Ficha n° 2399
Creada: 23 abril 2010Editada: 23 abril 2010
Modificada: 23 abril 2010
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Autor de la ficha:
Christophe BELAUBREPublicado en:
ISSN 1954-3891ORACION FUNEBRE Por el R. P. M. Dr. Fr. Luis Garcia actual Provincial de la orden de la merced
- Autor:
- Fray Luis Garcia
- Ubicación:
- Biblioteca Nacional de Guatemala, Collección Valenzuela
- Fecha:
- 1809
- Texto íntegral:
-
1 ORACION FUNEBRE
2 Por el R. P. M. Dr. Fr. Luis Garcia actual Provincial de la orden de la merced
3Esta Pira, erigida á la triste memoria de nuestros amados hermanos los españoles, que han muerto en el Señor en la presente guerra, será para siempre el testimonio mas ilustre de la piedad de Guatemala. Pero ay ! qué dolor! Es posible, que á estos generosos guerreros, con quienes, si aun viviesen, deberiamos partir nuestros caudales en recompensa del valor con que nos han defendido, solo tributemos ahora el monumento lùgubre que tenemos á la vista? Es posible, que aquellos laureles que debian ceñir la frente de tan valientes soldados, se truequen ahora en los tristes despojos que apenas nos ha dejado la muerte en èsta pira, para hacer mas sensible su falta y su memoria ? Es posible, que los bastones que debia poner la justicia en las manos fuertes de estos hombres gloriosos por la defensa de la Patria y de la Religion, se conviertan ahora en estos hacheros y hachas funestas, que nos avisan haberse ya trasladado á la religion de los muertos y de la eternidad?
4Ah! De esta manera, ¡ ó Dios mio! nos enseñais que la esperanza de los cristianos se ha de elevar á otros objetos mas nobles y duraderos; de esta manera nos avisais que solo debemos aspirar á una gloria solida, que se debe á las virtudes cristianas; y de esta manera iluminais nuestra fé, haciendonos entender que solo puede consolarnos en la muerte de nuestros mas queridos conciudadanos la esperanza de los premios eternos de que se hayan hecho dignos por sus virtudes.
5Si, almas nobles de nuestros soldados verdaderamente amantes de la Patria: ya no sois capaces de nuestros premios y recompensas; ya morais en la tierra de los vivientes, en donde solo Dios puede ser vuestra herencia y galardon; pero aun todavia sois muy dignos de los elogios que merecen vuestras virtudes militares, y de las piadosas congeturas de vuestra suerte feliz. Ya lo dixe Señores, y no puedo tributar otro elogio mas grande á la tierna memoria de nuestros verdaderos amigos y hermanos.
Y supuesto que el espiritu que se ha encendido en los españoles desde aquel venturoso dia, es el mismo que animaba á los Machabeos ¿para que he de contemplar en ellos otros sentimientos que aquellos mismos que tenian los libertadores del pueblo santo? Desde entonces oygo que cada uno está resuelto á morir ò vencer ; que cada uno dice á su proximo : peleemos con valor para impedir la ruina de nuestro pueblo y de nuestra santa Religion; y desde entonces los oigo concluir llenos de esperanza, como el generoso Judas Machabeo diciendo: nuestros enemigos vienen llenos de contumacia y de sobervia determinados à cautivar à nosotros, à nuestras mugeres, à nuestros hijos, y á despojarnos de nuestros bienes; pero nosotros combatirèmos valerosamente en defensa de nuestras vidas y de nuestras leyes, y el Señor los quebrantarà en nuestra presencia. Este es desde entonces el clamor general de toda la Nacion Española; y vosotros sabeis que nada aumento en tan gloriosa aplicación. Yo, como nada experto en calcular la fuerza de las Naciones, y en congeturar los sucesos de la guerra, me figuraba que los Exercitos franceses, al ver el generoso despecho de nuestros nacionales, al recordar que en otras veces habian caido destrozados bajo de sus armas y de sus banderas, y al observar que el ardimiento español estaba fundado en el amor de la Religion, de la Patria, y de nuestro Rey, y que aquellos sentimientos crecerian cada dia mas con arreglo al caracter inflexible, aunque piadoso, de la Nacion española: me figuraba, digo, que amedrentados de tanta fuerza, tocarian prontamente á la retirada para