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AFEHC : diccionario : CADIÑANOS Fernando : CADIÑANOS Fernando

Ficha n° 4263

Creada: 03 mayo 2016
Editada: 03 mayo 2016
Modificada: 06 mayo 2016

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Autor de la ficha:

Christophe BELAUBRE

Editor de la ficha:

Jorge H GONZALEZ ALZATE

Información:

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Publicado en:

ISSN 1954-3891

CADIÑANOS Fernando

Algunos aspectos de la vida de Fernando Cadiñanos quien es considerado como uno de los mejores obispos que hayan pisado el sueldo hondureños a finales del siglo XVIII.
Palabras claves :
Obispo, Rentas, Visita pastoral
Cargo o principal ocupación:
Obispo de Comayagua (1788-1794)
Nació:
El 29 de mayo de 1731 en Vitoria-Gasteiz (España).
Murió:
El 6 de febrero de 1794 en Comayagua (Honduras)
Padres:

1Don Mateo de Cadiñanos y Doña Juana de Rotaeta

Resumen:

1Sigue siendo hoy en día sumamente difícil acercarse a la realidad colonial hondureña debido a las grandes lagunas de la historiografía. Es quizás la región del espacio centroamericano menos estudiada y es posible que durante la colonia haya sido también una de las menos controlada a pesar de su posición geográfica estratégica por ser la “apertura” natural hacia la madre patria española (por la ubicación del puerto de Trujillo). De hecho el obispo llamado a servir la diócesis de Comayagua debía tener cierta motivación personal ya que la parte de los diezmos designada como renta era bastante reducida. Según la Gazeta de Guatemala, en 1791, la recaudación de los diezmos de tan empobrecida diócesis no alcanzaba los 20.000 pesos mientras que la de Guatemala estaba muy cerca de los 100.000 pesos.

2Los historiadores de la provincia española de Alava nos revelan las primeras huellas de Fernando Cadiñanos, uno de esos españoles que aceptaron cruzar el Atlántico para ocupar el mal remunerado puesto de obispo de Comayagua (Honduras). Nativo de la ciudad de Vitoria-Gazteis, Fernando Cadiñanos vistió el hábito de San Francisco en 1748. Más tarde lo encontramos como religioso del Convento de San Francisco de Vitoria. Siguió la carrera de teología escolástica y una vez terminada fue electo, según Domingo Juarros , al cargo de Ministro Provincial en la Provincia de Cantabria. Servía en esa Provincia cuando fue promovido al obispado de Honduras, el cual estaba vacante desde la salida del Obispo Antonio de San Miguel quien a su vez había sido promovido al obispado de Michoacán en 1783. Antes de él había sido nombrado Joseph Antonio Isabella, pero éste murió en Cartagena de Indias durante su viaje. Después el canónigo Juan José Gonzalez Batres obtuvo el primer lugar en la terna. Sin embargo, Carlos III nombró finalmente a Cadiñanos por decreto real firmado el 17 de mayo de 1788; tenía entonces 57 años.

3La consagración se hizo en Puerto Rico de mano del Obispo de aquella diócesis el 20 de agosto de 1788 después de una travesía transatlántica bastante peligrosa. Entre la comitiva que lo acompañaba figuraba el jóven peninsular Francisco Xavier López y Arroyave, quien en su relación de méritos y servicios menciona el nombre maternal del Prelado, a saber Rotaeta. La confianza entre ambos debió haber sido muy fuerte puesto que Cadiñanos hizo de López su secretario de Cámara y Gobierno. Por otro documento posterior a esa fecha sabemos que el cura Matías Ruiz de Aguilar formaba parte de su familia.

