Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica

El tema de los viajeros sigue fascinando no solamente al público en general sino también a toda una serie de sabios que suelen acudir a sus relatos como fuente posible de datos para sus investigaciones. Pero ¿pueden ser considerados dichos relatos como una fuente seria y realmente explotable para el investigador? La notable tesis de doctorado de Anna-Gaëlle Weber (_À beau mentir qui vient de loin_, Paris: Honoré Campion, 2004) ha demostrado hasta qué punto los relatos de viaje pueden ser una construcción literaria sometida a las reglas de un género literario específico (el género del “relato de viaje científico”) principalmente destinado no tanto a reflejar una “verdad” sino a satisfacer al público que pretende tocar. Si exageramos el alcance de dicho trabajo, ¿significa eso que los relatos de viaje “científicos” sólo son una sarta de mentiras inexplotables para las investigaciones actuales? Es la pregunta que quisiera someter a los investigadores que utilizan los relatos de viajes como fuente en sus trabajos universitarios. Sin restricción de época (época colonial, siglos XIX, XX e incluso XXI) ni de tema (realidad social, política, económica, científica, etc.), pero sí con una geográfica (México, Centroamérica, el Caribe, Colombia), me gustaría conocer no solamente el tipo de datos pertinentes que logran explotar a partir de los relatos de viajes sino también el método que usan para hacerlo (por ejemplo cómo los comprueban). Y teniendo en cuenta el hecho indudable que el viajero habla tanto de “su” realidad como de la realidad de los demás que pretende describir, pueden proponer artículos sobre el entorno del autor del momento que nos enseña algo sobre los orígenes del proceso que lo empujo a viajar a ciertas áreas de Centroamérica.

Nadia Prévost Urkidi (nadiaprevosturkidi@gmail.com)