Ficha n°135
SANCHEZ Y GARRIDO Serapio
Cargo: Párroco de Amatitlán.
Nació: Hacia 1784 en la ciudad de Guatemala.
Murió: Antes de 1840 en Amatitlán.
Padres: Manuel Sánchez y Rafaela Garrido .
Resumen: En su Historia de veintiún años, el historiador Ramón A. Salazar habla de los dos diputados que el claustro de la Universidad mandó a la Junta que pronunció la Independencia centroamericana. El primero era el famoso doctor Gálvez y el segundo era un miembro del clero : “(…) Uno de ellos fue don Serapio Sánchez, persona sobre la cual no vuelve a hablar la historia, ni me ha sido posible adquirir datos alguno que dé a conocer su vida.(…)”.
Basándonos en la fecha de su ordenación – 2 de febrero de 1809 – podemos deducir su fecha de nacimiento, ya que esa ceremonia solía llevarse a cabo a los 24 años de edad. El arzobispo Rafael de la Vara de la Madrid le confirió el sacerdocio en el oratorio de su palacio el día de la fiesta de purificación de Nuestra Señora. Estaba entonces en derecho titular de ejercer el poder sacramental de celebrar la eucaristía y de absolver a los demás de sus pecados.
Había obtenido su diploma de bachiller en teología el 21 de abril de 1806. En julio de 1810 le otorgaron el título de defensor de matrimonios por renuncia del Dr. José Buenaventura Rojas. Poco tiempo después murió el padre cura Juan Artico, quedando vacante la parroquia de San Juan Olocuitla, que Sánchez ocupó entonces como cura interino. Sin embargo, no dejó de estudiar hasta que obtuvo un título de doctor en teología en 1812. En ese entonces tenía la capacidad económica de pagar los 500 pesos necesarios para cubrir los derechos y gastos necesarios relacionados con el acto final.
Sirvió después la parroquia de San Cristóbal Amatitlán, en donde iba a radicarse hasta el final de su vida. En tal circunstancia, su candidatura había sido previamente aprobada por un examinador sinodal, y el arzobispo lo había seguramente puesto en primer lugar de la terna presentada al presidente de la Audiencia. En la mayoría de los casos, el presidente de la Audiencia se limitaba a confirmar la decisión tomada previamente por la autoridad eclesiástica.
Sánchez mantuvo relaciones continuas con la ciudad de Guatemala por la relativa cercanía de su curato con aquella capital. En 1815 fue nombrado albacea de Gertrudis Marín y Flores, viuda de Domingo Gómez de Los Ríos, y de sus dos hijos Barbara y Francisca. El 14 de septiembre de 1821 el claustro pleno de la Universidad se reunió para nombrar dos individuos que debían participar en una junta general convocada por el gobierno. Fue entonces electo junto con el catedrático de Instituto Mariano Gálvez. En aquella junta, Sánchez se mostró favorable a una independencia inmediata.
Volvió a su curato, aunque mantuvo relaciones privilegiadas con algunos grupos de poder de la capital, en particular la familia Arrivilaga. Este vínculo era importante, ya que ellos eran los terratenientes más importantes en las inmediaciones del pueblo de Amatitlán. Como lo han demostrado Edgar Chutan y Joel Hernández, la hacienda o ingenio Nuestra Señora de Guadalupe fue la base de la fundación del mayorazgo de los Arrivillaga, que permaneció íntegra hasta mediados del siglo XIX. Al redactar su testamento Mariano Arrivillaga confió a Serapio Sánchez el cargo de albacea, junto con sus cuatro hijos herederos, seguramente con la esperanza de que el párroco pudiera, sino evitar los conflictos, por lo menos resolverlos. Aquel mismo año su obtención del curato le había permitido reunir el capital necesario para invertir en una casa en la ciudad de Guatemala. La casa era vendida por el ciudadano Mariano Severino Jáuregui, por la que tuvo que desembolsar 1740 pesos. Como no estaba en capacidad o no quería entregar la totalidad de la suma de una vez, dió al contado 740 pesos, y pagó la otra mitad en dos años, con un rédito del 5 %. El terreno era de 80 varas de oriente a poniente, por 120 varas de norte a sur. La casa tenía una paja de agua desde 1792.
En 1827 firmó ante el escribano Gavarrete un contrato para arrendar una tenería que pertenecía a Joaquín Anguiano. Estas numerosas actividades económicas lo mantuvieron bastante lejos de los acontecimientos políticos, de modo que no fue muy cuestionado en 1829, tras el derrocamiento del régimen de Mariano Aycinena.
Ignoramos la fecha exacta de su fallecimiento, aunque sabemos que en 1840 el corregidor de Amatitlán recibió una nota de las autoridades centrales pidiéndole el permiso de exhumar su cadáver y el de su hermana Juana, para trasladarlos al templo de la Merced en la Ciudad de Guatemala.