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AFEHC : bibliografia : Invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena. Los Altos de Guatemala: de región a estado, 1740-1850 : Invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena. Los Altos de Guatemala: de región a estado, 1740-1850

Ficha n° 1248

Creada: 30 octubre 2006
Editada: 30 octubre 2006
Modificada: 21 noviembre 2006

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Autor de la ficha:

Jorge H GONZALEZ ALZATE

Publicado en:

ISSN 1954-3891

Invención criolla, sueño ladino, pesadilla indígena. Los Altos de Guatemala: de región a estado, 1740-1850

Este libro se propone reconstruir en detalle el desarrollo histórico de Los Altos, región ubicada en el occidente de Guatemala, enfocando el período de1740 a 1850.
Categoria:
Libro
Autor:

Arturo Taracena Arriola

Editorial:
Cirma
Ubicación:
Fotos, mapas, cuadros,notas, índice. US$ xx (en tela)
Fecha:
1997
Reseña:

1 Este libro se propone reconstruir en detalle el desarrollo histórico de Los Altos, región ubicada en el occidente de Guatemala, enfocando el período de1740 a 1850. Durante estos años, la región vivió cambios notables. De una modesta región periférica del mercado interno colonial guatemalteco a mediados del siglo xviii, Los Altos pasó a ser un importante centro económico, demográfico y político en el siglo xix. Bajo el liderazgo de una dinámica y ambiciosa élite criollo-ladina, la región se enfrascó, a principios del período republicano, en una tenaz lucha por su autonomía político-administrativa en contra de Ciudad Guatemala, el tradicional centro de poder colonial. Dicho conflicto regionalista rindió fruto efímero en 1838 y en 1848, cuando Los Altos actuó como estado de la Federación Centroamericana. Reincorporada a Guatemala por el caudillo Rafael Carrera, la región de Occidente inició en 1850 una nueva etapa en su evolución socio-conómica bajo el régimen conservador. La élite regional, derrotada política y militarmente, concentró sus esfuerzos en la promoción de un nuevo sector económico: el café. El exitoso desarrollo de la caficultura en su territorio permitió a esta élite, con el apoyo de la población ladina, desempeñar un papel decisivo en la revolución liberal de 1871. Esta vez su objetivo no era la autonomía regional sino el control del poder a nivel nacional. A partir de ese momento procedieron a imponer y consolidar la estructura de dominación ladina, basada en el modelo de desarrollo capitalista dependiente y la subordinación de la población indígena, que ha caracterizado a Guatemala hasta el presente.

2 El autor, el historiador guatemalteco Arturo Taracena, ofrece en este libro una narrativa y análisis sobre este complejo y conflictivo proceso histórico utilizando una sólida base documental. La obra es fruto de una década de labor investigativa que llevó al autor a trabajar en numerosas bibliotecas y archivos europeos, norteamericanos y centroamericanos. Es asímismo el producto, como afirma Taracena, “de la trasmisión de una memoria histórica familiar, de una reflexión política individual en mi largo peregrinaje y de un aprendizaje de mi oficio como historiador, y que tienen en común un compromiso social con Guatemala” (pág. 14)[1]. Irónicamente, en su calidad de intelectual en exilio, Taracena no tuvo la oportunidad de consultar los ricos fondos documentales de la región occidental misma, especialmente los de Quetzaltenango, la capital altense. No obstante, aunque el análisis de ciertos aspectos carece de la matización que dichas fuentes primarias hubieran hecho posible, el resultado final constituye a la vez un ambicioso y admirable logro historiográfico2.

3 El libro constituye principalmente un valioso aporte a la historiografía de la experiencia regional guatemalteca, campo de estudio que apenas comienza a desarrollarse. Hasta hace poco, la historiografía guatemalteca tendía a reflejar la perspectiva de la ciudad capital, en detrimento de la historia regional. En años recientes, una nueva generación de historiadores ha comenzado a explorar sistemáticamente los fondos documentales municipales y departamentales con el fin de construir una narrativa nacional que realmente refleje la experiencia de la mayoría de los guatemaltecos. El libro de Taracena se inscribe dentro de este nuevo giro regionalista de la historiografía guatemalteca3. La obra es también una notable contribución a la historia política de Guatemala del siglo xix pues, como señala el autor, “la creación de ese regionalismo, que conllevó la búsqueda de la autonomía administrativa de la región y la final constitución del Estado de Los Altos, se hizo por medios políticos” (pág. 9). La obra a la vez arroja nueva luz sobre el controvertido tema de la construcción del estado-nación en Guatemala, ya que, según Taracena, ese conflicto interregional del siglo xix preparó el surgimiento de la élite cafetalera altense la cual, a partir de 1873, impuso su propio modelo de “_patria ladina_” sobre el resto del país. Finalmente, el libro incluye un análisis somero, pero valioso como primer intento, acerca del papel de las comunidades indígenas altenses en el proceso de resistencia y destrucción del estado de Los Altos, en alianza con su caudillo Rafael Carrera, así como del proceso que llevó a la exclusión de la mayoría indígena del proyecto de nación de los liberales altenses.

