Asociación para el Fomento de los Estudios Históricos en Centroamérica

La Inquisición fue el instrumento encargado de preservar y defender la fe cristiana de todo aquello que ponían en riesgo la estabilidad y el poderío de la Iglesia católica. Mediante el control ideológico se sometió a los pueblos a un cristianismo autorizado únicamente por la Iglesia. En otras palabras, con la instauración del Santo Oficio de la Inquisición, la Iglesia católica se convirtió en el mecanismo regulador del comportamiento social, moral, religioso, político y hasta económico de los individuos. Particularmente en el virreinato novohispano, en el siglo XVIII, la acción inquisitorial sentó sus bases en los llamados delitos menores, así catalogados por las propias autoridades inquisitoriales, tales como la bigamia, la blasfemia, los reniegos, las palabras malsonantes, etc. Lo que significa que los infractores –hombres y mujeres por igual- simplemente cuestionaron o ignoraron los cánones de la Iglesia en lo tocante a las buenas costumbres. Un claro ejemplo de esta situación es el documento que se presenta a continuación: Autos sobre haberse vuelto a introducir en la ciudad de Guatemala los abusos de las fiestas en las casas privadas y otras partes, y la providencia que se dio. Documento que nos muestra una serie de comportamientos que iban en contra de las buenas costumbres, que se supone debían observar los fieles cristianos de la Guatemala colonial, como por ejemplo, la exacerbada religiosidad popular de las personas, los excesos en las fiestas patronales con danzas y música prohibida, entre otros. Para erradicar tal relajación, las autoridades inquisitoriales ordenaron la promulgación de edictos, documentos que fueron verdaderos catálogos de delitos, que servían de llamada de atención a todos los pobladores para denunciar las desviaciones.