esconderse y salvarse de la otra parte de los Pirineos. Pero ah! Unos exercitos de vandidos, acostumbrados á teñir sus manos con la sangre de los hombres ; unas tropas hambrientas de oro y de plata, destinadas al saco y al piliage ; unas horribles chusmas de aventureros que habian consentido despojarnos de nuestras propiedades despues de imponernos el yugo de la esclavitud : los soldados franceses quiero decir , presididos de unos xefes capazes aun de inflamar el espiritu aguerrido y casi invensible de semejantes tropas, llegaron por ultimo al rompimiento de la guerra mas terrible que referirá en sus fastos España , la mas honrada y guerrera de las naciones. Oh! qué ruina , qué dolor! El mismo valor y la misma intrepidez con que se adelantaban nuestros guerreros para tener la gloria de la primacía en acometerlos y rendirlos, la misma noble temeridad con que se abanzaban en las acciones mas arriesgadas, y el mismo ardor y ceguedad generosa con, que se presentaban en los lugares mas peligrosos; estas glorias militares arrebataron la preciosa vida de aquellos intrépidos españoles, cuya muerte lloramos hoy alrededor de esta pira tan triste y funesta para nuestra memoria. Ah ! el filo agudo de las espadas enemigas, y el fuego horrible de los fusiles y de la artilleria, cortó y arrrebató la vida preciosa de nuestros hermanos. ¡O Dios mio! las gentes que se revelaron contra vuestra herencia, y que profanaron en ella vuestros templos, sì, estas mismas derramaron como agua la sangre de vuestros siervos alrededor de nuestras ciudades, y no había de pronto quien las sepultase. Pero qué? La muerte que arrebatò de este modo las vidas de nuestros españoles¿ les arrebataria tambien algun ramo de sus laureles? qué injuria hariamos á su gloriosa memoria, si lo juzgasemos alguna vez ! Ellos murieron, por que arrostraron generosamente al enemigo, reuniendo todo su valor para herirlo y contenerlo: ellos murieron, por que añadieron à su intrepidez la heroyca ovediencia del soldado en dejarse colocar en las primeras filas que resisten los primeros ímpetus del enemigo : ellos murieron, porque sirvieron como de muralla á sus hermanos, para que estos pudiesen tener la gloria de vencedores : finalmente, ellos murieron, porque con sus vidas pusieron diques y compuertas al torrente impetuoso de la muerta, que amenazaba la general inundacion de España, y aun de nuestras preciosas Americas .¿ No será pues muy justo que reunamos à sus guirnaldas tambien los laureles e los vencedores? Asi és Catolicos; pero como mi espiritu se ha contristado, y querria yo que los huesos de nuestros hermanos fuesen ahora aquellos mismos que vió Ezequiel, para que viniendo sobre ellos un ayre poderoso, se lebantase un grande exercito de los mismos despojos de la muerte, permitid algun desahogo á mi corazon, que al mismo tiempo servirá quizá de refrigerio al vuestro. Quiero consolarme al recorrer alguna parte de la gloria militar que nos ha dado el Señor de las victorias. Ah! Pero no penseis que quando hablo con este abatimiento de mi espiritu, quiero insinuar alguna debilidad en la fuerza de nuestros españoles. No; veo con admiracion convertidas en Saguntos y Numancias casi todas las ciudades de la peninsula, por su resolucion y noble intrepidez : veo en la Andalucia un quantioso exercito presidido de Castaños, aquel General digno de competir, no con Dupont, sino con los Condés de la antigua Francia : veo en Aragon un reyno alarmado y aguerrido, bajo la conducta del intrepido Palafox , capaz de resistir, no á Lefebre, sino á los Crequís que formaron la esperanza de los franceses : veo en Valencia las tropas mas resueltas y valerosas, que animan Caro y Cervellon, capaces de medir su fuerza, no con Moncey y Shabran, sino con los Dunois que tanto celebran nuestros contrarios : veo por ultimo en Castilla un exercito arrogante, que dirige nuestro esforzado y prudente Cuesta, digno de contrastar, no con Bessieres, sino con la fuerza y los consejos de los gloriosos Turenas . Ah ! la historia de España siempre se acordará con gusto de un General tan recomendable; pero