Ficha n° 2408
Creada: 01 mayo 2010Editada: 01 mayo 2010
Modificada: 07 junio 2011
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Autor de la ficha:
Jorge H GONZALEZ ALZATEPublicado en:
ISSN 1954-3891Breve relación de los terremotos del año de 1717 y sus ruinas
- Palabras claves :
- Terremoto, Desastre natural, Santiago de Guatemala
- Autor:
- Francisco Vásquez
- Fecha:
- 1717-08-27
- Paginas:
- 2
- Texto íntegral:
-
1Después de los grandes terremotos que padeció Guatemala el año de 1651, cuya relación se refirió en el capítulo 26 de este tratado, los del año de 1679, 1681, 1683, 1684, 1687 y 1689, que se dice de ellos en el capítulo 27 y los que hubo el día de nuestro Padre Santo Domingo en la noche del año 1702. Ninguno de ellos (aunque de todos se dice mucho) ha puesto a la ciudad en tan gran conflicto como los que comenzaron el día del señor San Miguel [29 de septiembre] del año 1717 y duraron más de cuatro meses siguientes. Antecedieron a estos, las señales de que se tiene experiencia, que es el fuego del volcán con un espantoso continuado ruido que hacía y continuados retumbos como piezas de artillería. Esta aflicción comenzó el día 27 de agosto por la noche; continuóse el día 28 con más lentitud; hasta que a la entrada de la noche se desató con tanta furia, que puso en el mayor conflicto a toda la ciudad; porque subía el fuego con rara violencia, con la continuación de retumbos; más de cuatro picas a la vista, que parecía venir talando la tierra y consumiendo la ciudad. Duró así toda la noche y el día siguiente, aunque algo minorado, y toda aquella se aprovechó en plegarias en todas las iglesias; procesiones, deprecaciones y en plazas y compases al santísimo sacramento y las imágenes de mayor devoción, confesiones a gritos y la mayor confusión que se ha padecido. En nuestro convento se bajó al compás a nuestra señora del Coro y después se colocó en la capilla mayor, donde estuvo los 23 días siguientes cantándole misas solemnes y todas las tardes varias deprecaciones que hacia la comunidad para que su Majestad aplacase la ira de Dios que tanto amenazaba.
2Desde esta ocasión hasta la mayor parte del mes de septiembre se entablaron algunos temblores de tierra aunque no muy grandes con sus continuados retumbos del volcán; y todo este tiempo se gastó en procesiones y rogativas, finalizándolas con una procesión general que se hizo a nuestra señora de los pobres que está en una capilla de la iglesia del convento de nuestro padre San Francisco, el día del señor San Miguel por la tarde. Este día a la entrada de la noche parecía el último de esta ciudad y el de su última asolación, porque como un cuarto de hora después de las oraciones, sobrevino un tan fuerte con una muy leve interpolación en medio que lo recio sería como tres credos, con tal intrepitud que parecían los edificios y la tierra que daban vueltas como torno, después de intervalo en que toda la gente trató de asegurarse, saliendo a plazas y calles y las comunidades religiosas a sus compases; vino con mucho ruido y gran retumbo otro terremoto, más espantoso que el primero, que duró algo más, la tierra se movía como las olas en el mar y los edificios tanto que las campanas en las torres se tocaron solas al impulso y moción de la tierra: continuóse esta aflicción y trabajo toda la noche porque más o menos fueron tan sucesivos los remezones, temblores y retumbos que sin poderse contar pareció una continuación de movimientos.
3Mucha gente salió de la ciudad esta noche a buscar despavoridos donde asegurarse de la ruina de los edificios y los que quedaron como con la luz del siguiente vieron la desolación de casas, templos y edificios y con otras voces temerosas, que se esparcieron de total subversión se iban saliendo fuera y despoblando la ciudad; tanto que si no hubiera sido por el buen ejemplar de haberse mantenido dentro de la ciudad con alguna gente el señor Presidente don Francisco Rodríguez de Rivas, pudiera haber sucedido con la sala de armas algún daño dificultoso de reparar si la hubiera desamparado. Continuaronse los temblores, más o menos, y las ruinas que se reconocieron fueron muchas casa caídas, otras maltratadas; de la iglesia de nuestro padre Santo Domingo se cayó el cimborrio y su descuadernamiento hizo tal daño que se llevó tras sí las bóvedas y medios cañones de todo el crucero y a la torre de las campanas se le medio cayó un cuerpo; a la iglesia de los misioneros se le cayó el cimborrio y sus fragmentos dañaron mucho el crucero, el convento se maltrató y la portada que fue menester derribar el primer cuerpo; la iglesia y convento de la merced, igualmente se maltrató tanto, que no se acierta por donde ha de comenzar su reparo; la Compañía, Belén y los conventos de monjas todos padecieron en su parte; en la iglesia del hospital de San Pedro se arruinaron todas las bóvedas; la Catedral tuvo su ruina en parte de la bóveda mayor y ser necesario bajar el primer cuerpo de la portada por lo lastimado que quedó. Nuestro convento de San Francisco tocó bastante parte de la tormenta: la capilla de San Antonio de la enfermería y la botica que se hizo el año de 1685, todo se cayó y arruinó de tal suerte que lo que quedó en pie, fue necesario derribarlo; la enfermería alta y muchas celdas del convento, todo se maltrató mucho; a la bóveda antigua de la escalera grande que baja al refectorio, se le cayó toda la clave y se maltrataron las paredes, todos los bernegales de la iglesia se rajaron por varias partes y se cayeron los pirámides de arriba y la torre del campanario se maltrató mucho. El convento de Almolonga y el de Alotenango con sus iglesias, como están en la falda de los volcanes todo se destruyó; de tal suerte que no quedaron más que los vestigios de haber habido allí convento e iglesia. Otras iglesias menores de los barrios de Guatemala se arruinaron y cayeron, y todo se procura reparar.
- Fuentes :
-
Francisco Vásquez, Crónica de la Provincia del Santísimo Nombre de Jesús de Guatemala, 4 vols. (Guatemala: Tipografía Nacional, 1937-1944), 4, págs. 392-393