4 El tema central de la obra, como lo indica el título, es el surgimiento de un sentimiento de pertenencia regional o de “regionalismo” por parte de una élite criollo-ladina y la gradual ascendencia a la cima del poder económico y politico de dicha élite a nivel nacional, así como la tenaz resistencia de la población indígena a dicho proceso, el que veían como lesivo a su integridad cultural. En base a esto, Taracena plantea la que considero una tesis importante. En su opinión, el modelo de nación que ha caracterizado a Guatemala hasta el presente, en el cual se privilegia la cultura ladina y se excluye la indígena, surgió inicialmente entre los ladinos altenses en el contexto de su “patria chica”. Luego, tras el triunfo de los liberales altenses en 1871, dicho modelo de “nación” regional se convirtió en el modelo nacional al imponer los nuevos líderes su ideología política y modelo económico sobre el resto del país. De ahí la importancia que reviste el estudio de la experiencia regional, especialmente la altense, ya que arroja nueva luz sobre los orígenes históricos de la nación-estado modernos de Guatemala.

5 El libro se compone de 16 detallados capítulos organizados en orden más o menos cronológico, pero con muchas secciones en las que predomina el análisis temático. En el primer capítulo, Taracena establece el marco geo-político del trabajo. Además de poseer una geografía y ecología peculiares, Occidente se caracteriza por la presencia en su territorio desde tiempos inmemoriales de una floreciente cultura indígena. Las seis étnias mayas que han habitado la región todavía constituían más del 70% de la población a principios del siglo xix. Como afirma el autor, “dicha realidad habría de condicionar el desarrollo histórico de la coyuntura en que se dio el separatismo altense” (pág. 18).

6 A continuación el autor traza un breve bosquejo sobre el desarrollo económico y demográfico de Los Altos en el siglo xviii. La carencia de investigaciones monográficas sobre estas dos importantes áreas de estudio no permite a Taracena más que avanzar hipótesis provisionales. Según Taracena, en la segunda mitad del siglo xviii, Los Altos ”se desarrolló extraordinariamente gracias a la creciente demanda de la región misma, a la de la capital del reino y, aún, a la de las otras provincias que lo integraban. Demanda que fue cubierta con la diversidad de una producción especializada en textiles, hilo, colorantes, trigo, frutas, legumbres, sal, cal, ganado lanar y vacuno, artesanías, cerámica, etc. Así como, por la tradicional oferta de mano de obra del altiplano hacia el resto de la provincia guatemalteca“ (pág. 10).

7 Paralelamente a este notable desarrollo económico, en opinión del autor, se dió un crecimiento demográfico regional sin precedente, causado, en parte, por la recuperación demográfica de la población indígena y, principalmente, por el asentamiento en la región de elementos españoles, criollos y ladinos damnificados de los terremotos de 1773. En el siguiente capítulo , el autor inicia un intento de estudio prosopográfico de la élite altense—especie de biografía colectiva de los principales individuos pertenecientes a las dos generaciones que participaron en la construcción de dicho grupo dominante. Asentada en su mayoría en Quetzaltenango, esta élite estaba conformada, según Taracena, por “negociantes de cereales, textiles y ganado, propietarios de haciendas y molinos, médicos, abogados y notarios, comerciantes de quincallería, orfebres, curas y algunos funcionarios gubernamentales” (pág. 207).

8 Los capítulos 3-6 examinan los antecedentes históricos del movimiento autonomista, abarcando el período de las Cortes de Cádiz (1810-1820), el proceso de anexión al Imperio Mexicano (1821-1823), así como el primer período republicano (1823-1837). Durante este largo período, la élite altense, con el apoyo de la población ladina, intentó sin éxito realizar su aspiración de autonomía político-administrativa. Tras los fallidos proyectos de monarquía constitucional en España y México, Los Altos procuró por las vías legales obtener el estatus de estado de la Federación Centroamericana. Sin embargo, poderosos intereses capitalinos opuestos a dicho proyecto lograron atajar el paso de la petición. De ahí que, como señala Taracena, “para el año 1837, la frustración política de los separatistas altenses había alcanzado ya un un punto álgido” (pág. 139).

