael Ferrer y el dinero fue después dado a usura pupilar a José María Barrutia y Echeverría bajo el seguro de todos sus bienes y la fianza de Francisco Barrutia y de Mariana de Echeverría.

7Al fallecer su madre en 1794 nos damos cuenta de que la situación financiera de la familia era bastante precaria; desde el fallecimiento del padre en 1774 las entradas eran pocas y sólo pudo sobrevivir la madre porque no tenía que pagar alquiler. El testamento de la madre dice que sólo tenía la casa de su morada y 1666 pesos a réditos tocantes a la capellanía de su hijo Mariano, por escritura del 20 de junio de 1780. Los cuatros hijos fueron sus herederos universales por partes iguales.

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