Ficha n° 3595
Creada: 25 septiembre 2013Editada: 25 septiembre 2013
Modificada: 18 septiembre 2016
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Autor de la ficha:
Christophe BELAUBREEditor de la ficha:
Jorge H GONZALEZ ALZATEPublicado en:
ISSN 1954-3891CÓRDOVA, José Antonio
- Palabras claves :
- Médico, Vacunación, Nodriza, Ilustración
- Cargo o principal ocupación:
- Médico
- Casó:
-
1con doña María Luisa González, hija de doña Cecilia Aguilera y Covar.
- Nació:
- Hacia 1750 en Santiago de Guatemala.
- Murió:
- El 19 de julio de 1805 en la Ciudad de Guatemala
- Padres:
-
1Se ignoran
- Resumen:
-
1
2Poco antes de fallecer, el 31 de mayo de 1805, José Antonio Córdova, junto con doña Rosalía Campa, doña María Luisa y don Luciano González, vendió una casa a doña Josefa Iriondo. Según el testamento de don José Francisco González, esposo de doña Rosalía Campa, el doctor Córdova era considerado como hermano lo que implica un vínculo muy fuerte con dicha familia González: “Punto 4: Que soy Albacea de mi madre Doña Cecilia Aguilera y Covar que falleció en veinte y cinco de diciembre de 1794, cuio testamento está sin tocarse por mi parte por ciertos asuntos que mediaron, y encargo a mis hermanos el Doctor Don José de Córdova y Don Luciano González que pongan en práctica lo que hubiere que hacer”. En base a ambos datos es posible afirmar que nuestro médico fue siempre muy cercano a la familia de José Francisco González. Era común en la época colonial usar el término de “hermano”, en vez de cuñado, con el fin de estrechar aún más el lazo familiar.
3 Córdova debe haberse graduado en el año de 1773, antes de los terremotos, o bien unos años después cuando la vida universitaria retomó su curso normal en la Nueva Guatemala. Hay una gran laguna en la documentación correspondiente al período 1780-1790. Es posible que se haya dedicado más a su familia: en 1786 le nació su hijo, José Francisco, alias Cordovita, quien iba ser uno de los intelectuales conservadores más importantes del período de la Independencia. Córdova había contraído matrimonio con doña María Luisa González, quien posiblemente murió dando a luz a uno de sus niños. Su esposa sin duda aportó una modesta dote, puesto que la familia pertenecía a la burguesía media de la Ciudad de Guatemala. Aparece sin embargo al lado del doctor Flores en una función anatomica que tuvo lugar en la Real Universidad de San Carlos el 28 de enero de 1789: “(...) Luego siguió el Dr. Córdova y los otros dos nombrados por su orden, haciendo al Sustentante Soto diversas preguntas a la materia, sobre las partes ó miembros que componen el todo de nuestros cuerpo (...)”.
4Según Stephen Webre, el médico en 1797 empleaba un ama de leche, María de los Santos Guerra, natural de Jocotenango, la cual tuvo que dejar su propio hijo a una prima. Aunque en ese entonces dicha práctica social era prohibida, 21 mujeres trabajaban en casas de la élite prestando tales servicios. En el caso de Córdova, todo apunta a una necesidad vital debido al fallecimiento de la madre, pero es probable que la mujer indígena haya sido empleada contra su voluntad. En todo caso el trabajo de Webre no descarta completamente las aseveraciones del cura don Manuel José de Pineda quien consideraba que Córdova y sus colegas, Esparragosa y Guerra, habían subordinado su compromiso con la objetividad científica a los intereses de la familia Aycinena quien hacía uso de las amas de leche. Cerrando los ojos ante la evidencia, Córdova se rehusó a aceptar que la desnutrición podía haber contribuido a la muerte de siete niños de Jocotenango cuyas madres servían de nodrizas. Su estrategia consistió en llevar el conflicto al ámbito personal con el fin de desacreditar al padre Pineda quien se beneficiaba del apoyo del fiscal de la Audiencia don Juan de Collado entonces en conflicto abierto con el presidente de la Audiencia José Domás y Valle.