9 Los capítulos 7-12 se ocupan de la primera experiencia de la región de Occidente como sexto estado de la federación centroameriana. Aprovechando la caída del régimen de Gálvez y la anarquía que la acompañó, el ayuntamiento quetzalteco proclamó su segregación de Guatemala y anexión a la federación centroamericana en calidad de estado el 2 de febrero de 1838. La petición de estadidad fue eventualmente aprobada por el congreso federal y sancionada por el presidente Francisco Morazán.

Sin embargo, la experiencia como estado resultó ser también tan efímera como amarga. La coyuntura les fue desfavorable. La federación se derrumbó ante los ataques persistentes de facciones regionalistas. A nivel regional, a juicio de Taracena, la exclusión absoluta de la población indígena del proyecto de estadidad se tradujo en resistencia abierta de la misma contra éste. En 1840, en alianza con elementos conservadores capitalinos y la mayoría indígena altense, el caudillo Carrera dio al traste con las aspiraciones autonomistas de los ladinos de occidente y prosiguió a implementar su proyecto político de corte dictatorial y centralista.

10 Los capítulos 13-15 tratan del segundo y final intento de segregación en 1848 y la reincorporación definitiva de Occidente en 1849 a la recién instaurada república de Guatemala. El análisis de Taracena concluye con la consolidación del poder dictatorial de Carrera en 1851.

11 En el último capítulo, “Conclusiones guatemaltecas”, el autor ofrece un resumen de los argumentos principales así como un bosquejo breve e interesante de las consecuencias económicas y políticas de la frustrada experiencia separatista de Los Altos. Taracena cierra el libro con un replanteamiento de su sugestiva tesis: la conexión que se dió, según él, entre este conflicto regionalista y el surgimiento de la élite cafetalera que impuso su visión ideológica a nivel nacional a partir de su triunfo en 1871. En palabras del autor, “la lucha por el Estado de Los Altos entre 1838 y 1849 fue una experiencia que preparó la emergencia a un nuevo sector de empresarios: los cafetaleros. Añade que, “el café les hubo de dar una dimensión nacional, que hizo que el separatismo de sus padres ya no tuviese razón de ser y, asímismo, les permitió dar el salto de élite a clase. Formar parte de la clase dominante de Guatemala” (pág. 402).

12 Aparte de las importantes consecuencias económicas, concluye Taracena, el triunfo de los cafetaleros altenses en 1871 trajo considerables cambios sociales e ideológicos. En calidad de nueva clase económica dominante, la élite altense impuso sobre el resto del país su modelo de “patria” ladina con detrimento de los intereses de la mayoría indígena. “Por tal razón, en la cultura oficial nacida del 71 ‘lo criollo’ fue perdiendo su predominancia en aras de ‘lo ladino’.....el guatemalteco era (y sigue siendo para muchos) el ladino…Se da así una evolución del concepto ladino…..en la que este terminó por perder lo último de indio que expresaba para el Estado durante el régimen conservador: el mestizaje” (pág. 408). Este modelo bifurcado de nación (ladino/indígena) es el que ha persistido hasta el presente y el que, según Taracena, se halla actualmente en crisis profunda, “exigiendo un replanteamiento de las alianzas étnico-culturales…y una nueva forma de pensar” (pág. 409).

13 Como se afirmó antes, el libro de Taracena constituye no solo un valioso aporte a la historiografía guatemalteca del siglo xix, sino también un ambicioso y admirable esfuerzo investigativo. Combina una impresionante base documental con un minucioso análisis de los aspectos más destacados del tema estudiado. Por estas razones no hay duda que resultará una obra de gran interés para todos aquellos que se interesan en la historia guatemalteca del siglo xix en general y la historia de Occidente en particular.

