Ficha n°56
FRANCOS Y MONROY Cayetano
Cargo: Arzobispo de Guatemala 1779-1792.
Nació: el 7 de agosto de 1736 en Villavicencio de los Caballeros.
Murió: el 17 de julio de 1792 en la ciudad de Guatemala.
Padres: don Gerónimo Francos y Doña Victoria Monroy.
Resumen: Según los datos reunidos por su secretario doctor don Juan Carro, don Cayetano Francos y Monroy y compilados por Agustín Estrada Monroy, el cuarto arzobispo de Guatemala era nativo de la ciudad de Villavicencia de los Caballeros, en el obispado de Leon (España). Sus padres son presentados como de antigua nobleza con un pingüe mayorazgo, aunque se sabe por otro documento que la fortuna de la familia Francos no estaba asegurada. Como hijo segundo fue inclinado por sus padres por la carrera eclesiástica. Estudió un tiempo en Valladolid y fue colegial de San Salvador de Oviedo de la Universidad de Salamanca. Cuando en junio de 1765, ya sacerdote, hizo oposición a la Canonjía Penitenciaria de Palencia, era Rector del Colegio de esta ciudad. Dos años después obtuvo la Canonjía Magistral en la ciudad de Plasencia. El 26 de noviembre de 1777, por consulta de Cámara fue nombrado arzobispo de Guatemala, sin embargo supo rápidamente que el nombramiento era delicado —por la presencia en la sede de Guatemala del arzobispo Pedro Cortez y Larraz, quien se negaba a aceptar el traslado de su diócesis hacia la nueva ciudad— por lo cual decidió suspender la aceptación el cargo. En 20 de noviembre de 1778 fue presionado por el propio ministro Gálvez, por lo cual tuvo que embarcarse en Cádiz a principios de mayo de 1779. Fue acompañado por una cuantiosa corte: entre los más destacados, Ambrosio Llano, Antonio García Redondo, Juan Carro, Antonio Aguado de Mendoza y Enrique Loma Osorio. No cabe duda que los miembros de su cohorte fueron elegidos cuidadosamente con un fin político apenas escondido: se trataba de volver a tomar el control de un clero guatemalteco en estado de rebelión casi abierto.
El siete de octubre de 1779 hizo su pública entrada, con una escolta de ocho caballeros, en la nueva ciudad de Guatemala. Un mes antes, Pedro Cortez y Larraz publicó una carta pastoral denunciando la llegada de un usurpador y amenazando con excomulgarlo. Cayetano Francos y Monroy tomó inmediatamente sus primeras medidas nombrado un cura en el pueblo indígena de Jocotenango y fue a buscar a la Antigua Guatemala las beatas de Santa Rosa. De la misma manera había decido que en noviembre iba trasladar las imágenes. Gastó mucho dinero para terminar la construcción de los monasterios Carmelitas y de Capuchinas. Cortez y Larraz no quiso seguir resistiendo y huyó a principio de octubre. Tomó también providencias importante para luchar contra la epidemia de viruela (véase la lista de sus obras). Se mantuvo bastante activo a la cabeza de su diócesis: fundó el Colegio de San José de los Infantes (1781), formó el cuadrante de los productos de sus 129 curatos (1784), hizo la recaudación del subsidio (1784), redactó un informe sobre el estado de las cofradías (1787), publicó un Manual de Párrocos para Administrar los Santos Sacramentos (1788), dejó 40000 pesos para la fundación de dos escuelas publicas y redactó las reglas para su gobierno (1789)... Encontró bastantes dificultades en sus relaciones con el clero regular que denunciaba muchas veces los abusos de su autoridad: en particular el fraile José Antonio Liendo y Goicoechea. Sin embargo, no se negó a sostener a los mercedarios, los cuales se encontraban en un estado económico casi desesperado tras el terremoto. El seis de diciembre de 1782, Francos y Monroy informó al rey haber traslado a la nueva ciudad, la catedral, el colegio seminario, los conventos de religiosos y religiosas, beaterios y demás cuerpos sujetos a la Mitra, a edificios formales. Para terminar estas obras había sido necesario dejar la obra del palacio Arzobispal y él tuvo que vivir, hasta entonces, en casa de alquiler con mucha incomodidad y estrechez, careciendo de las principales oficinas y habitación para su familia.
Aunque ignoramos las fechas de sus dos visitas pastorales, sabemos que dejó 11 tomos de escritos que representan 3248 folios; sabemos también que se enfermó durante la tercera y murió algún tiempo después. Fue atendido durante tres meses por el famoso médico José Felipe Flores, quien cobró 800 pesos a la Real Audiencia tras un largo pleito con la Iglesia! Su cuerpo fue puesto en un sepulcro, abierto en la pared izquierda del templo de San Miguel de Capuchinas. Sobre este arzobispo queda por estudiar, con fineza, su actuación en el campo ideológico y la naturaleza exacta de su red relacional.