Ficha n° 3849
Creada: 20 enero 2015Editada: 20 enero 2015
Modificada: 20 enero 2015
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Autor de la ficha:
Christophe BELAUBREPublicado en:
ISSN 1954-3891Producción de un programa Artistico-histórico Latinoamericano - con imágenes y sonido.
- Palabras claves :
- Proyecto, Imágenes, sonido, Programa
- Tipo de noticia:
- Proyectos de investigaciones
- Lugar:
- América Latina
- Fecha:
- 20 de enero de 2015
- Resumen:
-
INDICE
1.- Autores, colaboradores y adherentes
2.- Introducción
3.- La idea motora y la trama del relato audiovisual
4.- Épocas anteriores a la conquista y articulaciones etno-geográficas
5.- Orden colonial
5-a.- Descubrimiento (1492), conquista (1519) y partición papal
5-b.- Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y Paz de Westfalia (1648)
5-c.- Expulsión Jesuítica de Portugal (1759) y de España (1767) y particiones ilustradas
6.- La transición a la época revolucionaria y las particiones independentistas (1808-1820)
7.- Época de modernidad liberal y centralización de estados-naciones (1854-1889)
8.- Segunda crisis del estado-nación moderno (1889-1900)
9.- Abrupto tránsito al bonapartismo (1930-60)
10.- Caída del Muro, extinción del socialismo real y nueva partición del espacio latinoamericano (1989)
11.- Epílogo, crimen de estado, extractivismo y sometimiento intelectual al Banco Mundial2.- Introducción
Nos hemos propuesto sugerir la elaboración de una serie audiovisual histórica de alcance continental, a encarar por una organización con acceso a archivos gráficos y sonoros, que abarque la historia de América Latina desde las etapas anteriores a la conquista europea hasta la misma actualidad, y que apunte a contribuir a su futura integración política y a superar el estancamiento actual en los estudios latinoamericanistas.
Dicho estancamiento se extiende a sus sedes latinoamericanas, cautivas en gran parte de mandarinatos académicos problemáticos, que han infundido el miedo a discrepar, y donde escasean los recursos culturales y los archivos gráficos y sonoros, prolifera la corrupción y la endogamia, y se cultiva una dependencia al Banco Mundial/BID. También se extiende el estancamiento a las sedes del llamado Primer Mundo, donde a pesar de ser USA una sociedad transida por el racismo y un estado complicado en crímenes de guerra (reconocidos por su propio Senado), paradójicamente cuenta en sus universidades con mayores grados de excelencia y libertad académica que en el resto del mundo. Sin embargo, estas universidades reproducen en gran medida, en el área de los estudios latinoamericanos, la división regional tradicional en estados-naciones, lo cual vuelve cada vez más incomprensible la historia y la cultura latinoamericanas.
La idea de acelerar la unidad o integración latinoamericana, tomando América Latina como si fuera un continente, aunque de una identidad para nada estática y más bien muy dinámica, es preciso por ende no fetichizarla. A semejanza de la noción de Unidad Europea (UE), la latinoamericana debe arrancar de la experiencia plural e interdisciplinaria de siglos de historia muy anteriores a la conquista ibérica. También debe evitar —a diferencia de la Unidad del África sub-sahariana, o la del Maghreb, o la del Medio Oriente— copiar la ceguera del sectarismo economicista, prevaleciente en tiempos de la descolonización africana (Nkrumah).
En el caso latinoamericano, amén de recurrir a inapelables imágenes, colores, ritmos, sonidos y metáforas, de inexcusable referencia alegórica y programática, tenemos necesidad de indagar el origen de todas aquellas desventuras que fueron comunes a todas nuestras naciones (guerras, dictaduras, magnicidios, particiones, endogamias, irredentismos), pero también plantear todos aquellos temas silenciados por la historiografía tradicional americanista (mandarinatos, teocracias, estados-tapones, señores de la coca, etc.), replantear aspectos fundamentales que hasta hoy han sido ignorados (Numhauser), y transmitir un argumento o pensamiento central que reinterprete los sucesos, situaciones o acontecimientos del pasado a la luz de nuevos paradigmas, sin que ello suponga tomar un partido sectario en materia ideológica, epistémica o metodológica.