14 Sólo dos aspectos, en mi opinión, no reciben suficiente atención: el contexto centroamericano del separatismo altense así como las raíces socio-económicas de dicho movimiento. Es muy probable que esto se deba a las limitaciones de espacio o, como se señaló antes, a la falta de acceso a fuentes primarias locales y regionales. En general Taracena tiende a enfocar el trabajo en el contexto guatemalteco. Pero el tema del separatismo altense, a mi juicio, exige un tratamiento en un contexto más amplio, que abarque no sólo a Guatemala sino también al resto de Centroamérica. No cabe duda que el proyecto de estadidad altense, aunque separatista con respecto al estado de Guatemala, fue un movimiento fervorosamente unionista con respecto a la federación centroamericana. De hecho, el sexto estado actuó como uno de los más tenaces baluartes de unionismo, junto con El Salvador, ya que su existencia jurídica y militar dependía enteramente del éxito del proyecto federal. La “patria grande” para muchos altenses fue por muchos años Centroamérica, no Guatemala. Como afirma Timothy Anna en su reciente obra, no existía contradicción alguna en buscar, de un lado, la independencia regional, y de otro, la integración a un proyecto de nación federal4.

15 Por otro lado, el enfoque político del libro no permite al autor tratar con amplitud las dimensiones económicas y sociales del separatismo altense. En mi opinion, éstas últimas fueron al menos tan importantes como las políticas. Está claro que la principal fuente de descontento, no sólo entre los grupos dirigentes sino también entre el grueso de la población ladina, era la estragada situación de la economía regional por la cual culpaban a la élite capitalina y al gobierno central. Este resentimiento, de origen socio-económico, condicionó en gran medida el deseo de formar parte del imperio mexicano y más tarde de la República Federal centroamericana. Desde muy temprano los patricios altenses advirtieron que ésta era la única manera de realizar su proyecto de autonomía con respecto a Guatemala, así como de desarrollo económico. Ellos sabían que no contaban con los elementos necesarios para llevarlo a cabo por sí mismos. Igualmente importante para la élite era procurar el apoyo militar de un fuerte estado central a fin de contrarrestar la persistente oposición de la mayoría indígena que amenazaba dar al traste con dicho proyecto. Fue años más tarde, tras el fracaso del proyecto federal y la forzada reintegración a Guatemala, que los patricios y ladinos altenses se vieron precisados a tornar su atención a la “patria” guatemalteca. En última instancia fue el exitoso desarrollo del café en Los Altos, lo que conllevó un fortalecimiento económico-militar substancial, lo que aportó las condiciones necesarias para que los descendientes de esta élite lograran realizar su antiguo sueño.

Lo anterior, desde luego, no resta en lo más mínimo valor alguno al trabajo de Taracena, el cual, entre otras cosas, demuestra claramente el gran potencial del análisis histórico regional como medio efectivo de ampliar nuestro entendimiento del desarrollo económico, social y político de Guatemala en el siglo xix. En particular la tesis de Taracena sobre el origen altense del modelo de nación ladina guatemalteca constituye un aporte sugestivo que sin duda habrá de generar controversia a la vez que estimulará nuevos proyectos de investigación en el futuro. Jorge H. González Saint Michael’s College, Vermont

161 Arturo Taracena es descendiente directo de las familias altenses Molina Mata y Rivera Mérida las que jugaron papeles importantes en el proyecto autonomista de la región. El autor llevó a cabo la investigación y redacción de este libro en el exilio.

172 Buena parte de mi tesis doctoral, “A History of Los Altos, Guatemala: A Study of Regional Conflict and National Integration” (Tulane University, New Orleans, 1994), está basada en dichas fuentes. No obstante, con pocas excepciones, las interpretaciones de ambos autores son sorprendentemente similares. Sólo en el caso de ciertos aspectos específicos las fuentes primarias me permitieron elaborar un contexto más amplio y aportar más detalle.

183 Véanse los trabajos de Michael Fry, “Agrarian Society in the Guatemalan Montaña” (Tesis doctoral, Tulane University, New Orleans, 1988); Jorge H. González, “A History of Los Altos, Guatemala: A Study of Regional Conflict and National Integration” (Tesis doctoral, Tulane University, New Orleans, 1994); Todd Little, “Guatemala and the Dream of a Nation, National Policy and Regional Practice, 1871-1945” (Tesis doctoral, Tulane University, 1995); Greg Grandin, “The Strange Case of ‘La Mancha Negra’:Maya-State Relations in Nineteenth-Century Guatemala”, HAHR 77:2 (1997):211-243.

194 Timothy E. Anna, Forging Mexico, 1821-1835 (Lincoln: University of Nebraska Press, 1998), pág. 21.

Fuentes :

Publicado con el permiso de la Revista MESOAMERICA

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