Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica

1Gabriel de Echavarría Navarro fue un hombre de corta vida: murió a la edad de 24 años. Sin embargo, no por ello careció de importancia en la vida política de la antigua capital colonial de Costa Rica, pues era descendiente de una poderosísima familia de elite que mantenía entronques con los más poderosos linajes locales, junto con los cuales controló el poder del cabildo y de otras instituciones políticas por generaciones. Su abuelo Juan de Echavarría Navarro I había llegado a Costa Rica hacia 1616 como tesorero real y se había casado con María de Sandoval, hija de Francisco de Ocampo Golfín, encomendero que fue numerosas veces alcalde ordinario y procurador síndico del cabildo, y nieta por parte de madre del conquistador Juan Solano. Su padre, Juan de Echavarría Navarro II, quien fue alcalde ordinario numerosas veces (además de corregidor y alcalde provincial de la Santa Hermandad regidor perpetuo), casó con Juana de Retes, hija del alguacil mayor Jerónimo de Retes (hijo del alguacil mayor del mismo nombre) y de María Vázquez de Coronado, descendiente del adelantado del siglo XVI Juan Vázquez de Coronado. De esta manera, es posible ver cómo su familia había venido controlando el cabildo, así como otras instituciones políticas de la provincia, desde el siglo XVI.

2En lo personal, Gabriel inició su carrera política como mayordomo de propios de la ciudad, en 1691, a la edad de 21 años para luego, al año siguiente, comprar el puesto de alguacil mayor regidor perpetuo de la ciudad, trance en el que contó con el apoyo de personajes de gran influencia como Francisco de Bonilla, Lope de Arcarazo, Jorge de Alvarado y de su propio hermano, Miguel de Echavarría Navarro, que fueron sus fiadores. Él mismo, a su vez, fungió como fiador de su hermano, quien compró el puesto de provincial de la Hermandad coincidentemente con él.

3En el plano económico, probablemente debido a su corta vida, este personaje no llegó a amasar una gran fortuna propia ni a poseer gran cantidad de bienes. Sin embargo, sabemos que en 1691 contrajo una deuda de mancomún con su esposa con una capellanía fundada por su hermana Juana de Echavarría, así como un censo de 100 pesos a favor de la cofradía de la Concepción. El mismo año, también reconoció una deuda a favor de un individuo llamado Jerónimo Murillo y al año siguiente vendió un esclavo a un cierto Bernardo Cortés. Las ventas de esclavos no fueron del todo excepcionales en su vida pues también sabemos que en 1694 vendió otro esclavo, esta vez a Miguel Calvo, hijo del regidor depositario general de Cartago, Tomás Calvo. Estas transacciones son todo lo que conocemos de su vida económica, sin embargo, no dejan de indicarnos que, a su corta edad, ya empezaba a hacerse de un capital propio, pues incurría en préstamos que posiblemente invertía en actividades productivas, y poseía esclavos, muy probablemente para su servicio doméstico, aún si al poco prefirió prescindir de algunos de ellos. Por demás, todo esto implica que tampoco llegó a establecer grandes nexos económicos son personajes de su alcurnia, a parte de los que ya poseía como miembro de una familia poderosa.

4En cuanto al resto de su actividad relacional, sabemos que ejerció el padrinazgo en las confirmas de los hijos de algunos miembros de la elite local, tales como Alonso de Mora, su hermano Miguel de Echavarría, y su cuñado José Pérez de Muro. También fue padrino de bautizo y confirma de numerosos esclavos africanos, de indígenas y de miembros de las castas, lo que es una muestra de sus contactos con los grupos subordinados de la sociedad colonial.
Todas estas actividades habrían de truncarse, sin embargo, debido a una muerte temprana debida probablemente a algún padecimiento que le obligó a testar en 1694. A pesar de su corta vida, Gabriel de Echavarría Navarro llegó a procrear tres hijos: Juana Josefa (1690), Juana María (1693) y Pablo Manuel (1694).

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