Este replanteo no debe ser estático ni lastimero ni quejumbroso como lo fue el mensaje del dependentismo setentista (centro-periferia), fundado en el exclusivo saqueo o despojo cometido por las metrópolis imperiales. Tampoco debe contar con contenidos restauracionistas o re-creacionistas, típicos del pensamiento reaccionario que trata al pasado histórico como si fuera un objeto inerte y pasivo, susceptible de ser recuperado políticamente (Kracauer-Zermeño), tal como está siendo experimentado en el Levante/Oriente Medio por el Estado Islámico de Irak y Siria (ISIS), pero enmascarado tras el mito salvífico del Califato Islámico (desaparecido después de haber sido eliminado el sultanato, pero no por obra de la Paz de Versalles sino por la revolución secularizadora de Kemal Ataturk). Este último tiene un distante aire de familia con el mito mesiánico andino de “buscar un Inca” que restituya una edad de oro perdida, indagado entre otros por Flores Galindo. Pese a la ideología mao ísta de Abimael Guzmán, el fundador de Sendero Luminoso, su imaginario polpotiano habría sido alimentado por el mito andino del Inkarrí. También este mito tiene su aire de familia con el de la restauración dinástica del Imperio de Iturbide por parte de Maximiliano de Austria y el conservadorismo monárquico mexicano, o a la restitución de la legislación de Indias pretendida en el Río de la Plata dos décadas después de la Revolución de Mayo por el “Restaurador de las Leyes” Juan Manuel de Rosas. La recreación del Tawantinsuyo (unión de los cuatro suyos, territorios del imperio incaico) buscada por los hermanos Katari en el siglo XVIII, y enarbolar hoy públicamente la wiphala (bandera-emblema del mismo) tendría necesariamente una dimensión muy distinta al mito del Inkarrí, pues se acerca más a un reconocimiento simbólico de una tragedia histórica que a una restauración política efectiva (Platt).
Por el contrario, en este emprendimiento destinado a superar el creciente proceso de periferización provocado por la globalización, pretendemos gestar un proyecto político-cultural ajeno a toda sospecha de hegemonía euro-céntrica, o de nostalgia restauradora de una perdida “edad de oro”, o de tragedia vaticinadora de eventos apocalípticos (catastróficos o conspirativos), o de patriarcalismo, bajo una única óptica masculina y en desmedro de una visión femenina.
Este emprendimiento está dirigido en principio a los grupos dirigentes, para que unidos encaren el combate contra el conjunto combinado de desventuras endógeno-culturales largamente incubadas (CCD), tales como el cesarismo bonapartista y patriarcal (hombres providenciales e infalibles), el sectarismo economicista, el aislacionismo (diplomático y cultural), el corporativismo patrimonialista (militar, clerical, sindical), el analfabetismo funcional (digital), la endogamia institucional (docente, empresaria), el irredentismo espacial (territorial), el restauracionismo o reconstruccionismo político nostálgico, el negacionismo de los crímenes de lesa humanidad (desaparecidos), y el hegemonismo académico-mandarín canonizado por los poderes políticos y mediáticos.
Esta propuesta debe estar fundada en una selección significativa de innumerables links y videos, cuyos argumentos se tomarán de libros y artículos de diversos autores, y debería estar reflejada en escenas secuenciadas, y estimuladas por un repertorio de unidades narrativas, correspondientes a diferentes períodos de la historia latino-americana (antigüedad, modernidad, contemporaneidad); a diversas formas de gobierno (teocracia, monarquía, imperio, república, aristocracia, democracia, estado fallido, narco-estado); a distintas unidades políticas (civilizaciones, culturas, virreinatos, naciones, estados, provincias, departamentos); a diversos procesos violentos (guerras, particiones, rebeliones, ostracismos, providencialismos, conspiraciones, nepotismos, etc.); a una variedad de procesos inofensivos (abdicaciones, renunciamientos, armisticios, tratados, etc.), y a distintas regiones del espacio latinoamericano, en su compleja diversidad económica (minera, agrícola, ganadera, in dustrial, forestal, etc.), socio-étnica (indígena, africana, mestiza, mulata, europea, etc.), y geográfica (amazonía, pampa gaucha y llanera, litoral rioplatense, archipiélago caribeño, costa peruana, mundo andino, mediterraneidad cono-sureña, meseta centroamericana, etc.).
