Chonab’anel: transformaciones del intercambio y el comercio en la región tojolabal
- Autor(es):
- Antonio Gómez Hernández y José Luis Escalona Victoria
- Lugar de Publicación:
- Universidad Autónoma de Chiapas. Pp. 359 - 380.
- Categoria:
- Anuario de Estudios Indígenas X, 2005, Instituto de Estudios Indígenas
- Fecha:
- 2007
- Texto íntegral:
1Las poblaciones a las que se refiere este trabajo están localizadas en el extremo sur oriental del estado de Chiapas; pobladas principalmente por hablantes de la lengua tojol ab’al. Los tojolabales habitan en varias poblaciones rurales ubicadas en distintas áreas ecológicas: las tierras altas y la montaña, en torno a la cabecera del municipio de Altamirano y en la parte norte y nororiente del municipio de Las Margaritas; los valles y las serranías bajas, alrededor de las cabeceras de La Independencia y Las Margaritas; y la selva, en el extremo oriental de los tres municipios y en el recién creado municipio de Maravilla Tenejapa1.
2 En esta región, y de acuerdo con los registros etnográficos existentes, el comercio y la circulación de dinero se han incrementado de manera importante en las últimas tres décadas. Junto con el crecimiento demográfico y el aumento de los servicios: salud, educación y comunicaciones, así como las relaciones campo–ciudad, el intercambio comercial ha sufrido importantes transformaciones. Revisaremos algunos aspectos de esas formas de intercambio y las transformaciones que se han registrado en ellas en los últimos treinta años. Nos centraremos, en particular, en los cambios registrados en el mercado de Las Margaritas. Pero, para explicar estos cambios, es necesario revisar algunas formas previas de intercambio existentes en la zona rural.
3 Debemos anotar que los cambios no se produjeron de manera radical, sino que son parte de un proceso paulatino de crecimiento de la importancia del uso del dinero en las transacciones comerciales. No analizamos por eso una ruptura en las prácticas de intercambio sino una transformación lenta pero significativa.
4 Finalmente, tampoco se trata de un proceso exclusivo de esta región. Lo que hacemos es destacar cómo se ha dado este proceso de dependencia creciente del dinero en una región donde existían hasta muy recientemente – y permanecen en algunas transacciones – prácticas de trueque y de intercambio de trabajo no pagado.
Algunas formas de intercambio no monetario
5La población tojolabal no vivía en pueblos con tierras propias, como otras poblaciones indígenas de Chiapas. Por el contrario, hasta el reparto agrario que se inició en el periodo del presidente Lázaro Cárdenas, 1934 – 1940, los tojolabales vivieron como mozos y peones en propiedades privadas conocidas como fincas.
6 A partir de la Reforma Agraria se establecieron los ejidos de la región con límites territoriales conforme al total de hectáreas de dotación oficial. Los beneficiarios acordaron la prohibición del matrimonio entre personas de localidades diferentes, medida según la cual evitaría la fuga de mujeres casaderas o la llegada de hombres de otros ejidos que después reclamarían tierras. Además, instituyeron la ayuda mutua entre parientes y vecinos tanto para el trabajo agrícola como para la construcción de las viviendas. De esta manera, las restricciones matrimoniales y sobre la propiedad de las tierras llamaron a crear límites muy precisos entre los pueblos. Sin embargo, desde entonces se han venido formando redes de intercambio de productos entre localidades, sistema que ha permitido disponer de productos de lugares y climas diversos. Daremos ahora algunos detalles de estas formas de intercambio local y entre poblaciones tojolabales.
El trabajo no pagado
7En el contexto local, la reciprocidad se practica en el trabajo desde el reparto agrario, en particular en los momentos de mayor demanda de mano de obra como la construcción de una casa o la cosecha. Para estas actividades se establecían acuerdos de colaboración entre parientes. También ocurre esto durante eventos como un funeral, al que acuden los familiares para ayudar en las actividades que se requieren, además de que dan algunos obsequios en alimentos; en la celebración del día de los muertos, cuando se acude al panteón a hacer ofrendas de flores a los familiares fallecidos; o en ocasión de una boda, en la que se hacen intercambios de productos y de trabajo para la fiesta – preparación de los alimentos y construcción de un cobertizo, por ejemplo – . Todo eso se lleva a cabo siguiendo claras y bien establecidas líneas de parentesco2 que obligan a los parientes de cierto grado a participar en los trabajos que cada actividad conlleva. En este caso se establece como acuerdo tácito que participar es la garantía de recibir ayuda cuando se necesita.