nosotros aplaudiremos y lloraremos al mismo tiempo los acaecimientos de su exercito en la batalla de Rio seco. El 14. de Julio3 atacó á Bessieres entre Ampudia y Torre-Mermejon: le presentó al frente diez mil paysanos, y entre ellos un numero quantioso de estudiantes de las dos Castillas : segun la òrden de este General, que no queria perder tan noble porcion, debian abrirse en dos alas quando se viesen apurados del enemigo; pero ellos dejandose arrebatar de su ardor, se empeñaron tanto en la accion, que cayeron cinco mil entre muertos y heridos, envolviendo tan infausta suerte una parte numerosa de los mismos escolares, que precisamente despues de muertos ó heridos, fueron conculcados en el furor de la batalla. Y por qué asi, ó nuevos candidatos de la saviduria ? Ya sé que cambiasteis gustosamente la vestidura escolar por las casacas, los libros por las cartucheras, las plumas por las espadas, y las infulas suaves de la saviduría por mos morriones asperos de la milicia; y tambien sé que combatisteis poseidos de ardor como tropa de linea la mas valiente. Pero i porqué no salvasteis las vidas escudados y honrados con la órden de vuestro xefe ? porqué no disteis lugar á la ira para que fuese resistida y quebrantada por los robustos que venian en el centro del exercito ? porqué no tubisteis compasion de vuestros tiernos cuerpos, y de los primeros verdores de vuestra edad ? Ah ! Ya no podeis responder; pero yo sè muy bien que el espiritu marcial hereditario en vosotros, y el amor de la patria, de vuestros padres y hermanos, os condujo hasta un adelantamiento tan glorioso. O esforzados jovenes ! vosotros sereis para siempre la gloria de España; pero yo al contemplar la ternura de vuestros miembros; al ver perdída en vosotros la esperanza de nuestra literatura; y al sentir el destrozo que han hecho las manos enemigas en tan tierna juventud, querria arrojarme sobre vosotros llorando, como sobre un monton de margaritas preciosas, que han empeñado y roto el fuego de la guerra : como sobre un conjunto desordenado de flores que destrozó y marchitó el torbellino de las balas : ó mas bien como sobre un monton de sagradas victimas ofrecidas á la patria y à la Religion, para cubrirlas con laureles y regarlas con mis lagrimas !Insensiblemente toco ya en el segundo punto de esta oracion funebre. No hablaria yo tan confiadamente de la suerte feliz de los españoles que han fallecido en los gloriosos combates con la Francia, si no me dieran claras señales de la religiosidad de su corazon, y si no viera yo tan decididos el cielo y la tierra en favor de un zelo tan religioso. Una union ìntima, á pesar del carácter propio de lo reynos y provincias, que consolida toda una fuerza para glorificar à Dios en sus armas, y èste clamor grande de toda la Nacion , ó morir ó vencer por la Religion, por la patria, y por el Rey, que hace resonar toda la tierra, traspasa tambien los cielos, y presenta en el todos sus votos delante del trono del altisimo. Dios acepta el ardor y la generosidad de su fé, bendice su causa, y la sostiene con unos prodigios que los llenan de consuelo. San Narciso en Genera4 confirma la justicia de sus armas con una luz clarisima que ilumina repentinamente su templo y las cercanias, y parece que se compromete en aquella luz á dirijir sus pasos y sus consejos. En el cuerpo de este glorioso protector que se ha mantenido sin corrrupcion por el tiempo de casi 1511 años, y que en otro tiempo castigó la profanacion de los franceses con las moscas vengadoras que procedieron de su sepulcro, San Narciso digo, àbre los ojos y la boca desde las nuebe de la noche hasta las dos de la mañana de el 21. de Junio, y aun lebanta su mano sacerdotal como para bendecir á toda España. Yo no intento adelantarme á los juicios de la Iglesia en esta materia; pero ¿por que no he de admirar el prodigioso esfuerzo que obran estas maravillas en nuestros religiosos Españoles, para que combatan, y aun para que mueran, como han muerto muchisimos generosa y cristianamente en los combates? Ah ! Es verdad; y sin embargo no puedo menos que lamentar