Ficha n° 3905
Creada: 28 febrero 2015Editada: 28 febrero 2015
Modificada: 11 abril 2015
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Autor de la ficha:
Coralia GUTIéRREZ ÁLVAREZEditor de la ficha:
Christophe BELAUBREPublicado en:
ISSN 1954-3891MARTÍNEZ DE LA PEDRERA, José
- Palabras claves :
- Carrera, Burocracia, Familia, Abogado, Letrado
- Cargo o principal ocupación:
- Oficial Real
- Casó:
-
1En Bayamo/Cuba hacia 1804 y quedo viudo antes de volver a casarse en Campeche con María Felipa Vázquez y Tamayo, hija del Capitán Rafael Vázquez y María del Rosario Tamayo.
- Nació:
- El 27 de febrero de 1767 en Oviedo, Asturias.
- Murió:
- El 10 de julio de 1826 en Mérida Yucatán.
- Padres:
-
1Angel Martínez de la Pedrera y Francisca Fernández
- Resumen:
-
1 En la historiografía del istmo centroamericano, todavía queda mucho por hacer para conocer y comprender a los personajes que integraban la “clase” política, en las postrimerías del período colonial. Como en el caso de México, conocemos bastante de los sobresalientes, como Lucas Alamán, Lorenzo de Zavala, José María Luis Mora; de los guatemaltecos que se hicieron notar por su participación en Cádiz, en 1812, como Antonio Larrazabal y Florencio Castillo ; de algunas otras figuras políticas que suscribieron el Acta de Independencia, como los hermanos Aycinena – también potentados en la economía de la época- o del “sabio” José Cecilio del Valle . Todos ellos relacionados con las cuestiones de poder y reformas en aquél momento. Sin embargo, hay protagonistas que sólo aparecen en la anécdota nacionalista y otros ni siquiera allí, a pesar de que su nombre integrara la lista de firmantes de aquel documento histórico. Algunos de estos, como José Martínez de la Pedrera, aparentemente han sido casi desconocidos hasta ahora; aunque se le menciona, de manera marginal, en un trabajo sobre Guatemala en una publicación destinada a la docencia y de circulación restringida del historiador José Antonio Fernández Molina y en otro par de trabajos sobre Yucatán, en éstos apenas si se anotan algunos datos de su itinerario político y se le enjuicia de manera parcial y limitada. Por ejemplo, el historiador Bellingeri se refiere a Martínez de la Pedrera como “un funcionario local, caído en desgracia” o “diputado rutinero”, no más.
2 “Don José Martínez de la Pedrera, Ex-diputado a las Cortes Ordinarias, Auditor de Departamento, Asesor de la Presidencia y Superior Gobierno de Guatemala, y Auditor de Guerra de la Capitanía General del Reino, por S. M.”, como dijo de sí mismo, al principio de una protesta pública, en 1820, fue uno de aquellos personajes. Las circunstancias en las que se desenvolvió su carrera al servicio de la corona española, de los años finales del siglo XVIII hacia las dos primeras décadas de la siguiente centuria, fueron inestables, de mucha fluidez política, en donde se combinaron la crisis secular de la monarquía – que había motivado las reformas, que no obstante la ensancharon y profundizaron—; los efectos de las guerras en Europa y América, en particular la reacción del gobierno español a la Revolución Francesa de 1789, con las nuevas formas y actividades propias del orden constitucional, inaugurado en 1812. En 1820, por ejemplo, al restablecerse la constitución, se produjeron traslapes entre autoridades/funcionarios viejos y nuevos, menudeando así los roces y conflictos. Verbigracia, en Guatemala, entre la Audiencia en caída y la Diputación Provincial en ascenso. Y aún después de la declaración de independencia, con los cambios de diputaciones a juntas de gobierno, que implicaron una aceleración del cambio político como lo ha estudiado Xiomara Avendaño.
3 Como individuo directamente afectado por dichas mudanzas, Martínez de la Pedrera dio cuenta de ellas. La cuestión de “la fluidez política” de esta época parece central, si de estudiar a los políticos hispanoamericanos se trata. No debería perderse de vista en el estudio de estos años, porque si un funcionario venía a menos, luego podría venir a más nuevamente, como fue en este caso, quizá sin que sus posiciones políticas variaran de manera significativa. Aunque los documentos examinados aquí se refieren a un lapso acotado, un par de señales indican que la influencia de la familia Martínez de la Pedrera – y de otras familias de políticos formados en Guatemala – en Yucatán se mantuvo y traspasó la primera mitad del XIX. Se sabe que contrajo matrimonio en Cuba, hacia 1804 y luego se estableció en Campeche. Por lo tanto, parece pertinente reconstruir la experiencia de este funcionario de la alta burocracia española, en los meses que antecedieron y siguieron a la independencia.
4 Como se dijo más arriba, en primer lugar se trataba de un letrado, formado en las aulas de la Universidad de Sevilla, que inmediatamente después de haberse graduado, en 1795, había pasado a integrar los reales consejos. Probablemente las relaciones que le proporcionaron tan brillante comienzo, contribuyeron también a su carrera en Indias. Desde Cuba, a Louisiana, Campeche y Guatemala, siempre figuró como asesor y auditor real, en particular del ramo de hacienda. Cabe subrayar la importancia de tal oficio, en esos años de continuas guerras y, por lo tanto, de fondos para cubrir los gastos que implicaban. A pesar de ello, e infortunadamente para él, vivió el rápido andar de los tiempos con incertidumbre en el empleo, ya que, en su caso, los cambios políticos se tradujeron en supresión y, en varias ocasiones, despojo de sus puestos.