8 También se ofrece trabajo no pagado para labores de beneficio común, como el arreglo de caminos, de edificios públicos – templos, casas ejidales y escuelas – , o de las parcelas colectivas de los ejidos – como la parcela escolar, el komon alaj o “milpa colectiva3” – . En estos ejemplos la no participación es sancionada por las autoridades locales por medio de una multa, cárcel o exclusión de derechos agrarios o de otro tipo – de acceso a servicios públicos, por ejemplo.
El b’olmal o intercambio de productos
9También hay intercambios de productos entre habitantes de distintos pueblos. Todavía en la actualidad, en los pueblos tojolabales de la región existe una forma de intercambio regular conocida como b’olmal. Se trata de una actividad casi exclusiva de las mujeres, en donde se intercambian los productos del trabajo de la familia – leña, huevo, gallinas, frijol, maíz – por los de pueblos ubicados en otras zonas, con distintos bienes y diferentes condiciones climáticas. Éste es un sistema de mercado en donde se ofrece un producto por otro de manera directa, un cambio o trueque directo.
10 La “vendedora” se desplaza a los poblados en donde sabe que hay demanda de su mercancía y busca intercambiar lo que lleva por productos que no se encuentran fácilmente en su región o población de origen. Las visitas se organizan formando grupos de mujeres emparentadas que se trasladan a pie, con o sin bestias de carga – burros y caballos – , a otros poblados llevando sus productos. Al llegar a los otros poblados ofrecen lo que llevan a cambio de productos escasos en el pueblo de origen. El intercambio se realiza entre mujeres que ya han realizado antes intercambios. Existe cierto tipo de obligación implícita en estos acuerdos: se accede al intercambio aunque no se requiera el producto ofrecido, puesto que eso implica seguir participando del intercambio recíproco en un futuro.
Los bayunkeros
11Además, a los pueblos llegaban cada cierto tiempo algunos vendedores ambulantes. Se trataba de personas no hablantes de tojolabal que salían a vender productos de otras regiones y practicaban a la vez el trueque y el intercambio de mercancía por dinero. Se les conocía como bayunkeros(as). Por ejemplo, una señora oriunda de la cabecera municipal de Las Margaritas, quien tuvo como su principal mercancía el “mecate”, era conocida en los lugares que recorría como “Chepa, la mecatera”.
12 Este tipo de comercio ambulante proporcionaba a las familias tojolabales los productos manufacturados en otras regiones, como el mencionado mecate, los elaborados con la palma – sombreros y petates4 – , la alfarería, el chicharrón, los embutidos, el aguardiente – cuando no lo producían en la localidad – y algunos encargos especiales de los “marchantes”. A decir de una anciana, quien fuera bayunkera, llevaban lo que les encargaban y todo lo no perecedero producido en otros pueblos alejados, así como productos de la tierra caliente. Vendían incluso manta para la confección de ropa, cuando la ropa de algodón era elaborada en casa. Aceptaban intercambiar a veces sus productos por maíz y frijol, pues la gente no siempre tenía dinero para pagar. Ésta constituía una forma intermedia entre el intercambio de productos y la compra venta. Todavía hoy hay comerciantes que practican este tipo de intercambio, sólo que se trasladan en camionetas y venden manufactura de plástico y metal traída de ciudades cercanas.
La venta de productos y el trabajo pagado
13Sin embargo, estas formas de intercambio directo de productos – o de éstos por dinero – no eran suficientes para el sostenimiento de la producción y el consumo que las familias demandaban, pues para ello siempre ha sido necesario adquirir ciertos bienes no producidos localmente como las herramientas de metal y las telas. Había varias formas de conseguir el dinero necesario para adquirir esos otros bienes.
14 A partir de información primaria – de personas que vivieron esa época – se sabe que hasta los últimos tiempos de las fincas de la región de Comitán y Las Margaritas, los mozos viajaban hasta Comitán a dejar las mercancías que se producían en las haciendas de las cuales eran peones acasillados: queso, pieles, alcohol de caña – conocido como “trago” – . Estas fincas empezaron a ser afectadas por la Reforma Agraria a mediados de los años treinta, aunque muchas de ellas todavía conservaban parte de sus tierras hasta los años ochenta – cuando empezaron las compras e invasiones de las propiedades.