Su selección debe ser intensamente discutida y editada, como lo hemos venido haciendo hasta el presente, con gran ayuda de Internet y del Google, que nos permitió asociar en la empresa a multitud de colegas de distintas partes del mundo y de diversas disciplinas científicas, incluso de aquellos que no habiendo aceptado incorporarse contribuyeron con sus críticas al mejoramiento del Proyecto.
Por último, la compilación de textos deberá ser interpretada, y reformulada con ilustraciones, canciones (Canto General de Pablo Neruda por Theodorakis y Farantouri, Canción con todos, Misa criolla), melodías, coreografías, y escenografías estéticamente diseñadas para la peculiaridad de cada episodio histórico, y dobladas a todas las lenguas amerindias posibles
3.- La idea motora y la trama del relato audiovisual
La idea motora que anima este Proyecto es el combate a esos viejos “huevos de la serpiente” (motines militares, golpes de estado) y a su secuela constituida por el conjunto combinado de desventuras endógeno-culturales largamente incubadas (CCD). El huevo de la serpiente es una metáfora literaria, de origen shakesperiano, retomada por Bergman y también por inspiradores de teorías conspirativas, alrededor de un reptil que simboliza la potencialidad del mal con su eterna metamorfosis o camuflaje de piel, y cuyos huevos es preciso eliminar antes que eclosionen. Por otro lado, el combate a que hacemos referencia está centrado alrededor de una tentativa periodización de sucesos y discursos históricos.
Esta periodización, en su escenificación, comprende un friso múltiple, con cuatro (4) actos sucesivos, y sus respectivas transiciones o cortes cronológicos, gobernados por sus respectivas lógicas, muy distintas unas de otras. Estas transiciones corresponden a la periodización histórica de la antigüedad anterior a la conquista europea y a las distintas etapas de la modernidad (la renacentista, la ilustrada, la liberal, y la bonapartista), sugeridas por Nathan Wachtel, Enzo Traverso y Joaquín E. Meabe, con sus tres sucesivos huevos de serpiente y sus respectivos teorizadores (Burke, De Bonald, de Maistre, Schmitt, Gentile, Kissinger), y a las recientes propuestas teóricas de Tomás Pérez Vejo (estado-nación) y de María Victoria Crespo (dictadura). Estos cuatro actos sucesivos se desplegarán en:
a) un planteo inicial de la trama, que comprenda la época antigua, que pertenece a episodios anteriores a la conquista europea, que se remonta al pre-clásico temprano maya (2000-1000 AC) y a las corrientes migratorias procedentes de Siberia, China, la Polinesia, Mongolia, y el Orinoco.
b) un nudo crítico o crucial, que alteró profundamente el mundo amerindio, que corresponde al período colonial, y que comprende el descubrimiento, y la partición de América entre los dos imperios pre-westfalianos (Donativo Papal y Tratado de Tordesillas, 1494), seguido por la conquista, la colonización y la “evangelización”, la primera guerra civil europea o Guerra de los Treinta Años, culminada en la Paz de Westfalia (1648), sus secuelas Reformistas y Contra-Reformistas en América Latina, y finalmente la expulsión de los jesuitas y sus derivaciones;
c) un nudo secundario o de transformación, que enmarcado en la época liberal ilustrada —correspondiente a la segunda guerra civil europea y a las derivaciones de la Paz de Viena (1815)— impulsó un independentismo que acentuó la partición política del continente y generó los correspondientes providencialismos regionales y los estados-tapones, y en el mundo andino agudizó el colonialismo interno y la opresión del indígena al someter a los originarios como siervos de haciendas; y que en la pampa, la llanura y los litorales latinoamericanos incitaron a emprender nuevas conquistas de territorios y recursos indígenas (Yrigoyen Fajardo);
y d) un desenlace final, dramático y criminal, donde prevalecen las políticas extractivistas y de partición geo-política, y de sometimiento intelectual, que abarca la época bonapartista correspondiente a la tercera guerra civil europea con sus dos Guerras Mundiales; las derivaciones de la Paz de Versalles (1918) y de los Acuerdos de Yalta (1945); la extinción de la Guerra Fría con la Caída del Muro de Berlín (1989), y sus efectos en el Consenso de Washington (1994); y con el derrumbe del Muro del Caribe y el eventual levantamiento del Bloqueo a Cuba (2014).