5Córdova se desempeñó en la cátedra de Medicina y el Protomedicato cuando el Doctor Flores se ausentó de Guatemala a partir del año de 1796 y hasta 1804. El historiador Ramón Salazar dice que “no poseía las cualidades eminentes del primero (o sea de Flores) pero fue muy querido en Guatemala por sus servicios a la sociedad y el afán que le distinguió por la instrucción de la juventud”. Durante este período fue uno de los colaboradores más cercanos del médico Narciso Esparragosa y Gallardo, espíritu favorable al trabajo colectivo que el proprio editor de la Gazeta de Guatemala, Simón Bergaño y Villegas , había notado. En 1798 la Corona le pidió opinar sobre la validez de las Constituciones redactas por el obispo Fermín José Fuero para el gobierno de un hospital fundado en el pueblo de Comitán en la provincia de Chiapas. Según el historiador Mario Ruz tardó más de cinco meses para emitir un comentario superficial lo que implicaba una falta de interés hacia la tarea pedida. Tal crítica es interesante porque los miembros de la junta de caridad de la ciudad de Guatemala en 1805, entonces dirigida por el presbítero Pablo José Jauregui , con la ayuda del abogado José Cecilio del Valle, criticaron a Córdova, fallecido hacía poco tiempo, por la falta de asistencia que daba a los enfermos del Hospital de San Juan de Dios. Es posible que su larga enfermedad, pero también sus múltiples ocupaciones – dictaba clases en la Universidad y trataba a numerosos enfermos particulares - lo hayan obligado a confiar las visitas a otros médicos los cuales no eran aptos para este fin, provocando gran malestar entre los administradores del Hospital.
6Si regresamos a su evaluación de las Constituciones es interesante señalar que Córdova no menciona un error cometido por Fuero quien aconsejaba usar la obra de “Buchan y Tifot” para elaborar métodos curativos, obra que en realidad debía ser los cinco tomos del médico escocés William Buchan traducida por el irlandés Pedro Sinot. Es posible que Córdova no conociera dicho trabajo pero no quiso admitirlo. Más tarde el intendente de Chiapas recibió de un empírico en medicina, don Cristóbal Ballinas, un informe médico sobre una fiebre que había matado 16 personas en los barrios periféricos de Ciudad Real, en particular El Cerrillo, Santa Lucia y San Antonio. Como médico del Real Tribunal del Protomedicato, Córdova tuvo que opinar sobre la dieta que se le debía imponer a los enfermos: aconsejaba entre otras cosas retirar los alimentos sólidos y sustituir “por caldos de gallina o vaca y atolitos de maíz, trigo o arroz bien cocidos y delgados”. Su tratamiento consistía en el uso de vomitorio ipecacuana y cuatro porciones al día de polvo de quina.
7 En 1802 el galeno Córdova, que se presentaba entonces como protomédico interino, catedrático de medicina y médico del Real hospital, también interino de la Capital, y vecino de ella, dio un poder general a favor de don Antonio Pereira de la Guardia y Vidaurre, vecino de Madrid. Ignoramos la finalidad de dicho poder pero es posible que Córdova estuviera entonces haciendo todo lo posible para preparar su posible fallecimiento.
En el Reglamento para la Propagación y Estabilidad de la Vacuna en el Reyno de Guatemala, que se publicó en 1805, se dice que Córdova “propuso el plan que le dictó su larga práctica”, pero es probable que el trabajo de sistematización haya sido llevado a cabo por Pastor y Balmis, junto con Alejandro Ramírez , ya que por entonces Córdova estaba muy enfermo. En todo caso existen varios documentos que demuestran el compromiso general de Córdova en el fomento de la vacunación.8 Cuando el arzobispo Juan Félix de Villegas se enfermó, Córdova recibió en pago de sus servicios 541 pesos, a más de 114 pesos que ya había recibido. Al poco tiempo, se jubiló de su profesión en razón de grave enfermedad, dejando en su lugar al doctor Mariano de Larrave quien aceptó dictar la cátedra sin sueldo con el fin de darle apoyo a la familia de Córdova. Dicha generosidad se explica por el hecho de que el médico Córdova se encontraba muy preocupado por su situación personal debido a los seis hijos pequeños que iban a quedar huérfanos. En una carta se decía “sin esperanza de vida”, “sin abrigo de parientes de facultades” y estando en una “miserable situación”. Además su enfermedad ocasionaba costos y sólo estaba en posesión de unos muebles y una librería. Aparentemente no era dueño de su casa. Solicitó al rey una pensión para sus hijos e intentó (aunque con muchas dificultades) que sus colegas se repartiesen entre sí sus comisiones gratuitamente a fin de que el rey siguiera pagando el sueldo a sus hijos. El profesor José María Guerra, que pretendía formal derecho al protomedicato, no quiso aceptar el pedido de Córdova y tampoco el doctor Vicente Carranza luego de enterarse de las obligaciones a que se sujetaba como médico del Hospital. Sólo Narciso Esparragosa y Gallardo hizo todo lo posible para apoyar sus solicitudes. La Junta Superior de Real Hacienda, tras el fallecimiento de Córdova, dictaminó “que no había arbitrio para conceder a su familia la supervivencia de una gracia que le fue personal”, pero mientras el rey emitía una decisión definitiva le asignaron 100 pesos anuales a cada uno de los niños sobre el fondo de comunidades de indios.
9Al momento del fallecimiento de Córdova, acaecida a la edad de 49 años aparentemente por cáncer gástrico, aún no se había recibido el dictamen real y su hijo José Francisco luchaba para que el rey le otorgara una pensión en base a los méritos y servicios de su padre.
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