15 La vida en la finca, aún presente en la memoria de algunos tojolabales ancianos, también implicaba llevar a vender la mercancía a Chonab’ o Comitán como parte de las tareas rotativas de los mozos5. A partir de los años treinta, con la expropiación de una parte de las tierras de las fincas y su dotación a los peones bajo el régimen ejidal, las familias continuaron realizando esta actividad en el mercado de Comitán. A esta ciudad llegaban, igual que antes, caminando y llevando sus mercancías en burros y caballos, para vender maíz, frijol, legumbres, y aves de corral: pollo y guajolote.
16 En la ciudad se encontraban todos los productos de las diversas regiones de población tojolabal: de las tierras altas o “la montaña” – franja de pueblos que se localiza entre Comitán y Altamirano – ; del valle – hacia el oriente, abarcando los alrededores de la cabecera de Las Margaritas – ; y de la tierra caliente – en el extremo oriental de Las Margaritas y Altamirano.
17 Esta peculiar actividad es denominada en tojol ab’al con la raíz chon, de chonjel, que se puede traducir como “vender”. Tal vez es por ello que se conoce a la ciudad de Comitán por *Chonab6*’, extendiéndose dicho vocablo a las otras ciudades “no indígenas” a las cuales se llega a “vender mercancía”. Por ejemplo, cuando se viaja a cualquier población que es centro administrativo de una región, como las cabeceras municipales, se emplea la frase tojolabal: wala wajyon chonab’anel, “debo ir a la ciudad”; wajumon chonab’anel, “voy a la ciudad”. Se remite el nombre de la ciudad sólo si se tiene la necesidad de dar más explicaciones7.
18 Con la Reforma Agraria se mantuvo esta denominación para la ciudad. La particularidad del chonab’anel es que se trata de ir a vender desde animales de corral hasta los granos principales: maíz y el frijol; también la producción hortícola como el chile, la calabaza y las legumbres – los cuales se producían todo el tiempo en las regiones húmedas – ; además, los elotes, el frijol tierno – o ejote – , el frijol fresco para el “pitaul” o “pitul” pitawul8 y el frijol en todas sus variedades – como el “bótil” b’otil, que sólo se da una vez al año en las tierras altas limítrofes con los municipios de Teopisca y Chanal, región conocida como “la montaña” – . Para realizar este comercio de productos en cantidades pequeñas, principalmente en época de cosecha de maíz y frijol, los jefes de familia se organizaban y se trasladaban a pie hasta el mercado de Comitán, Chonab’, unos invirtiendo un día de camino de ida y regreso, otros dos días y algunos más tiempo, ya fuera para aprovechar la demanda de los productos mencionados, o bien por la necesidad de vender algo para solventar algunos gastos familiares mayores, como los nacimientos y los matrimonios.
La venta de productos agrícolas en el mercado semanal
19Para conseguir dinero muchos habitantes de los ejidos iban a la cabecera municipal a vender un poco de maíz o frijol de su cosecha. Hasta los años setenta del siglo XX el mercado en la cabecera municipal de Las Margaritas se realizaba sólo los días domingo9. Los habitantes de los poblados tojolabales de la región, cuyos caminos confluyen hacia esta cabecera, acudían a la plaza central desde muy temprano, casi amaneciendo, para montar sus puestos improvisados en el piso, sin techo, y con límites imaginarios entre uno y otro; allí vendían sus productos. A lo largo del día se hacía el comercio y toda la actividad terminaba temprano, pues entre dos y tres de la tarde el espacio dedicado a esta compraventa – “día de plaza” – se quedaba desierto. Al retirarse los mercaderes, la gente de la cabecera, principalmente los que habitaban el centro, volvían a ocupar el lugar, ahora para jugar baloncesto en la cancha que se encontraba en la plaza central, en su extremo poniente, frente a la iglesia.
20 A principios de los años ochenta todavía se veía este tipo de venta semanal en la plaza central de la ciudad de Las Margaritas10. Para este chonab’anel, o venta/compra, de productos también hay una división marcada entre hombres y mujeres: mientras las mujeres venden aves, frijol en cantidades pequeñas, legumbres, calabazas, chiles y yerbas de olor para condimentar la comida; los hombres se encargan de la venta de maíz y frijol, cuando es en cantidades de más de un almud11; también de los cerdos, así como ovinos y lana cuando se practicaba la trasquila.
