Ficha n° 1928
Creada: 08 junio 2008Editada: 08 junio 2008
Modificada: 08 junio 2008
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Autor de la ficha:
Christophe BELAUBREPublicado en:
ISSN 1954-3891Piratas del Caribe y Mar del Sur en el siglo XVI (1497-1603)
- Categoria:
- Libro
- Autor:
-
Leopold Daniel López Zea
- Editorial:
- Colección Posgrado, Universidad Autónoma de México
- ISBN:
- 970-32-0527-5
- Fecha:
- 2003
- Reseña:
-
1Aquí está un libro en un formato de bolsillo muy simple y editado con cuidado que merece algunos comentarios. Publicado en la Colección Posgrado de la Universidad Autónoma de México, esta obra ha sido escrita por un historiador apasionado que debe haber realizado su cosecha de datos durante varios años. De hecho, el autor, Leopold Daniel López Zea, no es solamente un historiador interesado en los buques que andaba al corso, con patente del gobierno de su nación durante el siglo XVI que hubiera hecho una buena tesis de grado en el marco de estos estudios, sino que es también un diplomático que se ha concentrado en el problema de la piratería internacional contemporánea, fenómeno que conoce hoy en día una recrudescencia que llena a veces las columnas de los periódicos europeos o americanos cuando una nave es asaltada y su equipaje secuestrado. Su doble condición de historiador y diplomático ayuda a profundizar sus análisis y hace su texto más vivo.
2 Sí podemos lamentar que el trabajo esté organizado según un plan cronológico muy tradicional. Por otro lado, el libro representa sin lugar a dudas una herramienta útil que ayuda a penetrar el espacio sociogeográfico de la piratería en el mundo moderno entre 1497 y 1603. Escrito en un estilo claro, se destaca una constante preocupación de contar meticulosamente las experiencias vividas con la idea de que su relato ayude al lector a entender la diversidad del fenómeno. Este libro es pequeño pero está provisto de diez tablas y gráficas. La lectura nos lleva en un oleaje muy regular hacia el famoso “triángulo de la muerte” donde la mayoría de los ataques solían ocurrir. Uno puede seguir de cerca las desafortunadas aventuras de 140 expediciones presentadas en dos grandes capítulos: el primero dominado por los franceses entre 1500 y 1550 y el segundo por los ingleses entre 1550 y 1600. El estudio se basa principalmente en un análisis de fuentes de segunda mano como los relatos de Dionisio de Alcedo y Herrera, los de Bernal Díaz del Castillo, los de Thomas Gage o sobre trabajos como Storia del Mondo Nuovo de Girolamo Benzoni de 1565. Los datos compilados en estos libros famosos se cruzan con muchos trabajos más tradicionales para reducir al mínimo los riesgos de errores en las expediciones, las cuales eran objeto de relatos en términos tan épicos que la credibilidad resultaba seriamente afectada.
3 El autor demuestra bien que el fenómeno de la piratería es inseparable del tráfico de las mercancías: que no hay piratería sin intercambios comerciales y capitales que apetecen a los marineros. El libro permite subrayar algunos otros puntos que sin ser novedosos son presentados con claridad. Primero, que para los ingleses el ataque de las naves era percibido como un asunto privado: se usaba a menudo el término de privateering. Los riesgos eran ciertamente altos pero las ganancias podían ser extraordinarias: por lo menos la esperanza de esas cuantiosas ganancias era suficiente para alimentar la salida frecuente de barcos de los puertos franceses e ingleses hacia el Caribe. Para países como Francia, Inglaterra e incluso Holanda, los corsarios eran vistos como elementos que participaban de la buena salud de la economía real al llenar las cajas reales cuando las guerras terrestres las vaciaban. Desde un punto de vista estratégico uno no puede entender el nacimiento de la marina moderna en Europa sin considerar el papel jugado por estos marineros de excepción que se profesionalizaron durante estos combates regulares del siglo XVI. Los corsarios eran los únicos soldados que lucharon en el nombre de las potencias occidentales lejos de Europa. Frente a la pudiente y respetada armada del rey de España estos hombres constituyeron una respuesta eficaz por la ferocidad que manifestaron a la hora de atacar los barcos enemigos. De hecho, el autor tiene totalmente razón al subrayar que es necesario mirar la actividad de los corsarios como un negocio de estado, y más como un instrumento de la política nacional. Se explica el paso del periodo de la piratería francesa al de los ingleses por los problemas interiores, en particular de las guerras de religión que asolaron el territorio francés y desorganizaron totalmente esa actividad. En relación con los ingleses se mostraron más audaces hasta tal punto que el gobierno español no tuvo otra opción que emprender tareas de fortalecimiento de las ciudades costeras americanas. Los ingleses llamaban al Mar Caribe Spanish Main.
4Finalmente, hay que poner énfasis en la conclusión porque el autor ofrece allí un análisis estadístico de los datos compilados de gran calidad. Demuestra que a lo largo del siglo XVI la tendencia está muy claramente orientada hacia un mayor número de ataques. La primera y segunda guerra franco-española (1520-1529) van acompañadas por una intensificación de los ataques que todavía se confirma más con la tercera y la cuarta guerras (1535-1544). En aquella época toda Europa llega a saber del oro descubierto en América: el apetito de los corsarios es entonces inmenso. Sin mayor sorpresa sus estadísticas nos revelan que los puertos españoles más atacados eran La Habana, Santa Marta y Cartagena. En casi 60 % de los casos los ataques en contra de los puertos se saldaron con un saqueo de la ciudad y solamente en el 25 % de los ataques vieron los defensores del puerto rechazar a los atacantes, lo que demuestra la gran vulnerabilidad de los habitantes de dichos centros urbanos.
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