LANDÍVAR, Rafael
- Cargo:
- Religioso Jesuita, Escritor
- Nació:
- 27 de octubre de 1731 en la ciudad de Guatemala
- Murió:
- en 13 de septiembre de 1793 en Bolonia, Italia
- Padres:
- Pedro Landívar Caballero (oriundo de Barazoain, en Navarra, y murió el 11 de agosto de 1749 en Santiago de Guatemala, hijo de Esteban Landívar y Ana María Caballero) y Juana Francisca Javiera Ruiz de Bustamente (oriunda de la ciudad de Santiago de Guatemala, nació el 27 de enero de 1702 y murió el 18 de agosto de 1773.)
- Resumen:
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1Entre las figuras literarias de América Central, sobresale Rafael Landívar. Su obra más famosa y casi única, la Rusticatio Mexicana, obra poética escrita en latín en la ciudad de Bolonia y publicada en el exilio en 1780, hace de él, según el critico literario Pedro Henríquez Ureña, “el primer maestro del paisaje, el primero que rompe decididamente con las convenciones del Renacimiento y descubre los rasgos característicos de la naturaleza en el Nuevo Mundo, su flora y su fauna, sus campos y sus montañas, sus lagos y sus cascadas”. No queremos insistir mucho en la obra, misma que ha sido ya estudiada en los trabajos de Gervasio Accomazzi, Lucrecia Méndez de Penedo y John Browning, sino poner énfasis en algunos datos históricos sobre la vida de uno de los pocos jesuitas guatemaltecos, quien fue víctima de la decisión real de expulsar, de los territorios españoles, a la Orden de los jesuitas en 1767.
A pesar de su condición de religioso, Rafael Landívar no estaba aislado dentro de la sociedad urbana de Santiago Guatemala sino que buena parte de su familia estaba ya establecida y con múltiples intereses y alianzas matrimoniales con viejas familias criollas. Su padre fue durante muchos años el asentista del estanco de la pólvora en la ciudad de Santiago (desde por lo menos 1720 hasta su fallecimiento) y celebró, en 1724, un matrimonio con Juana Ruiz de Bustamente lo que le aseguró un potente protector en la persona del padre de su esposa: el caballero de la Orden de Santiago Juan Antonio Ruiz de Bustamente. Cuando el exjesuita Landívar intentó recuperar su herencia, desde la ciudad de Bolonia donde estaba refugiado, argumentaba ante el rey: “exponiendo los muchos servicios que su casa había hecho a la Corona”.
Aunque sabemos que su padre era nativo de Navarra, no sabemos cuáles fueron los motivos que lo llevaron a Guatemala. Gervasio Accomazzi y Lucrecia Méndez de Penedo nos dicen que “fue dueño de haciendas, entre ellas, El Portal”, pero no se menciona más informaciones. Los nexos con las familias de Navarra se mantuvieron bastante fuertes dentro de su grupo. Pudimos localizar una doble relación matrimonial entre la familia Ruiz de Bustamente y la del grupo Lacunza: la hermana de Rafael, Rita Josefa, se casó con Joaquín de Lacunza, quien era alcalde mayor de Sololá y Ana María Bustamente (hermana de la madre de Rafael) se casó con Manuel de Lacunza Ojer, oriundo de Barasoain, alcalde mayor de San Antonio Suchitepéquez y Justicia Mayor de Soconusco. La hermana de Rafael, Rita Josepha Landívar, fue, según Héctor Samayoa Guevara, la última asentista del estanco de la pólvora antes que fuera puesto bajo la administración de la Real Hacienda. Su hermano Tomás de Landívar era Oficial Real de la Pólvora de Comayagua cuando murió.
Rafael Landívar fue uno de los 11 jesuitas expulsado de la ciudad de Santiago Guatemala en 1767 y uno de los pocos nativos de América Central en embarcarse. Eran entonces más numerosos los que vivían en la vecina Nueva España y que tuvieron igualmente que irse al exilio. Poco tiempo antes de su salida al exilio había pronunciado una oración fúnebre en honor al arzobispo Francisco José de Figueredo y Vitoria , quien había sido un ferviente defensor de aquella Orden, a pesar de las criticas políticas que suscitaba esta Orden por su cercanía con las autoridades vaticanas. En el año de 1756, con licencia de su Prelado, renunció de forma absoluta y general a su legítima paterna, futuras sucesiones y derechos que en cualquier manera pudieran pertenecerle, en favor de la referida su madre. Sus años de formación lo llevaron a la ciudad de Puebla (1756-1758), como era costumbre para los jesuitas que debían pasar un tiempo dentro de las diferentes casas de estudios de la Orden, antes de pretender el regreso a la ciudad natal. Según Carmelo Sáenz de Santa María, en 1758, era miembro del claustro de San Lucas, en la Ciudad de México. El historiador John Tate Lanning nos da los últimos detalles sobre su carrera universitaria. Obtuvo su maestría de letras el 15 de mayo de 1747. Tenía solamente 15 años y le perdonaron los años de pasantía obligatoria para obtener esa maestría. Según Pardo ese diploma fue muy criticado, sobre todo por el rector Manuel Montúfar, sin embargo Rafael Landívar tenía los favores del Presidente de la Audiencia de Guatemala, Tomás de Rivera y Santa Cruz , seguramente por los apoyos que su padre supo aplicar y cultivar dentro de la administración real. Lanning argumenta que esta decisión se explica por el hecho de que la Universidad tenía problemas de reclutamiento. Los jesuitas menospreciaban la Universidad, pero la Universidad tenía necesidad del crédito y el talento de los estudiantes del colegio de los jesuitas para llenar las cátedras vacías. En 1765, estando para profesar, otorgó su testamento —sin hacer mención de la renuncia que hizo en 1756—. Dispuso entonces de su legítima materna dando seis mil pesos a su prima doña Petrona Abaurrea y lo restante a su hermana doña Rita Josefa de Landívar, previniendo que si ésta falleciese antes que la madre de ambos, debía subsistir lo legado a la prima. Por otra parte el residuo de sus bienes tenía que invertirse en varias fundaciones que instituyó, “cediendo por la cláusula séptima el derecho que tenía a heredar el molino y hacienda llamada del Portal, a favor del Colegio de su Religión en Guatemala, para que se tuviese por perteneciente a él.”. Poco tiempo después de la expulsión, Rafael Landívar perdió a su madre, quien era demente, y también a su hermana Rita por lo cual, según la ley, los bienes debían recaer en los parientes de su madre Juana Ruiz de Bustamente. Fuera de la hacienda, que entraba plenamente dentro de la competencia de la Junta de Temporalidades, la herencia total ascendía a 22.837 pesos y 1 real, de acuerdo con los avalúos, sin incluir tres partidas que no se valuaron. Esta herencia, consistía en alhajas y se encontraba en 5 cajones que se entregaron, el 23 de agosto de 1773, al tesorero oficial real don Juan Macía Dávalos. Rafael Landívar hizo todo lo posible para recuperar estos bienes, “ a fin de que en atención a ellos me dignase permitirle revocar la renuncia que otorgó antes de su profesión, y disponer de los bienes que le perteneciesen en favor de su prima doña Petrona Abaurrea, que se hallaba con varios hijos y en suma pobreza”, sin embargo, por medio de la cédula real del 19 de junio de 1788, la Corona rechazó sus pretensiones.