Ficha n°58

LOMA OSORIO, Enrique


Cargo: Cura rector de El Sagrario de la Ciudad de Guatemala, administrador del beaterio de Santa Rosa .

Nació: alrededor de 1762, en la villa de Sajazarra, Burgos, España.

Murió: 8 de diciembre de 1822, en la Ciudad de Guatemala.

Padres: Se ignora.

Resumen: Llegó a Guatemala en 1779 como paje de la familia del Señor arzobispo Cayetano Francos y Monroy. Era oriundo de la villa de Sajazarra en el obispado de Burgos (España). Su vida estuvo marcada por las amistades que cultivó estrechamente durante esta época de formación. Sirvió de crucero y de maestro de pajes durante la santa visita. Fue ordenado en Ordenes Menores, como diácono en 1788 y como presbítero en 1789 por Cayetano Francos y Monroy. Estudió el bachillerato en filosofía y teología pero no siguió mayores estudios en la Universidad San Carlos. Desde el año de 1792 sirvió la Iglesia de Santa Rosa, como capellán y desempeñó con celo el oficio de Notario, revisor y expurgador que se le confirió por el Santo Tribunal de la Inquisición de México. En este período gozaba ya de los intereses de numerosas capellanías que gravaban algunas tierras y obrajes en términos de San Martín Jilotepeque y Zacatecoluca. Tuvimos la oportunidad de localizar en el archivo de la curia arquidiocesana un libro de cuero sobre sus cuentas de capellanías que gozaba, sin embargo todavía no hemos podido estudiarlo. Por lo tanto, hemos trabajado otro documento, de este mismo archivo, que nos informa que Enrique Loma Osorio gozaba de 11 capellanías en 1805, por un monto total superior a 8000 pesos. A partir de 1800 fue nombrado administrador de los bienes de las beatas tomando entonces el lugar del padre Antonio Aguado de Mendoza, quien era también un miembro de la familia del arzobispo Francos y Monroy. Reedificó las casas de las beatas, reparó el convento y procuró la mejor educación que en su escuela se les daba a las niñas y en el modo en que referían allí a las beatas. Por comisión de Peñalver corrió con la obra de la escuela del beaterio de Santa Rosa. Cuando presentó un recurso ante la Real Audiencia sobre el cobro de las cantidades que se adeudaban del ramo de empedrados, informó que él administraba para las beatas de Santa Rosa 22 inscripciones de fundaciones que representaban un capital de 33971 pesos, más 25800 pesos de dotes de religiosas y 480 pesos anuales de alquileres de casas. De tal manera que los ingresos anuales del beaterio eran de 2296 pesos. Su sueldo como administrador era de 90 pesos anuales.
En este período, el sacerdote nos aparece bastante vinculado con algunos peninsulares recientemente radicados en la ciudad de Guatemala. Aceptó apadrinar a uno de los niños de Carlos Rojo y de Josefa Tormoje y Espejo, y a otro del comerciante Blas Rodríguez de Zea y de Manuela Tormoje y Espejo. Esta cercanía con este círculo de gente se consolidó aún mas cuando en agosto de 1801 encontramos a nuestro padre en compañía de don Tomas Moreda y Ramírez, primer oficial de la Contaduría Mayor de Cuentas. Ambos estaban presentes durante la fiesta del Santuario de Esquipulas y experimentaron con el uso de un arbusto, la algalia, cuya semilla se utilizaba como un antiveneno específico contra toda mordedura de víbora o culebra. A partir de 1804 las fuentes notariales nos revelan la presencia, en la región salvadoreña, de un pariente suyo, Lucas Loma Osorio, a quien confirió el poder necesario para representarlo en los asuntos que convinieran a sus intereses, y que vivía en San Salvador.
Su carrera cambió de rumbo a partir de noviembre de 1811, cuando fue nombrado, por el nuevo arzobispo Ramón Casaus y Torres, cura interino del Sagrario y cura propio más antiguo de la misma el 4 de diciembre de 1812. Este arzobispo le tenía bastante confianza, en esos tiempos políticamente sensibles, al punto que lo designó juez comisionado en Esquipulas, para el buen orden de la fiesta que allí se celebraba, y para inquirir sobre la solicitud de fundación de un convento en el Santuario. Enrique Loma Osorio mantenía una relación epistolar muy frecuente con su viejo amigo Ambrosio Llano, quien era entonces obispo de Chiapas, y de este intercambio epistolar se percibe que sus posiciones políticas estaban fuertemente marcadas por el rechazo hacia las ideas revolucionarias. De hecho, en 1815, el arzobispo Casaus y Torres lo colocó en el beneficio de la parroquia de Candelaria para cerciorarse del espíritu de rebelión que se hacía sentir en ella y se mantuvo en esta parroquia hasta su fallecimiento.

Autor de la ficha: Christophe BELAUBRE

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