la sangre derramada de mis hermanos tan valientes y generosos, que clama al cielo por la venganza; pero veo en ella un sacrificio digno de Dios que la acepta desde su trono. No puedo menos que llorar por cada uno de los que caen muertos á los pies de nuestros enemigos ; pero me consuela el contemplar en todos ellos otras tantas victimas de la patria y de la fé. Me contrista la desolacion de España, de las viudas, de los huerfanos, y de los dèbiles ancianos que han perdido á sus queridos hijos, basculos de su vejez; pero la fé me promete que su sangrez vertida serà á la manera de agua fecunda que traerá la fertilidad y las bendiciones del cielo.
1.
Quando yo me acuerdo que la Junta Suprema de Sevilla exortaba el 27.de Mayo1 à toda la Nacion, para que se armase y resistiese el yugo que la queria imponer un nuevo Antioco que se prometia dominarla, me parece que oigo de su boca las mismas palabras del grande Matatias, padre de los Machabeos, para encender un fuego santo en los españoles. En esta ocasión, ó hijos mios, la oigo decir, armaos de zelo por la ley, y exponed generosamente vuestras vidas en defensa de la Religion de vuestros Padres: nunc ergo, ó fili, oemulatores stote legis, Et date animas vestras , pro testamento patrum vestrorum. Acordaos de las hazañas de vuestros glorios antepasados, que hicieron en todos los siglos, y sereis dignos de grande gloria y de un nombre eterno: mementote operum patrum, quae fecerunt in generationibus suis , Et accipietis gloriam magnam2.Y asi la grande gloria que se han adquirido entre los hombres nuestros difuntos españoles, y el nombre eterno que tienen de lante de Dios, son dos puntos que formarán el fùnebro elogio que voy á tributar á su venerable memoria.6Ea, pues , si esta ha de ser nuestra suerte, suspendamos el llantó y la tristeza. Sea Dios glorificado en los difuntos españoles: quede asolada para siempre nuestra España, con tal que manteniendo hasta la ultima ruina la honradez, el heroismo, y la religion que le son tan propias, su nombre y su memoria queden escritos en el cielo, con caracteres de luz y de inmortalidad. Y vosotras generosas mugeres españolas, que al tiempo de los combates quereis inflamar á nuestros soldados5 retiraos yá á vuestras habitaciones y tranquilidad: Tu digo madre prodigiosa, que allà en Merida exortas con palabras llenas de fortaleza y de Religion à tu hijo que conduce el estandarte à la frente del batallon que sale de aquella ciudad6; y vosotras demas heroinas que en el ardor de las batallas recorreis las filas de nuestros exercitos sin amedrentaros el torbellino de la metralla y de las ballas7 ya presentando licores á los combatientes, ya retirando los muertos y los heridos para expedicion de los mismos combatientes, ya exortando á vuestros padres, á vuestros esposos, y hermanos para interesarlos en la ruina total de nuestro enemigo: ea, cesad: nuestros anales á su tiempo tendràn mucho placer al numeraros entre las Dèboras, entre las Jaeles, entre las Judites, y aun entre las madres de los Machabeos; pero ahora ya no mezcleis en nuestros soldados los afectos humanos con los divinos, el fuego terreno con el celestia, y los motivos menos puros con los que en ellos son del todo soberano. En el pecho de estos generosos guerreros arde un fuego santo que los inflama, que los alimenta, que los fortaleze, y que tambien los conduce gustosamente ó á la muerte, que las mismas de vuestros sexo celebrarán allá en Zaragoza, con unas demostraciones que asombrarán à todo los pueblos de la tierra. Aqui, sì señores, me lleno de jubilo, aun entre la sangre y los cadaveres de los nobles Aragoneses ! Prestadme vuestra atencion, por que voy à tratar una materia la mas gloriosa para España. Lefebre, asi se nombraba el general frances que mandaba en xefe el exercito que combatia á sus soldados que habian de tomar la ciudad de Zaragoza el dia del Corpus, aunque fuese à sangre y fuego, y aunque solamente quedara un soldado libre del valor y de la intrepidez de los Zaragozanos, para que tomase posesion de aquella ciudad en el dia señalado y perentorio8.