4Hasta ahora sólo la visita pastoral, realizada por Cadiñanos a partir de 1789, y cuya transcripción fue hecha en 1946 y publicada en el Boletín del Archivo General del Gobierno, ha sido utilizada por varios historiadores con el fin de acercarse a la personalidad de dicho obispo, considerado como uno de los mejores que pisó el suelo hondureño. Sin embargo, el Archivo General de Indias, en Sevilla, conserva ciertas cartas e informes como el que Cadiñanos envió al rey para subrayar el papel que el cacao jugaba en los intercambios interregionales. Este producto, consumido por los pobres, tenía una demanda elevada nunca satisfecha. El Obispo insistía sobre el hecho de que se trataba de un estimulante que ofrecía los mismos beneficios que la yerba mate o la coca. Una parte provenía de Nicaragua y la otra era importada por los mercaderes de Guayaquil. Luis Pedro Taracena señala que los mercaderes de Tegucigalpa compraron 35 tercios de cacao en Nicaragua en 1778. Este informe de Cadiñanos demuestra su interés por las cuestiones económicas y su voluntad de buscar soluciones a los problemas sociales de su feligresía.

5Dichos informes serían insuficientes para considerar a Cadiñanos como un obispo ilustrado, lo cual de todos modos implicaría una investigación mucho más minuciosa. Sin embargo, este obispo fue también el autor de un estado general de los curatos de su diócesis dirigido al rey en 1791 , documento elaborado en base a las notas tomadas durante su visita pastoral, la cual se extendió durante dos años – desde el 3 de mayo de 1789 hasta octubre de 1791-. El carácter sintético de dicho trabajo y su precisión lo convirtieron en una fuente privilegiada para muchos historiadores de la época colonial hondureña. Por ejemplo, Hector M. Leyva destaca que el Obispo “llega a ofrecer unos de los cuadros más desoladores de la pobreza espiritual y material en que a su juicio encuentra sumida a la provincia”. Se convenció durante su visita pastoral que la medida más urgente que había que implementar era que los indígenas fuesen reducidos y obligados a vivir en poblados, junto con los demás vecinos de Honduras con la idea de que sus costumbres cambiaran al seguir sus ejemplos. El censo que levantó Fernando de Cadiñanos estuvo al parecer organizado con el propósito de avalar su propuesta puesto que presentó sus conclusiones de la siguiente manera: la población, 93.501 almas, sin contar los de las montañas, vivía en 137 ciudades, villas y pueblos y la mayor parte habitaban en 242 valles. Los editores del periódico la Gazeta de Guatemala que, al parecer, tuvieron acceso a los “libros y quadernos de la visita” agregaron una nota para señalar que el “número de almas que se expresa es el mismo que consta en los libros pero no se duda que pueda ser más crecido por haber muchos en lo más escabroso y oculto de las montañas, de quienes no tienen la menor noticia los Curas y Jueces Reales de sus respectivos partidos”.

6Para matizar la idea de que se trataba de un obispo ilustrado llama la atención su visión de la pobreza hondureña: era un acercamiento “fatalista” bastante clásico. No quiso ver las consecuencias sociales negativas, en particular el maltrato hacia los trabajadores y la explotación, que el auge minero provocaba en la región precisamente cuando la recorrió. Sólo prestó atención a los problemas mineros en general, subrayando que algunas minas “las están beneficiando, pero la inopia de operarios, escasez de facultades en los dueños, y poca inteligencia en su cultivo son la causa de que no rindan plata en abundancia”.

7Algunas cartas de su propio puño, conservadas en el Archivo General de Indias, demuestran que su visita pastoral se hizo con períodos de descanso en que regresaba a Comayagua, sede de la diócesis. Allí firmó una carta de apoyo al bachiller don Jose Luciano San Martín para que obtuviera cualquier dignidad en una catedral de esos Reinos de América. Pero la visita pastoral “que lo llevó en algunos pueblos donde nunca habían visto un obispo”, como solía suceder, lo enfermó hasta tal punto que en febrero de 1793 pidió por medio de su apoderado en Aranjuez Vicente Frisé ser nombrado Obispo en Guatemala o Guadalajara, puestos que en ese momento se hallaban vacantes. El Mercurio Histórico y Político periódico madrileño, en 1794, menciona una última donación suya de 2.000 pesos de contado e “igual cantidad cada año de los que dure la guerra”. A finales de 1793 renunció a su cargo por razones de salud: se decía muy cansado, padeciendo de hernias. Se quejaba amargamente del clima. Estaba desesperado y decepcionado.

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