Ficha n°151
CANDINA, Angel Maria
Cargo: Cura de los Remedios en la Ciudad de Guatemala, capellán del monasterio de Santa Teresa.
Nació: El 21 de mayo de 1792 en la villa de San Salvador.
Murió: El 29 de enero de 1839 en la Ciudad de Mexico.
Padres: Capitán Juan Francisco Candina Ortiz, natural de Laredo, Santander, Oficial Mayor de la Real Hacienda y Tesorero Juez Oficial Real interino de San Salvador, casó el 3 de marzo de 1791 en San Salvador con Irene Cilieza Velasco y Castro. Sus abuerlos paternos eran Pedro Candina y Doña Cecilia Ortiz. .
Resumen: Angel Maria Candina forma parte de los sacerdotes que fueron actores influyentes – y poco conocidos- de la primera fase de la historia federal centroamericana (1823-1829). Su actuación parece haber sido favorable a las posiciones “conservadoras” del grupo de poder, formado alrededor de la familia Aycinena. Sus convicciones políticas lo llevaron al exilio junto con otras figuras intelectuales destacadas de la época.
Hijo de un oficial de la Corona, capitán de las milicias de San Salvador, Angel Maria Candina creció en la villa de Sonsonate, donde su padre era responsable de la caja real (entre 1792 y 1799). Es muy probable que Angel Maria haya sido el mayor de la familia - tenia una hermana llamada Ines que en 1804 tenía ocho años y que en 1824 vivía en San Salvador -, porque nació en mayo de 1792 y sus padres se habían casado en marzo de 1791 en la Ciudad de San Salvador.
Con este matrimonio, su padre marcaba una plena asimilación a la sociedad urbana de la villa de San Salvador, al integrarse con la pudiente familia Gálvez de Guatemala. Sabemos que el padre de Angel Maria estaba en la región salvadoreña en 1777, lo que muestra un largo periodo de espera antes de acceder al estado matrimonial, tiempo que puede explicarse por la relativa dificultad que encontró para sanear su posición económica. Una carta conservada en la sección del Colegio Seminario del archivo histórico de la arquidiócesis, nos informa que era huérfano de padre y madre en 1804, año en que ingresó al Seminario Tridentino de la Ciudad de Guatemala, gracias a una beca otorgada por el arzobispo. Su padre no le había dejado absolutamente nada, puesto que sus bienes fueron embargados por la Corona para pagar algunas deudas que se debían al Tesoro Real. Nos dice que “Don Juan Antonio Araujo, movido unicamente de la caridad y amistad con mi expresado padre nos recogió y mantiene en su casa”. Este último, era un comerciente oriundo de Sonsonate y seguramente que la amistad mencionada con el padre de Angel Maria se estableció en aquella villa.
La carrera eclesiástica de Angel Maria se desarrolló de manera bastante conforme al patrón deseado por el concilio de Trento. Sus estudios en teología fueron bastante exitosos, a tal punto que se ganó el puesto de catedrático de prima de teología –cargo que dejó poco tiempo después- un año antes de ser ordenado sacerdote el 18 de octubre de 1815. Ganó después el concurso para servir el curato de Guaimoco, donde se instaló desde finales de 1815 y permaneció hasta 1819. El hecho de instalarse en esta parroquia, le permitía volver a las huellas de su infancia pues ésta se encontraba bastante cerca de Sonsonate.
Tras cuatro años de servicio, renunció al curato y volvió a la Ciudad de Guatemala para ser capellán en el monasterio de Santa Teresa. Allí accedió a una posición mas cómoda y fue promovido al prestigioso curato de Nuestra Señora de Los Remedios, en 1820. Este ascenso era bastante lógico, puesto que un año antes se había doctorado en teología y se encontraba en una buena posición para competir en el momento en que se abrió el concurso.
Luego de haber jurado la Independencia junto con el grueso de los grupos de poder de la Ciudad de Guatemala, fue llamado a participar a los trabajos de la Junta Provisional Consultiva que ofició como gobierno provisional después de septiembre de 1821. Esta junta incluía miembros de la diputación provincial y algunos representantes de las provincias como : Miguel Larreinaga para Leon, José Cecilio del Valle para Comayagua, el Marqués de Aycinena para Quezaltenango, Jose Valdés para Solola y Chimaltenango, Antonio Robles para Ciudad Real y, finalmente, Angel Maria Candina para Sonsonate. Mas tarde, en enero de 1822, firmó el polémico acto de unión de las Provincias de Centro América al Imperio Mexicano de Iturbide. Esta anexión implicaba la adhesión al plan de Iguala, que marcaba una voluntad de mantener inalterado el viejo sistema de valores dominado por la Iglesia. En septiembre de 1822, Angel Maria Candina fue elegido para celebrar la misa de gracia que conmemoraba el primer aniversario de la Independencia, siendo recompensado por el ayuntamiento con 12 pesos en pago de su sermón. El mismo año fue elegido rector de la Universidad de San Carlos, con siete votos contra uno hecho a favor de Jose Serapio Contreras. Sus posiciones políticas se hicieron oír con mas claridad a favor del conflicto ocasionado por la Mitra salvadoreña, conflicto que escondía un enfrentamiento entre dos oligarquías : la salvadoreña y la guatemalteca. La decisión de anexión al Imperio de Mexico fue rechazada por los salvadoreños y por primera vez, las élites tomaron la arriesgada opción de armar al pueblo con el fin de organizar una resistencia. En relación con estos acontecimientos, la Diputación Provincial tomó la decisión de recuperar el derecho de patronato y erigir en diócesis la vieja alcadía mayor de San Salvador. A pesar de sus nexos con los vecinos de Sonsonate, Candina decidió apoyar la campaña del arzobispo Casaus, firmando un largo folleto titulado “A la Advertencia Patriótica del Doctor José Simeón Cañas. Contestación de los Presbíteros Fernando Antonio Dávila, Dr. Angel Maria Candina y dr Antonio González”. La presencia de Antonio González no era sorprendente puesto que ambos era amigos.
Durante la guerra civil, su actuación fue bastante cercana a lo que se esperaba de una cura que para entonces estaba bastante comprometido con el régimen de corte conservador de Mariano Aycinena. Cuando el estado le pidió 100 pesos en forma de préstamo destinados a financiar el esfuerzo de guerra, entregó el dinero sin ningún problema. En noviembre de 1828 volvió a asumir el cargo de rector de la Universidad. Tras la victoria de los liberales, ingresó en la cárcel en calidad de reo de estado, la cual fue establecida en el convento de Belen “por no haver reintegrado los sueldos que devengo durante el regimen intruso, depuesto en avril”. Es muy probable que haya sido entonces cuando decidió salir al exilio. Murió algunos años después, al contraer el cólera morbus en la Ciudad de Mexico.