Ficha n° 2697
Creada: 07 agosto 2011Editada: 07 agosto 2011
Modificada: 07 agosto 2011
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Autor de la ficha:
Eduardo REY TRISTÁNEditor de la ficha:
Emilie MENDONCAPublicado en:
ISSN 1954-3891¿En el umbral del posneoliberalismo? Izquierda y gobierno en América Latina
- Palabras claves :
- Guatemala, México, Venezuela, Ecuador, Bolivia, Gobierno, Izquierda, Contemporáneo
- Categoria:
- Libro
- Autor:
-
Carlos Figueroa Ibarra
- Editorial:
- F&G; Editores / Flacso Guatemala
- Fecha:
- 2010
- Reseña:
-
1La presente obra reúne tres ensayos del autor elaborados y presentados en distintos foros académicos en el año 2008. Cada uno se dedica a un país o grupo de países: México, Guatemala y los países andinos (Venezuela, Ecuador y Bolivia). El tratamiento de cada capítulo es específico, si bien hay cuestiones de fondo comunes: el auge de las movilizaciones sociales y políticas como muestra del descontento con el neoliberalismo dominante; el fracaso de éste como paradigma de desarrollo, crecimiento, bienestar general, estabilidad política y estados reducidos pero “musculosos”; y las respuestas que se articulan – posibles, pretendidas o reales, según el caso – y el recorrido que tienen en cada coyuntura.
2El fracaso del neoliberalismo en México ha dado lugar, según Figueroa, a una crisis hegemónica, a la que se suma desde el año 2006 una crisis de legitimidad del gobierno de Calderón. Fundamenta su crítica al neoliberalismo, tanto para éste como para el resto de casos abordados, en la idea de que aquél no ha sido simplemente una política económica, sino una ideología, una concepción del mundo que se pretendía además definitiva. Y si bien considera que esa idea y el hecho de que el neoliberalismo no haya logrado ser aquello a lo que aspiraba, y no los indicadores socio-económicos, son la clave para realizar la crítica al mismo, en la práctica el análisis que realiza para verificar su fracaso en México se centra en estos últimos: las bajas tasas de crecimiento si las comparamos con las décadas previas, el desempleo, la pobreza, el trabajo infantil, las limitaciones de la educación, la emigración hacia EE.UU, el deterioro del agro, la evasión fiscal y la corrupción en un Estado más famélico que “musculoso”, o el narcotráfico, presentado casi como algo intrínseco de las economías neoliberales.
A partir de la constatación del fracaso neoliberal en México en función de los parámetros indicados, se concluye que la fortaleza del estado mexicano en las décadas anteriores y su capacidad hegemónica comenzó a derrumbarse por la introducción de las políticas neoliberales desde la presidencia de Salinas de Gortari en los ochenta. El descontento social generado habría sido capitalizado en primera instancia por la derecha, lo que permitió el inicio de la transición en el año 2000 con la victoria del PAN. No sería hasta el 2003 cuando la izquierda, encabezada por López Obrador, lograría ponerse a la cabeza de los contestatarios a la creciente polarización política y crisis socioeconómica generada por las políticas neoliberales. A partir de ahí el autor analiza la evolución de la resistencia civil, el crecimiento de la fuerza sociopolítica de López Obrador de cara a las elecciones presidenciales de 2006, y la campaña sucia en su contra en los dos años previos. Y tras la victoria del oficialista Calderón, la no aceptación del resultado por López Obrador con la conformación del autodenominado “gobierno legítimo” y su propuesta de doble poder, que dieron lugar a que a la crisis hegemónica provocada por el neoliberalismo se sumase una crisis de legitimidad política.3El análisis de las propuestas políticas del “gobierno legítimo” lleva a concluir que esta izquierda mexicana, resultado de la movilización social generada por el descontento con las políticas neoliberales y luego transformada en movimiento político, no tiene realmente una propuesta de ruptura con el modelo. Aboga más por una reforma del capitalismo que por su superación. Pero aún siendo reformista, la amenaza que suponía para los grandes capitales y el uso patrimonialista del estado sirvió para que se buscase por todos los medios impedir su acceso al gobierno. La cuestión es ver qué línea seguirá en el futuro para capitalizar lo alcanzado.
4El ensayo dedicado a Guatemala hace un examen profundo del carácter y posibilidades de desarrollar un gobierno de izquierdas que podría tener un presidente que se declaraba “social-demócrata”, en un país con una historia reciente como la guatemalteca, con la herencia de la cultura de terror y poderes ocultos que ha dejado, y con una clase dominante ideológicamente extrema. Al igual que en el caso anterior, el autor hace gala de un muy detallado conocimiento de la historia y realidad política guatemalteca. Comienza por caracterizar al presidente, Álvaro Colom, aproximándose a su evolución política, alianzas y vínculos con la burguesía exportadora emergente. El estudio detallado de su victoria en 2007 muestra la complejidad de las bambalinas de la política guatemalteca, no sólo por los múltiples intereses confrontados sino, o muy especialmente, por las prácticas de violencia y guerra sucia que todavía persisten, la presencia de vínculos no visibles en las alianzas electorales –que identifica con brillantez para mostrar el panorama de grupos, personas e intereses que nos explican la realidad política oculta del país–, y el peso de todo ello en los resultados electorales.