4.- Épocas anteriores a la conquista (europea) y articulaciones etno-geográficas (caribeñas, polinésicas, siberianas, amazónicas, y asiáticas).
De las épocas anteriores a la conquista europea, tratamos una serie de unidades narrativas que operan como un planteo inicial del inmenso drama histórico latinoamericano, en cinco (5) articulaciones temporales correlativas y otras cinco (5) articulaciones geográficas.
Las cinco etapas históricas elegidas son las de la cultura Chinchorro en la costa norte de Chile (4000-2000 BC), la civilización maya en meso-américa desde su pre-clásico temprano (2000-1000 BC), y las culturas Quimbaya, Moche, Nazca, Chavín y Tiahuanaco en la costa y sierra colombiana y peruana y en la meseta alto-peruana (1500-200 BC). Del post-clásico maya (900-1450 AC) datan los glifos y códices que se refieren a las predicciones de eclipses lunares y ciclos planetarios. Se sospecha que entre todos ellos —cuatro códices mixtecos, tres códices mayas y siete códices del grupo Borgia— la copia de época (Códice de Dresden) existente en una colección de Viena —cuyo origen se remonta a una posible donación de Hernán Cortés a Carlos V— llegó durante el Renacimiento a conocimiento de Brahe, de Kepler y de astrónomos jesuitas, y que por tanto podrían encontrarse en el origen de la astronomía y de la ciencia modernas.
De la época que corresponde a la era cristiana rescatamos el manuscrito maya conocido como Popol Vuh, con sus calendarios de ceremonias y rituales; así como las culturas mesiánicas de Huitzilopochtli y Quetzalcoatl/Viracocha. La profecía de esta última habría correspondido a Tomás, el único apóstol de Cristo que fue a Oriente y que desde la India llegó a América (cf. el Sermón Guadalupano de Fray Servando Teresa de Mier, y las rutas de intercambio cultural de larga distancia en Golte), y también al país de Cipango y del Preste Juan, rememorado por Marco Polo, con sus relatos y la cartografía pertinente (Per Totum Circulum, 1440; Zeitz,1470; Henricus Martellus, 1489). La existencia de Cipango habría estado en conocimiento de Colón, referencia que se confirmaría con los últimos hallazgos arqueológicos de Walter Alba sobre la cultura moche, en especial la del Señor de Sipán, procedentes de la China continental.
También se dieron cinco (5) articulaciones etno-geográficas: la caribeña, la polinésica, la siberiana, la asiática y la amazónica. La articulación caribeña se produce con las migraciones de los arawak desde el río Orinoco al mar Caribe (saladoides), y entre ellos la de los taínos a Puerto Rico (Borinquen), a la Hispaniola, y a Cuba, donde se mezclan con los indios Caribes. La articulación polinésica se habría comprobado mediante restos lingüísticos y vestigios arqueológicos encontrados en la Isla Moche (frente a la provincia de Arauco en Chile). Y la articulación amazónica opera en toda la extensión fronteriza del Brasil. Así como Murra inauguró el estudio del control vertical de los pisos ecológicos, es preciso rastrear también la articulación de las tierras altas andinas con las tierras bajas de la amazonía (Descola). Estas últimas quedaron mitificadas en lo que se dio en llamar “gran vacío amazónico” (Santos Granero), y fosilizadas en una temporalidad a-histórica (Saignes) , que recién muy últimamente lo han tratado de revertir los estudios de etnohistoria, especialmente los dirigidos a las etnias bisagra que operaban entre el mundo andino y la amazonía.5.- Orden colonial
La época colonial, nudo crítico o punto crucial de quiebra, aún no superado, que puso en condición subalterna a todos los pueblos originarios y que subordinó la cultura y la economía, antes autárquicas, a una que debe importar permanentemente los avances intelectuales del centro, y exportar sus recursos naturales al exterior, situación que no ha sido superada hasta ahora, exige un profundo trabajo descolonizador (Yrigoyen Fajardo). Para lograr ese propósito, desagregamos el orden colonial en tres etapas sucesivas: la del descubrimiento (1492) y conquista (1519), la de la Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y la Paz de Westfalia (1648), y la de la Expulsión Jesuítica (1767).
