Ficha n°133

MARQUEZ Y CASTEJÓN, Juan Francisco



Cargo: Presbítero, Cura vicario, juez eclesiástico de la villa de Tegucigalpa.

Nació: 16 de enero de 1750 en la villa de Tegucigalpa.

Murió: 12 de enero de 1815 en la villa de Tegucigalpa.

Padres: Don Francisco Márquez de Moisés, natural de Castilla en España y fallecido en septiembre de 1755 en Tegucigalpa, y Rita Castejón Romero, bautizada en 9 de diciembre de 1719 en Tegucigalpa..

Resumen: El territorio de Honduras, provincia más extensa de Centroamérica y muy contrastado en cuanto al origen étnico de su población, tenía dos ciudades principales que se disputaban el control del poder local. En 1788 ambos centros se vieron directamente afectados por la decisión real de crear una intendencia en Honduras con sede en Comayagua. Tegucigalpa se encontró adscrita a la subdelegación de Comayagua. Numerosos testimonios de los vecinos de la ciudad de Tegucigalpa muestran que esta decisión fue fuertemente criticada. Once años después, estas recriminaciones llevaron a la apertura de un recurso legal ante la Audiencia, defendido por el abogado Francisco Albert. La figura más importante que encabezaba este movimiento de resistencia era el cura don Juan Francisco Márquez.
Este cura se había criado en Tegucigalpa, en el seno de una influyente familia cercana al pudiente grupo Zelaya. Su padrino de nacimiento fue el bachiller don José Simón de Zelaya. Sabemos que vistió los hábitos clericales desde la edad de siete años. Fue entonces admitido entre los familiares del obispo don Diego Rodríguez de Rivas. Su familia era lo suficientemente acaudalada como para pagar los gastos del envío de uno de sus niños para seguir la formación impartida en el Seminario de la Asunción de Guatemala. Recibió allí los grados de bachiller en Filosofía y cánones. De su familia se tienen pocas informaciones, fuera del hecho que Juan Francisco tenía un hermano gemelo, José Manuel, quien falleció unas semanas después de él. Este hermano llegó a ser regidor sencillo del ayuntamiento en 1807. Tenía también una hermana, Doña María Luisa Márquez, quien según parece no se casó, y no sabía firmar según consta en un documento de archivo notarial.
Se ordenó de presbítero y fue a servir el curato de Ojojona, de donde fue trasladado en propiedad al curato de Tambla en donde llevó a cabo la construcción de un templo. En mayo de 1781 ocupó en propiedad el cargo de cura de la villa de Tegucigalpa. Le incumbió la tarea de finalizar el templo que había iniciado el padre Zelaya, su propio padrino de nacimiento. La bendición de esta iglesia se efectuó en septiembre de 1782 por el obispo Fray Antonio de San Miguel. Un tiempo despuès, el obispo Vicente Navas tenía una muy buena opinión de aquel presbítero : “Tegucigalpa es un curato muy bien arreglado. En su administración y en todas sus partes ; el cura propio Juan Francisco Marquez es bastante habil, formal, desinteresado y limosnero, con cuyas cualidades se hace amar de sus feligreses. Por mas informes que he tomado no he llegado a descubrir en el vicio alguno”. De hecho numerosos documentos demuestran el zelo con el que actuaba este padre, quien era juez eclesiástico de la villa y comisario del Santo Oficio. En 1788 se quejó ante el obispo de la actitud del guardián de San Francisco. Según él, los confesionarios del convento de San Francisco estaban con velos de seda, pero tan transparentes que no eran capaces de impedir el conocimiento del penitente. Esta denuncia provocó ciertas desavenecias entre ambos.
Más allá de la gestión de los problemas de la Iglesia, el padre Márquez se puso rápidamente del lado de las autoridades civiles más importantes de la ciudad para señalar que la abolición de la autonomia de Tegucigalpa era muy prejudicial para las actividades económicas de la región. Luis Pedro Taracena destaca que Márquez se aprovechó de los vínculos privilegiados que tenía con la pudiente familia Jáuregui – en particular con José Mariano Jáuregui Arellano – para llevar el caso a la ciudad de Guatemala. La presencia de Felipe Jáuregui, instalado en la ciudad, facilitó también la constitución de una red de poder destinada a ejercer presión. Además el mismo historiador muestra que José Aycinena Carrillo era quien hacía lo necesario para que la correspondencia y el dinero de los trámites del caso llegaran a España. La estrecha relación entre los Jáuregui y los Aycinena siguió siendo muy operativa; incluso más tarde se hizo sentir en el campo político durante la sublevación de la ciudad de San Salvador. En España Santiago Martínez del Rincón, conocido del padre Márquez y archivero en la Santa Inquisicion de Madrid, era el apoderado del Ayuntamiento de Tegucigalpa.
En 1807 el padre Márquez no quiso aceptar su promoción a la dignidad de maestrescuela. La razón oficial que dió era que tenía obras en las Iglesias de su beneficio, y que en la mayor parte las costeaba de sus propios recursos, por no haber otros fondos. En la realidad es posible que no haya querido hacer el viaje a Comayagua para aceptar un cargo que quizás le ofrecía un poco más de honor, pero muy mal retribuido por lo poco que recibiría por las rentas decimales de la diócesis de Honduras. Terminó su carrera siendo nombrado excepcionalmente alcalde mayor de Tegucigalpa en 1812. Ocurrió entonces un motín y la decisión de restablecer la Alcadía Mayor fue tomada por el Capitán General Bustamente, apresurado por los acontecimientos políticos, ya que el proceso de segregación estaba muy avanzado. Al morir el padre Márquez se delegó el mando oficial de la alcadía mayor al pudiente minero Manuel Antonio Vázquez y Rivera. No disponemos infelizmente de su testamento para evaluar la fortuna personal del padre Márquez. Sólo un documento fechado en 1816 nos dice que su Ingenio de Hierro fue embargado.


Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

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