Ah ! Serás tu Lefebre uno de aquellos que despues de conquistarnos, habia de conservar intacta nuestra Santisima Religion, como nos permitia tu Emperador? Ya percibo la malignidad de tus intenciones. Los sacrilegios que tus semejantes inflamados por el demonio han cometido en muchas partes de España contra el cuerpo sacrosanto de Jesu-christo en la Eucharistia, me avisan que quieres impedir y burlarte de aquella procesion religiosa, en que derramamos nuestros cultos ázia éste augustisimo sacramento en retorn de que nuestro dulce Salvador derramó en èl las riquezas de su caridad para con nosotros; y tambien me avisan que intentas arrojar las cosas santas á los perros, y las preciosas margaritas á los animales inmundos. Señores, no permitais que se escandalize vuestra piedad, ni que se contriste demasiado vuestro corazon : Dios vá á confundir la irreligion de este profanador, y la insolencia de todo su Exercito.7 En Zaragoza están de fixo los sesenta fuertisimos Israelistas que rodean el lecho, ó cama, del divino Salomon, que es la santa Eucharistia; todos manejan prodigiosamente la espada, y aun la trae cada uno pendiente de la cinta por los temores que amenazan la potestad de las tinieblas que viene aliada con los exercitos franceses9. Si señores: á pesar de que la ciudad se halla sin muros, á pesar de que ha sufrido y resistido casi 16.ataques formidables hasta el 28.de Junio, en este dia glorioso los nuevos Israelitas, sabedores quizá de la cautividad que amenazaba à la sagrada arca del Testamento, llegaron por ultimo á las manos en las mismas heras de Zaragoza; y como si las horibles bocas de los fusiles y de los cañones ya no fuesen bastantes para desahogar el furor santo de los zeladores de la fé y de la Religion, se abalanzan al enemigo, y combaten solamente con la espada hasta pasar á cuchillo doce mil profanadores, sin que se librase aun aquel solo uno debia efectuar la profanacion.
8 ¡ O Dios santo, y terrible en la venganza! Yo no puede gloriarme en la sangre derramada de mis semejantes, por que me lo prohibe el sagrado lugar en que hablo, y por que tambien me lo impide la mucha que se ha mezclado de mis hermanos en aquel combate, aunque muy santo, el mas sangriento. Oh! Esforzados campeones de la fé y de la Religion ! Ya se me agotaron los titulos ilustres para honrar vuestra memoria. Os llamaré la legion santa de la Iglesia? Os nombraré los defensores aguerridos del Sacramento ? Ò mas bien ¿ os pregonaré victimas sagradas de la Eucharistia? Ah!pero será mejor que yo me postre reverente para besar vuestros cuerpos destrozados, y para imprimir amorosamente mis labios en cada una de aquellas heridas por donde salieron vuesttras almas dichosas para ser presentadas á Dios en las manos de vuestros angeles custodios y de los angeles tutelares de la Nacion.