5-a.- Descubrimiento (1492), conquista (1519) y partición papal
Primero debemos tratar el descubrimiento, conquista, y colonización de América; y a su “evangelización”, por parte de dos imperios pre-westfalianos aunque renacentistas hijos del Tratado de Tordesillas (1494) y del Donativo Papal a España y Portugal (1493), que mantuvieron al continente partido al medio en dos espacios separados, y el Océano Pacífico con las Filipinas incluidas, incorporadas a España. A este antecedente debemos incluir aquellas doctrinas que debatieron la supuesta universalidad de la monarquía hispánica: la doctrina bíblica del canonista Palacios Rubios acerca de España como la quinta y última monarquía universal del mundo (luego de Asiria, Persia, Grecia y Roma), y la teoría opuesta al universalismo del escolástico Vázquez de Menchaca, que posteriormente influyera en las doctrinas del internacionalista Hugo Grocio.
Luego debemos encarar el mesianismo de las sociedades que creían en la profecía de un rey-dios redentor, como el sebastianismo en Portugal o el de Federico Barbarossa en el Sacro Imperio Germánico, o como Quetzalcoatl en México, un dios barbado y blanco que vendría de oriente a redimirlos, o como el del Inkarrí en Perú que mistifica la cabeza decapitada del Inca como generadora de un cuerpo que en un futuro regresaría y “sería millones”. Para comprender estos imperativos míticos debemos tener en cuenta que en estas sociedades operaban procesos inmigratorios históricos (los aztecas procedían de la Baja California) y procesos asimilatorios forzosos (lingüísticos y cosmológicos) de unas etnías sobre otras (quechuización incaica de los cañaris, aymarización de los uros, araucanización de los pampas, mayanización de Guatemala, guaranizacion de los chané-arawak, etc.). Estos mitos y leyendas se extendieron, con distintas variantes, a las comunidades africanas importadas como esclav as, y a las sociedades mestizas en proceso de ladinización y sincretismo.
El estudio de estos mesianismos y estos sincretismos fueron formulados en varias etapas consecutivas (últimamente una corriente de pensamiento conocida como la “nueva historia de la conquista” integrada por Florine Assilbergs y Michael R. Oudijk, ha revisado la obra de Bernal Díaz del Castillo), la del utopismo milenarista franciscano del “buen salvaje” con su recuperación del mundo cultural indígena; la de las alianzas inter-étnicas de indígenas con españoles para conquistar otras etnias rivales; las guerras civiles en el Perú entre los propios conquistadores (Almagro-Pizarro); la de la mal llamada extirpación de idolatrías o guerra de religión encarada por las órdenes religiosas de origen medieval (dominica, mercedaria y agustina); la de la reducción de los indígenas a \“pueblos de indios\”; la de las mujeres indias y los señores de la coca (Numhauser); la del régimen plantocrático (código negro), las migraciones forzadas garifunas (etnia caribe-yoruba); la de la resistenci a afro-americana a la esclavitud en palenques y quilombos del Caribe, Brasil y costa del Perú (cimarronismo o maroons); la de la servidumbre registrada en el Caribe (indentured servants) y el origen de la caribeñidad; y la de la ofensiva bandeirante paulista (colonos mamelucos) contra las misiones jesuíticas, que —a diferencia de los colonos norteamericanos (vaqueros-cowboys) que migraron al oeste (F. J. Turner)— no pudo llegar al Océano Pacífico por la fuerte resistencia teocrático-jesuítica.