5 Estas experiencias y su condición de funcionario real, lo llevaron a preferir el orden y las jerarquías, afianzando su posición monárquica. La historiadora Laura Machuca menciona por ejemplo que Martínez de la Pedrera escribió en 1809 (desde Campeche) El gabinete de Bayona confundido o Disertación Patriótica sobre el pretendido derecho de Napoleón 1.º a la Corona de España, exornada de Notas y de un apéndice genealógico, que fue impreso en Nueva Orleans en 1810, “estudio donde defiende los derechos del «amado» y «omnipotente» Fernando VII”. Otro ejemplo de su actuación pública en favor de las posiciones realistas: el periodista Justo Sierra O’Reilly, publicó en El Museo Yucateco, la “Historia secreta del melancólico proceso formado en el tribunal de Mérida, Yucatán, contra Emilio Gustavo Nordingh de Witt, emisario del rey intruso José Napoleón”, redactado por Martínez de la Pedrera quien actuó como fiscal durante el juicio. Desde 1813, cuando, a sus 46 años, fue diputado a cortes, en Yucatán se le identificó como “rutinero”, es decir, anti-independentista. Y, aunque nueve años después, hizo profesión de fe liberal y constitucional, se pronunció abiertamente contra el gobierno republicano; en no pocas ocasiones, de manera mordaz e irónica. Laura Machuca considera sin embargo que de los cinco diputados que representaban Yucatan, “Martínez de la Pedrera fue el más activo y que mostró más independencia al actuar, tal vez por ser peninsular y tener experiencia en varios lugares, prácticamente no se interesó en asuntos «provinciales»”.
6 De su indignación no se escaparon sus colegas del gobierno y algunos otros de “las clases superiores” en Guatemala. Se empeñó en distinguirse de ellos, como español, asturiano, que era. Algunos criollos tampoco la llevaron suave, con el resentimiento y menosprecio que a veces destilaba su pluma, no tan así el “populacho”, que sólo le parecía el objeto de la manipulación de éstos, en su versión republicana.
7 Tal es el mirador desde donde Martínez de la Pedrera refiere las circunstancias que condujeron a la independencia, a su declaración el 15 de septiembre de 1821, así como el devenir de las nuevas naciones que vendrían a ser Guatemala, El Salvador, Honduras, Nicaragua, Costa Rica y el estado mexicano de Chiapas. Dichas circunstancias son las que ocupan centralmente la atención del último Asesor General del Reino de Guatemala.
8 En sus escritos se tocan algunos otros asuntos del mayor interés para el historiador, como la cuestión del indio en el nuevo orden constitucional o la de la hacienda pública – de la cuál, podemos suponer, Martínez de la Pedrera tenía cierto dominio, por haber desempeñado el oficio de auditor -, para sólo mencionar dos de los asuntos más relevantes; además de íntimamente relacionados, pues la ecuación indio más hacienda en el régimen colonial equivalía a tributo. Entre sus manifiestos destaca el enviado a Iturbide, el 12 de junio de 1822.
9Se trata de una declaración política del “último asesor del gobierno de Guatemala”, para congraciarse con el Emperador Iturbide. Tal documento contiene la subjetividad propia, única, de su autor (además de algunos detalles de la de otros altos funcionarios que tenía cerca) en un momento histórico determinado, el de la independencia de lo que fuera el Antiguo Reino de Guatemala y la anexión temporal o definitiva de porciones de su territorio al Imperio Mexicano, entre 1820 y 1823; faltaría establecer si este caso era parte de toda una corriente de opinión en ese momento, que involucraba a un parte significativa de los funcionarios hispanos. En todo caso, da cuenta de los pormenores del “El estado político de Guatemala en 1820”; del llamado del Jefe Político a una Junta General, que llevó a la declaración de independencia, a la composición e instalación de la Junta de Gobierno y a la jura de la independencia.
10Incluye asimismo una parte titulada: “Revolución de Guatemala. Separación de las provincias. Observaciones”, que es la más rica en imágenes, que se refieren al estado del reino, en las semanas que siguieron a la independencia y antes de que se firmara el Acta de Unión de la Provincias de Centro América al Imperio Mexicano, el 5 de enero de 1822. Se trata de escenas impregnadas de su idea de (y aversión a, podría decirse) la revolución, coronadas con su declarada adhesión al Imperio y a Iturbide. Cabe señalar que al final del documento aparece tachada la fecha octubre 28, uno de los momentos más álgidos del debate acerca de la unión de las provincias centroamericanas al imperio mexicano.
11 Para finalizar, puede decirse que en sus escritos José Martínez de la Pedrera manifestó en algún sentido los motivos, actitud y acciones de ciertos grupos pudientes del istmo en el momento de la independencia-anexión. Es decir este documento, junto a otros testimonios de funcionarios españoles y documentos de la época, nos acerca a entender el momento –circunstancias – de esta coyuntura, desde la perspectiva de las historias de vida, de la experiencia personal y particular de una persona.
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