21 Por esta misma época empezaron a aparecer compradores de café, producto que tuvo un alto valor comercial y que se producía en la parte oriental del municipio. Los ingresos por este cultivo eran importantes, tanto que algunos vecinos de los ejidos de los valles y la montaña comenzaron a ser contratados como cortadores de café en las poblaciones de la selva.
La compra/venta de ganado
22El ganado ha sido durante mucho tiempo una forma de ahorrar. Varias personas compran animales en unos pueblos y los revenden en otros. Otros los cuidan y venden las crías. Algunos animales, en especial reses y cerdos, son vendidos a los carniceros de la zona. Anteriormente se criaban reses de una raza pequeña que había en la zona y que fueron sustituidas por las suizas y sobre todo por el cebú, traídos en años recientes por algunos patrones de las fincas o como parte de programas de gobierno. Las reses son también animales de trabajo, en una zona en donde los tractores no son muy comunes – aunque empiezan a aparecer – . Ahora se cría sobre todo el cebú, por su carne. Hasta los inicios de los años ochenta, cuando se hacía el mercado dominical en la plaza central, había una única persona que compraba reses y las sacrificaba en el sitio de su casa para vender la carne – aunque tenía un competidor que le quitaba alguno que otro cliente–. El sitio de su casa era conocido porque allí quedaban los huesos de las reses, puestos a flor de tierra. Actualmente hay varios carniceros que se encargan de comprar las reses y cerdos; los sacrifican para vender la carne en los locales del mercado de la cabecera municipal. Los rastros son caseros, pues no existe rastro municipal.
23 Los caballos y mulas han sido muy importantes, sobre todo para el traslado de leña, pastura, agua, y para el transporte humano. Muchas actividades dependían antes de estos animales, dado que las cocinas eran en su mayoría de leña – todavía ahora – y el agua se tenía que transportar desde los ríos y manantiales cercanos. El transporte de alimento del ganado y las cosechas también requieren del trabajo animal. Ahora, que se introdujo el agua entubada y que hay caminos y vehículos motorizados, algunas familias pueden sustituir a los animales en algunas de aquellas tareas. Sin embargo, todavía es importante tener animales de carga. Finalmente, los caballos también son requeridos debido a que se realizan carreras con apuestas entre personas de distintas poblaciones. Ahora hay, en algunos pueblos, personas que crían uno o dos caballos sólo para ese propósito.
24 Los cerdos fueron también una forma de ahorro. Se compraban cerdos en poblaciones de la montaña para engordarlos y revenderlos en la cabecera municipal. En el ejido Veracruz12 surgieron algunas dificultades con esos animales, pues cuando andaban sueltos solían destruir los sembradíos y hortalizas de los vecinos. Por ello, y con la opinión del médico de la clínica local creada en los años noventa, se hicieron regulaciones para el cuidado de los cerdos en la población, de manera que debían estar amarrados o en chiqueros. Eso hizo que mucha gente dejara de criar cerdos. Lo mismo pasó con los borregos, pero en este caso, y debido a un programa gubernamental de mejoramiento de especies, se dio un cambio de razas de borrego y se sigue la crianza de estos animales en corrales caseros. El tipo de borrego que se criaba antes era el que Perezgrovas, para el caso de Los Altos de Chiapas, clasificó como “criollo” (Perezgrovas, 1990); todavía se encuentra en algunas localidades tojolabales como Jalisco K’i´is y Rafael Ramírez B’aja´, ejidos ubicados en la ruta que sale rumbo al norte de la cabecera municipal, así como en localidades de las tierras altas o de montaña. Actualmente esos animales están siendo desplazados cada vez más por los de la raza Pelibuey. Estos borregos se venden sobre todo en la cabecera, para carne, pues esta nueva raza no es de gran producción de lana y aún no tiene una demanda importante en la región.