5Alcanzado el gobierno, ¿qué posibilidades podría tener Colom de desarrollar aquellas políticas con las que decía identificarse y que eran motivo de que la prensa internacional lo tachase de “izquierdista” y comprendiese su triunfo como un ejemplo más del giro a la izquierda que estaba viviendo América Latina? Para dar respuesta a esta cuestión Figueroa analiza la correlación de fuerzas en términos políticos, sociales e ideológicos del país, concluyendo que ésta no permite albergar muchas esperanzas en una reforma sociopolítica de envergadura, máxime cuando Colom, a diferencia de otros casos en el continente, no está apoyado ni ha sido aupado por un movimiento social. Como elementos clave se refiere a las que denomina “familias imperiales”, poderes ocultos en la cúpula del poder como La Cofradía o El Sindicato, la propia heterogeneidad del bloque de gobierno, o las limitaciones del partido del presidente.
Por otra parte, el análisis de sus propuestas políticas tanto en campaña como en su primer año de mandato no permiten ser más esperanzadoras respecto a un cambio: esa fachada de izquierdista y reformista que transmiten los medios internacionales se revela equivocada tras estas páginas –si bien es cierto que la comprensión de esos epítetos y los márgenes que impone la realidad política guatemalteca son muy distintos de otras–: los megaproyectos estrella de su propuesta nos remiten no a ideas transformadoras sino a otras fórmulas de acumulación de capital; la posición del gobierno frente a las protestas sociales de inicios de su mandato fue similar a la de gobiernos más reaccionarios; y cuestiones clave como la reforma tributaria no tienen visos de llegar muy lejos en un país como Guatemala, entre otras.6Concluye por tanto que estamos ante un proyecto de acumulación capitalista renovado, que beneficia a sectores empresariales emergentes, aunque con planes asistencialistas de futuro aún incierto en el momento de escribir el ensayo, y que no duda en reprimir las protestas populares; que se encuentra a la izquierda de la derecha neoliberal empresarial, con la que no por ello deja de tener fuertes vínculos; y que sólo parece distanciarse de la derecha neoliberal contrainsurgente por cuanto ha tenido medidas simbólicas con las víctimas del terrorismo de estado pasado o se ha proclamado heredero de la revolución de 1944 a la que derrocó una década después aquella derecha.
7El tercer y último ensayo se dedica a los tres países andinos que en los últimos años más han avanzado en una propuesta alternativa a los discursos y las políticas económicas imperantes: Venezuela, Bolivia y Ecuador. Es la oportunidad para plantear de forma abierta algunos de los temas subyacentes en los capítulos precedentes, y para completar la visión con otras cuestiones aún no abordadas.
8Cuestión central es la caracterización y diferencias entre las distintas propuestas que son englobadas de forma genérica como “de izquierda” en América Latina. Figueroa aborda el intento de clasificación a partir de la definición de los rasgos que entiende como clave para la consideración de un país como de izquierda: la crisis de la hegemonía neoliberal, que se observa en la movilización social y de protesta que se genera; el salto a la esfera política por parte de esos movimientos sociales y sus logros en la contienda electoral; y su tránsito, una vez en el gobierno, a prácticas anti neoliberales que traslucen un objetivo estratégico de carácter anti capitalista.
9Efectivamente ésta no ha sido la evolución de muchos gobiernos de centro-izquierda del continente. Otros argumentos válidos para la caracterización política de esos gobiernos tienen que ver, sobre todo, con la dimensión y práctica internacional de esos gobiernos: en relación con Estados Unidos por una parte, y con el resto de los países del continente por otra. Mientras que las tres izquierdas andinas estudiadas pretenden superar el umbral neoliberal y proponen nuevos mecanismos de integración latinoamericana (política, económica, financiera, de comunicación) así como la reducción de la influencia norteamericana en el área, el resto abogaría por acuerdos bilaterales tipo tratados de libre comercio que les mantienen en una posición subordinada respecto a EE.UU. Esto es, multilateralismo frente a bilateralismo, una reducción que vemos un poco simple a la hora de plantear esta cuestión, que nos retrotrae a ideas ya viejas y readaptadas por parte de estas izquierdas andinas, y que en todo caso coexisten sin pudor con prácticas económicas a nivel internacional que no son en absoluto muestras de superación del neoliberalismo.
10Para certificar el fracaso neoliberal se analizan nuevamente datos socioeconómicos. Los escasos logros de las políticas neoliberales desde los ochenta son argumentados como la causa fundamental de la crisis del modelo, que a su vez se transformó en la de la democracia liberal en los tres países andinos. Esto es, habrían sido los escasos logros económicos los que afectaron a la credibilidad política del sistema, y no a la inversa. Es en este sentido que se afirma que el neoliberalismo fracasó como modelo global, político, económico y social.