5-b.- Guerra de los Treinta Años (1618-1648) y Paz de Westfalia (1648)
Más luego, el nudo crítico continúa con la Primera Guerra Civil Europea (1618-1648), la Rebelión de Portugal contra la unión de ambas coronas castellana y lusitana (1640), y la Paz de Westfalia (1648) y sus derivaciones políticas en la América colonial, con la emergencia de la Casa de Braganza en la corona portuguesa, la hegemonía de la Contra-Reforma, las prácticas sincréticas de la Compañía de Jesús (sonoras y gráficas), la introducción del barroco en Indias, y la invasión de los calvinistas holandeses al nordeste Brasilero (Pernambuco) procedentes del Caribe Neerlandés bajo el liderazgo del Príncipe Nassau (1624, 1637), y su posterior reconquista por cariocas y paulistas durante la Guerra de los Treinta Años (1618-1648).
Asimismo, el nudo crítico persiste con la piratería bucanera franco-anglo-sajona en el Caribe (1640-1680), la pérdida a manos inglesas de Jamaica (1655) y Trinidad-Tobago (1797), la ocupación y devolución de la Colonia del Sacramento (1680-1777), el Tratado de Methuen y el oro de Mina Gerais (1703), la explotación minera de plata en Perú y Alto Perú, la expulsión de las Misiones Orientales, el Tratado de Madrid y las guerras guaraníticas (1750-56), y el pillaje diferenciado de los pueblos indígenas por los españoles y criolloa según su diversa inserción económico-social en el espacio latinoamericano.
Este nudo crítico alcanza su paroxismo con las sucesivas crisis comerciales desplegadas en todo el espacio colonial, primero por la Guerra de Sucesión de España (1700-1715) que con el Sistema de Utrecht generó el Tratado de Asiento de esclavos (Real Asiento de Inglaterra), y trajo como una de sus consecuencias la insurrección de los Comuneros del Paraguay por la imposición de la Renta de Tabaco (1717-35); y luego por la Guerra de los Siete Años (1756-1763) que generó la pérdida y sucesiva reconquista de La Habana (1762), y la expulsión de los jesuitas de toda la América ibérica (1759, 1767).
5-c.- Expulsión Jesuítica de Portugal (1759) y de España (1767) y particiones ilustradas
Por último, el nudo crítico se vuelve agónico con la hegemonía del Jansenismo ibérico, y su secuela más inmediata la de la expulsión de los Jesuitas de toda la América portuguesa y española. Dicha expulsión generó a su vez una fragmentación política en un mayor número de virreinatos, capitanías e intendencias; el absolutismo monárquico en materia de patronato; la práctica del mercantilismo colbertiano; la introducción del neoclásico europeo adaptado a Indias; la persistente y contradictoria introducción de la Ilustración Europea con la creación de los Colegios Reales ilustrados, y el contradictorio rol de los discursos proféticos y milenaristas del domínico mexicano desterrado y convertido al jansenismo Fray Servando Teresa de Mier y del jesuita chileno expulso Manuel Lacunza.
A todo ello debemos sumar los efectos des-estructurantes del reparto compulsivo de mercancías europeas a las comunidades indígenas. Y finalmente, por la Guerra Anglo-Española o Guerra de Independencia de EEUU (1777-83), con motivo del Tratado de Aranjuez o Renovación del Tercer Pacto de Familia (1779), se generó en Perú y el Alto Perú el alza de la presión fiscal (alcabala) y las consiguientes insurrecciones indígenas (Tupac Amaru y Tupac Katari), y en la Nueva Granada la Rebelión Comunera (1781). Una década más tarde, con motivo de las Guerras provocadas por la Revolución Francesa, Portugal elevó también la presión fiscal, generando en Brasil la Inconfidencia mineira liderada por Tiradentes (1792).
Para este largo y conflictivo período histórico, seleccionamos una larga serie de episodios que se siguen unos a otros, el pensamiento reaccionario y mesiánico que impregnó a los monarcas indí