25 Asimismo las aves de corral se crían en las casas. Antes eran sobre todo gallinas pequeñas, que se fueron perdiendo por enfermedad. En el ejido Veracruz ha habido varios intentos de introducir aves y de hacer corrales domésticos, pero no han tenido mucho éxito. Las gallinas se comen, también, en ocasiones especiales, pero son apreciadas sobre todo por su valor en el b’olmal o intercambio que hacen las mujeres, o para su venta en el mercado dominical de Las Margaritas. En general, los animales suelen ser más para la venta que para el consumo. Los animales son vendidos en caso de que la familia enfrente gastos importantes, como un matrimonio, enfermedad, o para financiar un viaje en busca de trabajo. También se puede ahorrar para adquirir tierra, regularmente en los mismos ejidos13.
La producción y venta de trago
26Desde antes del reparto agrario una actividad productiva importante en algunas fincas era la producción de alcohol de caña. Algunos ancianos actuales recuerdan historias de sus abuelos acerca de la producción y el traslado del trago por los caminos, a pie, cargando a la espalda recipientes de veinte litros de alcohol14. Después de la reforma agraria algunos ejidatarios que sabían cómo producir trago siguieron con la actividad.
27 La producción de alcohol casero era importante en Veracruz hasta los años setenta. Igual que en la finca, se producía a partir de panela – caña de azúcar y agua – en toneles de metal con un proceso de destilación de tecnología muy simple. Para su venta, el trago era cargado en la espalda, en garrafones de hasta veinte litros, y se llevaba a vender a los pueblos tojolabales de la montaña, como Plan de Ayala, Lomantán y Bajucú – localizados sobre la carretera, entre Comitán y Altamirano – . Se vendía mucho en las fiestas patronales de esos pueblos, en especial la de Santa Rita. Durante muchos años la producción casera de alcohol fue prohibida, por eso se debía hacer la destilación a escondidas, en los patios o incluso en lugares escondidos de las montañas cercanas. Era un trabajo duro, no sólo la producción sino sobre todo el traslado y venta. Cuando era clandestino, el traslado se hacía de noche y se corría el riesgo de ser descubierto y perder todo, además de tener que enfrentar multas y cárcel. Sin embargo, aunque era una actividad riesgosa por la prohibición, se siguió practicando porque dejaba dinero.
El trabajo asalariado
28Con el reparto agrario se crearon ejidos y liberaron peones acasillados, los jefes de familia se quedaron sin la protección del patrón; esto es, sin la tienda de raya de donde obtenían los productos básicos como granos – maíz, frijol – , tela para la confección de ropa, medicamentos y dinero para solventar gastos por nacimiento, bautizo, matrimonio y defunción. La tierra fue proporcionada; el usufructo de la misma era ahorro para las familias. Pero el dinero para adquirir las herramientas de labranza debían ahora – en la condición de “hombres libres” – conseguirlo vendiendo su fuerza de trabajo, ya sea con el que fuera el patrón o migrando a las fincas cafetaleras del Soconusco por largas temporadas de dos, tres y hasta seis meses.
29 Este inicio del ejido, según los mozos liberados y primeros beneficiarios del régimen ejidal, fue un periodo difícil y competitivo, pues unos comenzaron a trabajar duro y sus condiciones de vida fueron mejorando; invirtieron sus ahorros en la compra de vacas para la reproducción. Mientras, otros fueron más holgazanes, actitud que paulatinamente les llevó a depender de los que cada vez iban acumulando “más riqueza”, “aquellos que poco a poco se fueron haciendo ricos”.
30 Si bien en las primeras décadas la actividad principal era la agricultura, la multiplicación de las familias, la escasez de la tierra y el empobrecimiento de la misma fueron diversificando la actividad. Jóvenes de los años setenta se convirtieron en maestros bilingües, otros migraron para trabajar en el interior del estado y del país; en la actualidad muchos trabajan al sur del vecino país del norte.
31 El tiempo, la distancia y el tipo de trabajo al cual se ofrece la fuerza laboral depende del monto de dinero que cada familia necesita y el fin que se anhela. Así, para juntar un poco de dinero y comprar alguna herramienta, algo de maíz o frijol en tanto llega la temporada de cosecha, se trabaja por jornal dentro de las mismas localidades, en las poblaciones vecinas, o fuera de los poblados tojolabales – como en las ciudades de Comitán y Las Margaritas – . Por ejemplo, en los años setenta, con el incremento en la actividad de exploración petrolera en el norte de Chiapas y Tabasco, y con el crecimiento urbano en las mismas ciudades de Las Margaritas y Comitán, los agricultores viajaban en ciertas épocas del año a trabajar en act