9 No es este un eceso de piedad y de amor, sino conseqüencias legitimas de una congetura que sin prevenir el juicio de la Iglesia está apoyada en el mas solido fundamento. Al dia siguiente de la batalla, dicen los papeles publicos, las madres, las mugeres y los hijos de los que murieron,esto es aquellos mismos que sabian los motivos de tan glorioso combate, aquellos que habian escuchado las palabras con que producian los combatientes, aquellos que habian oído las ultimas despedidas antes del combate, y aquellos que habian recogido los postreros sentimientos de tan generosos guerreros, sì, estos mismos cubiertos de galas y coronados de guirnaldas se presentaron en el campo en donde estaban sus difuntos : y en vez de regarlos con sus lagrimas, como inspiraba aun la mas arreglada naturaleza, los sembraron y engalanaron con aquellas flores de que llevaban grande provision; como para significar que aquellos eran dichosos despojos de almas bienaventuradas; que la tristeza y lagrimas no debian mezclarse en unos sacrificios que exâlaban olór de suavidad, que llegaba hasta el trono del Altisimo; y como para manifestar el jubilo que tenian por ser ó deudos de tan christíanos y valientes guerreros10.
10 ¿Vosotros Señores habeis leido algun suceso semejante de alguna Nacion ò de algun pueblo para con sus difuntos en los desastres de la guerra?ó á lo menos habeis oído cosa que se acerque á tan noble heroicidad?¡ Qué prodigio! Pero al mismo tiempo que grave fundamento para consolar nuestro nuestra esperanza! Ah!cómo querria yo por un secreto de mi corazon ya enternecido, la verification de un milagro, que al satisfacer mis deseos tambien consolace mi dolor! Querria yo que en aquella mismas cercanias de Zaragoza se congregasen à un mismo tiempo tantos niños y niñas degollados por la crueldad, tantos sacerdotes ya arcabuceados, ya quizá destrozados en los puestos que defendian, tantas mugeres generosas muertas en el auxilio de las batallas ó en manos de la violencia y de la contumelia, tantos soldados piadosos que sostubieron en las demas partes la causa del ciel. O sangre inocente de losamigos engañados! Ya percibo que toda junta en estas sagradas Eras, lebantaria un gran clamor al cielo, pidiendo la venganza del enemigo; pero mitigaria mi dolor el ver que tambien se esparcian sobre ellos aquellas mismas fiores tan significantes, y para ellos tan justas y merecidas.
11 Este es mi juicio acerca de los españoles que han fallecido en la presente guerra con Francia, y estoy cierto de que me engeño. Murieron por el Rey, por que aun quando luchaban con la muerte horrible de la guerra sostenian con sus manos tremulas y moribundas el trono y la corona española, para que no cayese de la cabeza de FERNANDO. Murieron por la patria, por que à ellos debe ésta la conservacion de sus leyes, la integridad de sus virgenes, la libertad de sus hijos, y la posesion pacifica de sus bienes.
12 Murieron por la Religion: Oh:benditas seais mil vece, almas cristianas y fidelisimas! La subsistencia de nuestros templos y de nuestros cultos con que adoramos à Dio, la conservacion de nuestra fé y de nuestros santos misterios, serán para siempre los sagrados monumentos que recordarán á todas las generaciones españolas y americanas que vosotros debemos tan insignes beneficios: ellos igualmente moverán su piedad para vuestros sufragios, que á nombre vuestro pido á todos por la caridad de nuestro Señor Jesu-christo, asi como á todos nos interesan para que roguemos en éste santo templo que vuestras almas por la misericordia de Dios descansen en paz. Amen.
Notas de pie de página
131 Proclama de la misma Junta de 27 de mayo de 1808.
142 Machab. Cap. 2 ver. 50 y 51.
153 Correo de Murcia 28 de julio de 1808, numero 25 capitulo de Madrid 19 de julio.