11El empobrecimiento, la degeneración de las condiciones socioeconómicas, fue el detonante para la emergencia social que desembocó en estos nuevos gobiernos de izquierda. Y en esto el guión que nos plantea Figueroa es un tanto lineal: magros resultados del sistema en cuanto a crecimiento y condiciones de vida, que desembocan en movilizaciones opositoras, las cuales dan el salto a la política y logran hacerse con los gobiernos (se presentan como el sentir popular mayoritario, por tanto), y desde ahí deciden romper con el neoliberalismo a través de su práctica política y, sobre todo, de reformas constitucionales.
La última gran cuestión que se aborda es si estamos ante populismos o si realmente hay una propuesta revolucionaria (en cuanto cambio radical). Figueroa niega tal caracterización, común en las corrientes dominantes en la ciencia política y la sociología actuales. Pero no parte de un debate con esas interpretaciones, sino de la negación del concepto y su utilidad por la amplitud de versiones que tiene, su falta de concreción, y el uso politizado que de él se hace. Encuentra en cambio mayores razones para hablar de un cambio radical, revolucionario, en estos países, en la medida en que el cuestionamiento del sistema lo es: una transformación en las políticas sociales a partir de los beneficios de la exportación de hidrocarburos; el cuestionamiento de la tradicional dominación de las elites, y en consecuencia la subversión del orden social vigente; su institucionalización a partir de reformas constitucionales auspiciadas por nuevas asambleas constituyentes, proponiendo una especie de nuevo pacto social que invierta los términos anteriores, que lleve a un horizonte postcapitalista, en términos del autor.12Los tres procesos tienen sus contradicciones y limitaciones. Pero los índices de satisfacción democrática según el Latinobarómetro 2007 son superiores a otros países del continente. La cuestión final que plantea es que, habiendo llegado estas fuerzas al poder a través de los procedimientos de la democracia liberal y representativa, serán estos los que en el futuro las mantengan o revoquen.
La reflexión que propone Figueroa es altamente estimulante. El autor toma parte por una propuesta, simpatiza con un determinado tipo de izquierda, y la analiza a partir de ese posicionamiento. Lo hace con seriedad y muy profundo conocimiento tanto de los casos como de las disciplinas en las que se mueve. Sólo en momentos puntuales hay pequeñas diferencias de tratamiento en cada uno de los casos que muestran los posicionamientos previos del discurso. Y si bien esto no es negativo en sí, la sensibilidad del tema y del debate hacen necesario un rigor extremo que por otra parte, es característico de Figueroa, autor con el que coincidimos en muchas cuestiones y respetamos por la calidad y profundidad de su trabajo.13Por otra parte, entendemos que la obra tiene sentido si atendemos a la cuestión de fondo que nos plantea el autor: ¿es el auge de ciertas izquierdas sociales y políticas en América Latina en la última década muestra de la crisis del neoliberalismo y por tanto el umbral del pos neoliberalismo? Cada uno de los textos aborda la cuestión centrando su atención en las movilizaciones sociopolíticas que reflejan o son prueba de la respuesta que desde el inicio se anticipa: el neoliberalismo ha fracasado por cuanto no ha cumplido sus promesas de crecimiento, desarrollo, prosperidad y estabilidad. Y el auge (con éxitos diversos en acceso al gobierno) de ciertas izquierdas en el continente es su confirmación.
Con todo, la obra no deja de ser la reunión de tres ensayos, más que un volumen concebido como un todo, en donde de modo individual para cada caso se reflexiona sobre una cuestión común, pero sin llegar a hacerse de forma conjunta, ni por forma ni por fondo. No hay una introducción o unas conclusiones unificadas, más allá de la presentación, que aprovecha fragmentos de los capítulos. Cuestiones globales para el continente que son abordadas en los inicios tanto del primer como del tercer capítulo, y que podían haber sido un punto de partida de interés, no dejaron sus ubicaciones originales para no desvirtuar sus respectivos ensayos, sin avanzar por tanto en una reflexión común. E incluso las bibliografías se mantuvieron individualizadas para cada capítulo. Por último, los tratamientos y contenidos de cada uno de los casos son diversos, no hay una pauta común. Y si bien es cierto que también lo son aquellos, esto impide un ejercicio comparado, algo que sí se logra en el tercero de los ensayos.
El interés del texto, más allá de estos matices, es de sumo interés. En todo lo que afecta al protagonismo que en los últimos años está adquiriendo la izquierda en América Latina ha habido más fervor militante –en uno u otro bando– que reflexión serena, como bien muestra Figueroa al referirse a la cuestión del populismo y de los gobiernos de Venezuela, Ecuador y Bolivia sobre todo. Por tanto, una reflexión sólida e informada siempre es de agradecer, más allá de las simpatías políticas del autor que en cierto momento traduce el texto.14Eduardo Rey Tristán
CIEAM
Universidad de Santiago de Compostela.
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